La contingencia sanitaria por Covid-19 no fue impedimento para que las personas aprendieran una nueva lengua, en este caso, la Lengua de Señas Mexicana (LSM).
Aunque las asociaciones queretanas Latido Sordo y Ándale para Oír, Padres de Niños Sordos AC, no pueden realizar actividades en sus instalaciones, sí lo hacen a través de internet, ayudándose de una computadora o teléfono celular con camara web y una buena conexión a internet, todo lo que necesitan, pues todo lo demás lo hacen sus manos.
Los profesores Adrián y Enrique son personas sordas, imparten clases a distintos grupos, dependiendo del avance de cada alumno; las clases se realizan a través de la plataforma Zoom, que ha sido una de las principales aliadas para que la actividad empresarial, escolar y social siga su curso a pesar de la pandemia.
Los alumnos del primer nivel aprenden fundamentos y vocabulario básico de la LSM. En punto de las 7.30 de la noche todos se conectan a la reunión virtual, donde conocerán a sus demás compañeros.
En el grupo de entre 12 y 15 personas hay alumnos de distintos estados de la república, también los hay de todas las edades, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad. A todas las personas que toman el taller los caracteriza una misma intención, aprender sobre la inclusión social.
Algunos alumnos se inscribieron al taller motivados porque conocieron o trabajan con una persona sorda; otros tienen primos, tíos o sobrinos con esta condición y buscan aprender la LSM para comunicarse mejor con ellos; y otros más, aunque no conviven con algún integrante de la comunidad sorda, han visto de cerca a intérpretes o señantes y quedaron enamorados de esta lengua aún desconocida por cientos de mexicanos.
El profesor les da la bienvenida y los felicita por decidirse a aprender dicha lengua; advierte a sus alumnos que no será fácil dominarla, pero también les asegura que cada día la amarán más y más. “Esto es como aprender un nuevo idioma, no se aprende de la noche a la mañana, pero la LSM es maravillosa, les va a gustar”.
Todas las clases comienzan con un calentamiento de los dedos y las muñecas, pues estas son las principales herramientas de trabajo. Lo primero que se aprende es el abecedario, donde cada posición de la mano indica una letra distinta.
Después vienen las primeras palabras, mismas que se configuran dependiendo de la orientación, movimiento y configuración de las manos.
En el primer nivel se aprenden señas básicas, cuestionamientos, señas de cortesía y primer contacto, adverbios de tiempo, días de la semana y meses, parentescos y relaciones, colores, emociones y sentimientos, verbos, conectores textuales, adjetivos, sustantivos comunes, números, profesiones, lugares y animales.
Aunque para algunos aprender la Lengua de Señas Mexicana a través de internet puede ser más complicado de lo común, lo cierto es que la tecnología digital también aporta muchas ventajas; por ejemplo, al momento de practicar, los alumnos reciben videos ilustrativos de cada una de las señas aprendidas en clase, también practican en una aplicación móvil, lo que facilita la conexión entre la seña y su significado.
Todas las clases también se suben a un grupo privado de facebook donde los alumnos pueden repetir las veces que sean necesarias las explicaciones del maestro.
Luego de varias clases, los alumnos se organizan en parejas para estructurar sus primeras conversaciones con las señas ya aprendidas; dialogan entre sí delante del maestro y los demás compañeros, reciben correcciones y aplausos silenciosos de todo el grupo. Siempre se premia el esfuerzo.
Para algunos, las 15 sesiones de trabajo pasaron en un abrir y cerrar de ojos; en la última clase virtual, y con ayuda de un intérprete, los alumnos interactúan con Adrían y Brenda, jóvenes sordos que cuentan su experiencia de vida.
Adrían, quien también es maestro de Lengua de Señas Mexicana, agradece a los alumnos por su interés en aprender dicha lengua, pues dice, de esta forma se fomenta la inclusión y se conoce más a este sector.
Los alumnos les preguntan sobre su vida personal, sobre cómo es asistir a una escuela sin intérpretes, las dificultades de conseguir un empleo y de comunicarse con los propios miembros de su familia.
La conclusión es la misma, la LSM todavía es un tema desconocido y que asusta a los padres de niños sordos, quienes en muchos de los casos se niegan a reconocer la condición de sordera y debido a esto sus hijos nunca aprenden la Lengua de Señas Mexicana, lo que los priva de un derecho fundamental, el derecho a comunicarse libremente con las personas que los rodean.
“Ha sido una experiencia enriquecedora, fue más bonito de lo que yo esperaba, pensé que al estar frente a un monitor en lugar de tener en persona a los compañeros o a los profesores sería un problema, pero no fue así, la tecnología estuvo de nuestro lado y nos permitió realizar todo sin problemas. A las personas que quieran aprender esta lengua los invito a que se animen a hacerlo, nunca es tarde para ser más incluyentes, para conocer nuevas lenguas, nuevas formas de expresarnos con las personas que nos rodean, sin importar su condición”, comenta Ana Elisa, una de las alumnas del taller.