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“Estamos en la mejor disposición de que esto siga por 25, 50 y 100 años porque no vamos a dejar que este ícono de Tequisquiapan se pierda. Al contrario, vamos sumando y que los libros con hojas, como tal, nunca dejen de existir”, dice Alfredo Aliseda, quien junto con Mónica Ruenes Galguera y Rodrigo Trejo Martínez, adquirieron la librería Rulfo, la única de Tequisquiapan, y que ahora con nueva administración busca continuar con el legado de su fundador, Armando Zamora Pinzón.
Semanas atrás, EL UNIVERSAL Querétaro dio cuenta del cierre inminente de la librería Rulfo. Armando Zamora narró que no encontraba quien se hiciera cargo, no de un simple negocio, sino de todo un concepto cultural y artístico, donde se podían dar cita escritores, músicos, actores, por ser también un centro cultural único de ese Pueblo Mágico.
“Iniciamos como un proyecto de vida, mi esposa (Cristina) y mis hijos, nos costó mucho trabajo acostumbrar a la gente, acreditar la librería, pero siempre con un intensión de servicio y de promover la lectura, no sólo desde el punto de vista comercial, sino de calidad de vida, al venir nosotros a vivir a Tequisquiapan”, recordó en esa ocasión.
La librería presenta nueva cromática en su exterior, aunque respetando los colores de los Pueblos Mágicos. En la fachada se incorporan retratos pintados del mismo Juan Rulfo, Octavio Paz y Gabriel García Márquez, además de un logotipo que destaca el nacimiento del local: desde 1993.
Los nuevos dueños se muestran entusiasmados con la librería. Saben de la importancia de conservar ese espacio para la promoción de la lectura y la cultura en el municipio de Tequisquiapan.
Al interior de la librería se aprecia un ligero cambio. Se preparan para adaptar nuevos espacios, como una galería y una cafetería, para recibir a los lectores y público en general que quiera pasar un buen rato acompañado de los libros.
Una mujer limpia los libreros, donde cientos de ejemplares esperan para ser comprados y leídos. Al lugar entran conocidos de Armando Zamora y de los nuevos dueños. Los felicitan, se alegran de que la Rulfo no haya cerrado y, al contrario, adquiera mayores bríos para el futuro.
Alfredo Aliseda explica que como habitantes de Tequisquiapan, crecieron con la librería Rulfo, “vimos el gran trabajo que hizo el señor Armando durante todos estos años, que fue ‘culturizar’, no sólo cultivar al pueblo, y la parte de la lectura, que en el mundo y en el país se ha ido perdiendo cada vez más, por la parte digital. Los niños ya no leen.
Lugar emblemático
“Nosotros, con el amor que le tenemos a Tequisquiapan y a la lectura, no podíamos dejar que esto se fuera. Conocemos a Armando de muchos años atrás, y nos dio también muchísima tristeza cuando comentó que quería cerrar. Haciendo un enorme esfuerzo entre las tres partes, Mónica, Rodrigo y yo, decidimos tomar esta librería y sacarla adelante”, comenta.
Armando Zamora y su esposa, Cristina, se encuentran presentes. Escuchan a los nuevos dueños de la librería. La pareja toma café en un local frente a la Rulfo. Se ven contentos con el pase de estafeta. Escuchan atentos.
Alfredo agrega que el pueblo de Tequisquiapan no se estaba quedando sin un local, se quedaría en la única parte cultural, real, de la localidad, sin la única librería de Tequisquiapan, en donde la gente podía ir a comprar un libro y tomar un café, algo que no se podían permitir.
En tanto, Rodrigo dice que el comercio siempre fue un lugar muy representativo, donde recibían a la gente de la mejor manera, donde los visitantes se podían sentir en un lugar 100% cultural, por los eventos que organizaban y en los libros que ofrecían al público, algo único, por lo que al saber que podrían quedarse sin un lugar así, impresionó.
“Ahora saber que somos parte de este gran legado, que así lo vamos a cuidar, como lo estuvieron haciendo Armando y su familia durante 25 años, así lo vamos a hacer, con la misma pasión, con la misma entrega”, asevera.
