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Nicolás de Jesús escoge la acera frente al Conservatorio de Música José Guadalupe Velázquez para colocar su bocina y tocar con su acordeón melodías en la calle. El joven originario de Oaxaca interpreta canciones que rara vez se escuchan con ese instrumento, como “Have you ever seen the rain”, de Creedence Clearwater Revival.
Minutos antes, el músico llega cargando una bocina y su acordeón. Busca un sitio en dónde colocarse sin obstruir el paso de la gente, que pasea en el centro de la ciudad o se dirige a hacer compras o a su trabajo.
Junto a un muro recarga su mochila y la bocina. Con el teléfono celular sincronizado a la bocina, puede programar las canciones que interpretará. Lo hace de manera tranquila, con pausa. Luego voltea a ambos lados de la acera.
Apenas suenan los primeros acordes las personas voltean a ver de dónde procede la música.
El joven interpreta “Por ti volaré,” de Andrea Bocelli. Tema que en acordeón suena diferente para los transeúntes que caminan por la calle Josefa Vergara. Las personas voltean para ver de dónde viene la música. Algunos cooperan con el joven y dejan unas monedas en un recipiente de plástico.
Dice que comenzó a tocar hace un año en su casa, en Huajuapan de León. Hace un mes llegó a Querétaro junto con su hermano. Señala que es una ciudad muy bonita. En su tierra, narra, se dedicaba a las labores del campo. “Me dedicaba a cosechar, en el campo”, precisa.
De pocas palabras, comenta que aprendió a tocar el acordeón por su hermano, que es músico. Desde un inicio le gustó tocar el acordeón, haciéndolo su compañero de trabajo todos los días en las calles queretanas.
En el primer cuadro de la ciudad no es raro encontrar músicos urbanos que interpretan diferentes géneros y tocan distintos instrumentos. Desde quienes cantan a capela o acompañados de pistas, interpretando música ranchera o de autores mexicanos, hasta saxofonistas y violinistas que deleitan con sus instrumentos a los paseantes. Sin olvidar a los tradicionales organilleros, con sus uniformes caquis, recordando a los Dorados de Villa.
En ese escenario Nicolás, de tan sólo 18 años, y su acordeón, con sus canciones diferentes a las que por lo regular se tocan con dicho instrumento, destacan entre los sonidos queretanos.
Recuerda que el primer tema que se aprendió fue “Te vas ángel mío”, de Cornelio Reyna. En tanto, una de las canciones que más le gusta tocar es “La Chona”, porque tiene un ritmo alegre, además de estar en el gusto de la gente. Otra de las favoritas de la gente es “San Lucas”, de Kevin Kaarl.
La mayoría de quienes tocan el acordeón en las calles simplemente sacan sonidos del instrumento, pero sin canciones o melodías reales. En el caso de Nicolás no es así. Interpreta canciones completas con su acordeón. La gente puede identificar las piezas que ejecuta con su instrumento.
Dice que los queretanos cooperan para la música. Su jornada de trabajo comienza a las dos de la tarde y termina a las nueve de la noche, periodo en el que recorre diferentes lugares de la ciudad, como la Plaza de Armas y el Jardín Zenea. Se tiene que desplazarse de manera constante, pues hay ocasiones en las cuales los inspectores lo conminan a moverse de un sitio.
Nicolás sale a trabajar todos los días. Agrega que además de tocar su acordeón, le gustaría aprender el oficio de la barbería.
Coincide en que la música es buena para alejar a las personas de malas prácticas o conductas de riesgo, pues canalizan sus energías en aprender a tocar un instrumento.
El joven músico vive en Querétaro con su hermano, quien también interpreta música en la calle.
En su tierra natal dejó a sus padres, quienes les dicen cuando hablan con ellos que se cuiden, que tengan mucho cuidado, por si está peligrosa la situación.
Nicolás vuelve a su trabajo. Saca su teléfono celular del bolsillo del pantalón. Elige una canción. Los primeros acordes suenan y el joven se prepara para interpretar con el acordeón la canción seleccionada, en espera de la aceptación de la gente, convertida en audiencia espontánea, que disfruta el breve recital callejero, que alegra con las notas musicales el mediodía queretano, el cual brinda una pausa al trajín diario, trayendo recuerdos con las interpretaciones de Nicolás y su acordeón, llenando de música las calles queretanas.