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Alejandro Gossaín Aguilar camina por los pasillos del mercado de La Cruz mientras toca su guitarra. Trabajaba en un restaurante, pero por la emergencia sanitaria perdió el empleo; sin embargo, como hombre de fe sabe que la vida sigue y tiene que salir a la calle a ganarse “el pan de cada día”.
La canción que interpreta es Sound of silence, de Simon and Garfunkel, aunque la letra habla del mensaje bíblico. “El amor que tu hijo nos dejó”, dice una parte. Interrumpe la letra para saludar a quienes lo escuchan y decirle que “con lo que gusten cooperar”.
Los locatarios del mercado toman unas monedas de sus ventas y se las dan al moderno juglar que canta la Palabra entre los clientes y comerciantes.
La figura delgada de Alejandro avanza por el pasillo. Sigue cantando mientras a su alrededor la gente camina de prisa, haciendo sus compras de manera rápida para regresar a sus domicilios.
“Para tener un ingreso mayor también me dedico a la música. Mi esposa y yo somos personas de fe. Gracias a Dios, a pesar de que estuvo muy difícil esta cuarentena pues no me dejaban tocar en muchos lados, en los camiones muchas personas llevan sus audífonos, van en el celular, pocas personas nos escuchan, en los restaurantes la comida era para llevar.
“No había forma de tocar, fue un poco difícil salir adelante, pero gracias a Dios no nos faltó lo principal, pagar la renta, los alimentos, el vestido, el techo… gracias a Dios no nos faltó nada”, platica.
Originarios de Xalapa, Veracruz, Alejandro Gossaín y su esposa tienen el proyecto de abrir un albergue, como lo hicieron en su tierra natal, para que sea usado por las personas que vienen de otros municipios o ciudades a los hospitales con sus familiares.
“Hace mucho tiempo lo tuve en Veracruz con personas que tenían cáncer y era una cuota mínima. Había personas que tenían que vender sus terrenos, vender sus animalitos cuando se enferman y poder solventar sus gastos en la ciudad”, abunda.
Sin embargo, dice que no les ha faltado nada en este tiempo, a pesar de que recortaron personal en restaurante donde trabajaba, en el primer cuadro de la capital queretana. Su esposa, fisioterapeuta y él se vieron en la necesidad de poner un puesto de hamburguesas y tacos, en la noche, afuera de su domicilio.
“Ahorita que ya se normalizó , en cierto grado, comienzan a subir un poquito más los ingresos. Ahí vamos. Diario salía a tocar. Cuando no era en las calles, de lugar en lugar, era en los camiones.
“El caso es que tenía que haber un ingreso extra. Todos los días, aquí no hay sábados y domingos ni descansos, no [hay] vacaciones. Es todo los días. Es el pan nuestro de cada día”, comenta.
Alejandro vive la misma realidad de muchos mexicanos que tienen que salir a la calle a ganarse la vida. La emergencia sanitaria lo golpeó, pero lo sostiene su fe, en la que confía. Está seguro que esto pasará.
Afirma que en su familia y en sus conocidos no se han presentado casos por Covid-19, por lo que en un inicio eran incrédulos sobre la existencia del virus SARS-CoV-2, pero poco a poco, cuando vieron que los enfermos aumentaban, comenzaron a tomarse las cosas más en serio.
La esposa de Alejandro es fisioterapeuta. Trabajaba en un spa y hubo días en los que le pedían ir. Otros se quedaba en casa, aunque por lo mismo, dejó de percibir su salario completo, como muchos queretanos y mexicanos.
Debido a la emergencia sanitaria, el proyecto de Alejandro y su esposa, acerca de crear el albergue, se pospusieron, además de que bajaron los ingresos para la casa. No obstante, siguen adelante y continúan con esos planes.
Desde hace un año viven en Querétaro. En Xalapa y, particularmente, en el estado de Veracruz la situación económica no es muy favorable, dicen, aunado a los problemas de inseguridad que vive aquella entidad con la delincuencia organizada, que extorsiona a los comerciantes.
“Ella [su esposa] se vino primero a Querétaro. Me dijo que la economía estaba bien, que no había narcotráfico y que la gente era menos coda que en Veracruz. Decidí venirme para acá, y ahí vamos. Pensamos en hacernos de un capital y retomar el proyecto del albergue”, apunta.
En su tierra natal, Alejandro y su esposa dejaron a sus hijos. “Ella tuvo hijas y yo tuve hijos en nuestros primeros matrimonios. Cada quien se hace cargo en el aspecto de mandar dinero para ellos. Ahorita estamos solos y eso es lo que nos ha estado ayudando”.
A pesar de que Veracruz es de las entidades con más casos acumulados por coronavirus, comenta que sus hijos y su pareja están bien de salud.
La necesidad obligó a Alejandro y a su esposa a salir durante el aislamiento social. Casi no estuvieron en cuarentena en su domicilio, debido a su situación económica. Ahora que hay más gente en la calle, las cosas parecen volver a la normalidad, aunque los casos de Covid-19 continúan.
“No es que se trate de ser optimista, sino de fe. Siento que nos va a ir muy bien y que los planes que tenemos, si los están apoyando Dios, se van a hacer en grande. Tenemos esa fe que vamos a salir adelante”, asevera.