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Reacciones bioquímicas en el cerebro que involucran el sistema de recompensas y respuestas al estrés, así como la secreción de sustancias similares a las generadas con el consumo de drogas se involucran en el enamoramiento, al menos en su primer etapa. Además, las condiciones sociales también impactan estos procesos, señala Marie Christine Aline Bedos, doctora en Ciencias y profesora adscrita a Neurociencias en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Juriquilla, de la UNAM.
Primeros “síntomas” al enamorarse
En la primera etapa de enamoramiento, cuando se comienza a ver a una persona, el sudor de las manos es una típica respuesta de estrés. Se secreta más cortisol, que es la hormona del estrés, lo que hace es que se acelere el corazón y se secreten otras hormonas, como la noradrenalina, que también favorece ambas reacciones, explica.
También en las primeras etapas del enamoramiento surge la secreción de hormonas gonadales, hormonas sexuales, como la testosterona y el estradiol.
Se ha demostrado que en esta etapa los hombres disminuyen la secreción de testosterona y eso hace que disminuya la probabilidad de que sean más agresivos, porque mucha testosterona provocará agresividad en su comportamiento en general.
En las mujeres la testosterona provoca que las mujeres sean más receptivas a la persona que le gusta, motivando que el encuentro entre la pareja sea más factible y probable.
En esta primera etapa estas son las reacciones, aunque estas sirven para aumentar la atención hacia esa persona especial. Es un periodo de enfoque para poner toda la atención.
El papel del sistema de recompensa
La respuesta del organismo es la secreción de cortisol desde el cerebro, y después hay otros neurotransmisores que van a liberarse. El deseo de estar con alguien tiene que ver con la motivación para pasar más tiempo con la persona: aquí se involucra el sistema de recompensa.
Ahí se libera dopamina y cada vez que vamos a ver a esa persona se libera esta sustancia y esto hace que se quiera estar más con esa persona. Se llama sistema de recompensa, porque la dopamina lo que hace es justamente hacer sentir recompensa cuando se ve a esa persona, es agradable.
La dopamina no es la que hace sentir placer, esa es una creencia compartida en muchos medios, pero no es de esa manera, explica la especialista. La dopamina estimula otras partes del cerebro que harán que se sienta bienestar, placer en presencia de una persona.
El sistema de recompensa es un conjunto de áreas cerebrales que, desde un punto de vista evolutivo, se usan para conductas que tienen que ser motivadas para la supervivencia. Por ello será importante para buscar alimentos para sobrevivir, así como la reproducción, que si bien no es necesaria para sobrevivir como individuo, si lo es para que perdure la especie.
También hay una disminución del neurotransmisor serotonina, que da tranquilidad. Ahora se relaciona que cuando hay bajos niveles de serotonina se asocia con la obsesión que se tiene con una persona en un inicio, y la respuesta es que se quiere pasar todo el tiempo con esa persona. Esos bajos niveles de serotonina también se encuentran en las personas con trastornos obsesivos compulsivos.
“Pasamos por una fase en que por esos bajos niveles de serotonina estamos obsesionados, siempre pensamos que queremos estar con esa persona”, abunda la especialista.
Relaciones sexuales y la parte social
En ese sentido, también tienen que ver las relaciones sexuales, pues tras ellas se libera oxitocina, hormona que se relaciona con el apego. Ahí surge esa sensación de fusión con esa persona, y que con el tiempo y la repetición se vuelve más fuerte.
“Vamos a buscar con quién aparearnos. Este sistema de recompensa va a hacer que nos guste una persona, estar más tiempo con ella para eventualmente reproducirnos. El fin inicial y de la naturaleza es ese. El sistema de recompensas es volver a reproducir conductas que sirven para la supervivencia. Es el fin natural”, abunda.
También con las relaciones sexuales se liberan endorfinas y endocannabinoides, que son neurotransmisores que se generan naturalmente en el cerebro, pero que en el caso de los primeros, son de la familia de los opioides.
Se pasa de ese deseo de sólo estar con la persona elegida a desarrollar ese apego, que es cuando se disfruta pasar más tiempo con esa persona, explica la especialista.
“Hay algunas teorías que indican que la mujer buscará la genética de una persona que pueda cuidar de sus hijos, eso es común para otras especies. También es cierto que hay una parte meramente cultural del patriarcado, y se tiene la idea de que el hombre es quien tiene que proveer , y que la mujer tiene que buscar ese esquema, pero no quiere decir que tenga algo que ver con la neurobiología”, enfatiza Aline Bedos.
Sin embargo, la conducta social sí tiene sus sustratos neurobiológicos. Esta conducta y parte del enamoramiento tiene un carácter ineludiblemente social. El amor se puede definir de distintas formas. Es la fase de enamoramiento. Luego el amor romántico. Luego de muchos años se puede seguir hablando de amor, pero no es lo mismo que al inicio.