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Los turistas aún se pueden ver en buen número por las calles del centro de la ciudad de Querétaro, y con ello cientos de vendedores ambulantes invaden los espacios públicos, muchas ocasiones obstruyendo el paso de peatones, con tal de vender sus productos.
No son pocas las mantas instaladas en las fachadas de los negocios establecidos, las cuales piden a las autoridades detener el ambulantaje en las calles del primer cuadro queretano, por considerar que son competencia desleal para quienes sí pagan sus impuestos.
Los vendedores, muchos originarios de estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, se colocan en el jardín Zenea. Las mercancías son variadas, desde muñecas Lele, hasta productos hechos de lámina y chatarra reciclada, pasando por bolsas de mandado, zapatillas, llaveros, vestimenta y alebrijes, muchos de los cuales, de acuerdo a quienes conocen de artesanías, son manufacturadas en China, o en talleres con líneas de montaje.
Una pareja de adultos mayores preguntan a una mujer el precio de las bolsas con la muñeca Lele estampada. La vendedora da el precio y la pareja plática con la comerciante, quien confiesa que viene de Chiapas, pues la “invitaron” a trabajar a Querétaro, al haber mucha gente. No dice quién la “invitó”.
Otros de los vendedores, cuando se les pregunta de dónde son, responden Amealco, es una respuesta común. Sin em bargo, sus productos no son los tradicionales de este municipio, pues muchos no son únicamente muñecas tradicionales.
Desde meses atrás, los comerciantes establecidos en el primer cuadro queretano colocaron mantas quejándose de los ambulantes que se instalaban afuera de sus negocios y les “ganan” a los clientes, pues éstos no pueden entrar o se quedan con los comerciantes irregulares.
“Mira, la gente cuando va caminando, cuando vienen a pasear, no entran a los locales. Como están ellos en la banqueta, en el jardín Zenea y algunos en la calle de Madero, si van a comprar algo lo hacen con ellos. Ya con nosotros no compran. Es una competencia desleal que ha sido tolerada por las autoridades”, dice una comerciante que omite su nombre.
Explica que está consciente de que todos merecen buscarse el pan de cada día, pero hay formas, “no nos pueden afectar de esa manera. Estamos saliendo de una crisis muy fea por la pandemia de Covid-19, tenemos que pagar deudas y en las pasadas vacaciones esperábamos una buena temporada, pero las ventas no fueron tan buenas como imaginamos”, agrega.
Por su parte, los ambulantes poco dicen de su actividad en la zona del conflicto. Se limitan a decir que las ventas estuvieron “flojas” y que hay mucha competencia en la zona.
Muchos queretanos que pasan por el lugar quedan sorprendidos por la cantidad de vendedores ambulantes que se instalan en el Zenea, pues se convierte en un tianguis que amenaza con llegar para quedarse.
Algunos miran con indignación cómo se ha establecido todo, otros hacen comentarios contra las autoridades que toleran la presencia de los comerciantes ambulantes y hasta se atreven a especular que están en complicidad con ellos.
A los queretanos de mayor edad les molesta ver así su ciudad. No están acostumbrados a los comerciantes en la calle, a los gritos y a la basura.
De acuerdo a algunos comerciantes establecidos, se registró un movimiento inusual de inspectores municipales, lo que hizo pensar que tomarían alguna acción contra los ambulantes que ya se habían adueñado de los espacios públicos. Sin embargo, no pasó nada más y se les dejó durante estos días.
Ya con anterioridad los vendedores ambulantes se habían instalado en otras zonas del primer cuadro de Querétaro. En la más reciente, se colocaron sobre el andador 5 de Mayo, de donde fueron removidos por las mismas autoridades.
Sin embargo, sólo cambiaron de ubicación y da la impresión, para muchos queretanos, que se multiplicaron con el tiempo. Estos días, el jardín Zenea está tomado por los ambulantes, dejando poco espacio para caminar por la zona, ocupan los pasillos periféricos, algunos internos y alrededor del kiosko. Algo inconcebible en el pasado.
Por otro lado, en el jardín Guerrero se ubicaron comerciantes con permiso de las autoridades municipales. Inclusive en el lunes pasado ya no había vendedores.
“Nosotros no les decimos nada. Tienen derecho a trabajar, pero cuando se ponen en la puerta del local sí les decimos que se muevan, que no nos tapen la entrada. Muchos hacen caso, otros se molestan, pero ni modo. Para todos debe de haber, pero respetándose unos a otros”, precisa la comerciante del centro.