Mónica, a su vez, comenta que siempre fue parte de la librería, pues acudió a muchos eventos, además de recordar el trato de Armando, “siempre llamaba a comprar, a estar, a aprender, y cuando nos enteramos de estos (del cierre) fue una noticia bastante fuerte, no sólo para nosotros, sino para todo Tequisquiapan, porque todo Tequisquiapan iba a perder un ícono de la cultura, al igual que varias comunidades alrededor. No lo podíamos permitir”, comenta.
La decoración interior poco cambia en estos días. Aún faltan algunos cambios, pero la esencia de la librería se mantiene intacta. Los libros invitan a los lectores. Son variados: infantiles, literatura universal, tecnología, hay de todo un poco y para todos los gustos.
Mónica añade que además, el amor que tienen por las artes, por la cultura, por Armando y por su librería, fue lo que los motivó a “embarcarnos en esta aventura y a comprometernos a sacarla adelante, por nosotros, por Tequisquiapan, por Armando, y además realmente iniciar un camino para cambiar a Tequisquiapan, para hacerlo un sitio referente de la cultura, no sólo a nivel nacional, también en todo el mundo, de la cultura en México, de la cultura en general y de las artes”, añade.
Los libros son los mismos, los muebles son los mismos, pero la luz es otra. Algo ha cambiado en la librería. Hay más luz. Pareciera que el inmueble recobra nueva vida. La luz matinal entra por sus puertas y ventanas que lucen abiertas, que invitan a la gente a pasar.
Una pareja de adultos mayores reconoce a Armando y lo saluda a lo lejos. Felicitan a los nuevos y a los viejos dueños, por preservar el espacio que abrió en 1993, con un proyecto de vida, que durante más de dos décadas se mantuvo en una línea clara y firme: promover la lectura y las actividades culturales.
Ejemplares de colección
En uno de los libreros destacan dos ejemplares. Son ediciones con más de 50 años. El tiempo se nota en sus pastas y hojas decoloradas. Es una edición de Corazón: diario de un niño, de escritor italiano Edmundo de Amicis. Una pieza de colección, por su antigüedad. Esas son las sorpresas que encierra la Rulfo para quienes deseen pasar un rato viendo y comprando libros.
Alfredo agrega que al ser la Rulfo un ícono y ya parte del patrimonio cultural de Tequisquiapan, que no quieren cambiar el giro. Dice que naturalmente seguirá como librería.
“Vamos a agregar algunas otras cuestiones culturales. Vamos a tener una galería de arte, vamos a tener una cafetería bien puesta, la parte de los arcos va a [tener] mesas, sillones, para que la gente pueda sentarse a tomar un café un té y leer un libro. Un libro que quizá no les alcance para comprar, pero que se puedan sentar a disfrutar, y que luego lo regresen, mientras estén sentados y se tomen un cafecito”, subraya.
Actividades culturales
Además tendrán, en la parte de arriba, clases de pintura, escultura y música; en otra área tendrán clases de yoga, meditación y metafísica, y abrirán un teatro, que sea un foro de expresión, algo que nunca ha habido como tal en Tequisquiapan. Añade que le quieren dar mayor fuerza la presencia de la librería.
Armando, en tanto, dice que está agradecido con los nuevos dueños, pues estaba resignado a cerrar la librería, “pues son mal comerciante”, pero buen promotor. “Pero lo que le agradezco a este trío de amigos fue la confianza. Yo ignoraba un poco lo que significaban los 26 años de historia. Lo que siempre quisimos fue un espacio de expresión, un espacio alternativo para el autor, para el artista. Pero lo que más me impactó fue que el lector se compenetró con la librería. Hubo regaños, felicitaciones, bendiciones, entendían nuestra postura, pero entenderla no significaba aceptarla. Pero estoy muy agradecido”, enfatiza.
Los nuevos dueños y los fundadores recorren la librería, son tres generaciones, el más joven de los dueños ronda los 20 años, otro los 40 y el más grande los 60. Ríen, comentan, analizan, en un espacio único del Pueblo Mágico.
Como Armando dice: Vive el libro, el libro vive. En la Rulfo seguirá viviendo.
bft