Daniel Zabala Desatnik se desenvuelve bien en el conversatorio en el cual participa, en las actividades del Encuentro Nacional de Autogestores Sembrando la Inclusión, evento hecho para comprender los retos y obstáculos que enfrentan las personas con discapacidad intelectual.

El joven, de 30 años de edad, recuerda anécdotas con los presentes, así como los obstáculos que debió de enfrentar para encontrar un trabajo y conservarlo.

Por su parte, Gabriela Martínez, directora del Movimiento Asociativo de la Confederación Mexicana de Organizaciones a Favor de las Personas con Discapacidad Intelectual (Confe), señala que las personas que presentan este tipo de discapacidad incluso son segregados por otra agrupaciones, por considerarlos “como niños”.

Daniel explica que es periodista de profesión, pero que no ejerce. Actualmente es becario en una empresa, en el área de Recursos Humanos. Dice que tomó la decisión de estudiar periodismo porque le gustan mucho los medios de comunicación, los espectáculos, así como los acontecimientos que suceden en México y el mundo.

Una historia que contar

Daniel padece una discapacidad neurológica, pero nunca tuvo problemas en la universidad para estudiar. De niño, relata, sí lo fue, porque no en todos los lugares se sentía a gusto, además de tener muchas discusiones con sus padres, pero con los años y el apoyo de su familia, pudo desarrollarse y tener una estabilidad laboral.

Indica que su proyecto de vida es vivir solo, ser totalmente independiente, pues actualmente vive con su madre, quien lo apoya y está muy contenta con los planes que tiene para su futuro.

Actualmente mantiene una relación sentimental con una chica, aunque no tienen planes para casarse o vivir juntos. Daniel termina la conversación. Se marcha rápidamente a su lugar, para escuchar la siguiente actividad del encuentro, “Aprendizajes sobre los derechos de las personas con discapacidad”

Espacio de aprendizaje

Los presentes son familiares de personas con discapacidad, que acuden para aprender un poco más de las actividades de apoyo, así como compartir sus experiencias.

“Estamos en un encuentro de autogestores, es la cuarta edición que hacemos, en donde personas con discapacidad intelectual vienen a hablar acerca de sus derechos, a generar propuestas, a compartir ideas y testimonios de cómo es vivir con una discapacidad intelectual.

“Un autogestor o autogestora es una persona con discapacidad intelectual que es mayor de 18 años, esto quiere decir que es un ciudadano más, que habla acerca de sí mismo, de sus derechos, y que habla por aquellos que no pueden hacerlo”, indica Gabriela Martínez.

Explica que el movimiento de autogestores es mundial, en el cual trabajan muchos países para que se desarrollen las personas con discapacidad intelectual en estas habilidades de liderazgo, de autorrepresentación, de toma de decisiones. El movimiento mundial tiene al menos 30 años. En el caso de México es ya una década de trabajo.

Lo interesante hoy es que ya empezamos a tejer redes de autogestores, para que en sus comunidades empiecen a desarrollar proyectos que aporten al bienestar común. Hoy estamos en una transformación que sí conocen sus derechos, pero también sabe que son ciudadanos. Entonces ellos, como un ciudadano más, cómo le pueden hacer para ser incluyente”, sostiene.

Agrega que como Confe han permeado prácticamente en todo las zonas del país, para que las personas con discapacidad intelectual se empoderen.

Falta camino por recorrer

Precisa que los retos que tienen las personas con discapacidad intelectual son múltiples. De entrada, dice, como colectivo usualmente son discriminados dentro de los otros grupos con discapacidad.

Abunda que “si vas a un evento a donde se aborde un tema de discapacidad, por ejemplo, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, y puedes ver en los eventos, en los paneles, en las conferencias a personas con otras discapacidades, menos la intelectual, porque incluso en esos mismos colectivos se considera que ellos no pueden, que son niños, que no se dan cuenta, que hay que tratarlos distintos, hay una condescendencia y eso provoca que no haya espacios para ellos en el mismo colectivo de personas con discapacidad”, enfatiza.

Otro reto es la falta de escuelas que estén sensibles ante una condición como la que viven, pues a diferencia de otras discapacidades, su condición tiene que ver con la comprensión de ideas, con el entendimiento, y eso genera una mala actitud hacia ellos. Puede ser que piensen que el chico se está “haciendo el tonto” para no aprender, por eso en muchas escuelas los discriminan.

En el aspecto laboral también sufren de discriminación, pues las empresas prefieren contratar a personas con discapacidades físicas, o incluso visuales, y a ellos, con discapacidad intelectual, les dan los puestos que nadie quiere, el que lava, el jardinero, el que hace el aseo.

“En otros aspectos, las familias los siguen tratando como niños, lo que provoca que no tomen un lugar más empoderado, más de adultos, entonces son los que siempre viven con la familia. Mientras que otras personas pueden casarse y tener una familia, o vivir solos, una persona con discapacidad intelectual no necesariamente. Parecerá que su destino es vivir siempre con alguien, en lugar de generar sistemas de apoyo que les permita incluirse en la comunidad”, puntualiza.

bft

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