La torre es el corazón neurálgico de un aeropuerto desde donde se controla la pista, calles de rodaje, aterrizaje y despegue de aeronaves, al igual que se inspecciona la utilización del espacio aéreo.
Al ser un punto que requiere una alta seguridad en su manejo, hay un acceso limitado para su ingreso a la torre y los especialistas que ahí trabajan requieren una preparación muy especial, en donde es básico dominar el inglés, las matemáticas, física y conocer a detalle los secretos de la aviación.
Miguel Ángel López Reyna es el jefe de los Servicios de Tránsito Aéreo del Aeropuerto Intercontinental de Querétaro (AIQ), terminal que está por cumplir 17 años, tiempo en el que se ha consolidado como uno de los puntos importantes de la región en la operación de la aviación comercial, privada y de carga.
“Mi función es organizar los grupos de trabajo, organizar los turnos, dar seguimiento tanto a reportes como a las inconformidades que se pudieran originar por el servicio, yo coordinó a los supervisores, los cuales hay uno por cada turno y yo me apoyó en ellos para que lleven la función de la torre a su estado óptimo”, refiere al platicar con EL UNIVERSAL Querétaro.
Miguel Ángel es el jefe de este pequeño grupo de profesionales que dependen de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes; ellos están en el AIQ las 24 horas de los 365 días del año frente a unos controles, y un amplio monitor, las cuales son sus principales herramientas de trabajo junto con sistemas de comunicación. “Es una actividad diferente, que muy poco se conoce de ella”, narra.
La torre del AIQ se encuentra junto al edificio de la terminal de pasajeros. Miguel Ángel explica que en la torre de un aeropuerto se controlan las diferentes fases del vuelo de un avión, “desde el embarque de una terminal a hasta que llegan a la otra”.
Todos los que están en una torre, detalla, controlan las áreas de movimiento como son la pista, calles de rodaje y los vehículos que pueden estar en esas zonas de un aeropuerto.
El controlador también inspecciona la aeronave en pista para despegar o aterrizar, y también está bajo su responsabilidad el control de aproximación: “esta fase de vuelo cuida o mantiene la separación de las aeronaves que despegan o aterrizan en un aeropuerto”, explica.
“Nosotros desde aquí le vamos dando seguimiento a un avión que viene a Querétaro y también que sale de aquí e inclusive a aeronaves que están de paso, aquí por ejemplo nos puede llegar un avión que está en tráfico que va de Aguascalientes a Pachuca”, detalla.
En el Aeropuerto de Querétaro, agregó, no se tiene radar para identificar la ubicación de los aviones, “entonces la localización la hacemos por medio reportes de posición, lo que implica una coordenada polar basada en nuestro equipo de navegación, en base a ello nosotros calculamos su trayectoria, su velocidad, en base a ello el contralor debe de tener la habilidad para saber en dónde está cada aeronave para darle la instrucción precisa a fin de mantener una aeronave separada de otra”.
Previo a la pandemia, refiere, desde la torre del AIQ se atendían alrededor de 67 mil operaciones al año que incluye aviones que llegan, que se van o que sobrevuela o están de paso. Durante el año de la epidemia se llegó a la mitad de ese número “y ahora poco a poco se van recuperando lo que ya se traía”.
Miguel Ángel explica que quienes laboran en la torre de control de cualquier aeropuerto es personal “muy especializado que llevan un curso de preparación muy riguroso”.
Para ingresar a la carrera, explica, incluye hasta exámenes psicométricos que duran hasta cinco días, pues debe estar preparado para someterse a una actividad de alta presión, también debe de tener una preparación innata en matemáticas y física que le permita hacer cálculos en tiempo real y muy rápida.
La carrera, explica, la ofrece el Centro de Capacitación de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, (SENEAM) que depende de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
Explica que esta labor es satisfactoria pues “nos genera a quienes nos dedicamos a esto estar contentos debido a que sentimos esa adrenalina, es emocionante que todos esos aviones siguen llegando y nosotros nos tenemos que estar adelantando a las necesidades”.
“Después de los corredores de bolsa, se dice que esta actividad es la más estresante y eso es cierto, porque hay ocasiones que en una misma frecuencia tenemos comunicación hasta con 15 aviones. En conclusión, la torre es el centro neurálgico de cada aeropuerto, pues desde aquí se hacen todos los movimientos que permiten a las aeronaves salir y llegar”.
La clave para evitar un accidente aéreo, subraya, es tener una buena comunicación entre los controladores de la torre y la tripulación del avión.