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Los clientes observan las calaveras de azúcar y los alfeñiques del puesto de José García y su familia. Además de estos productos el comerciante del mercado Escobedo vende papel picado, veladoras, y algunos adornos de Halloween.
A pesar de la cantidad de personas que llegan hasta el puesto, José dice que las ventas, en comparación con años anteriores, son más bajas. Además, los productos han aumentado sus precios en 10%, en promedio.
Los queretanos se preparan para el Día de Muertos. Para ello compran todo lo necesario para elaborar su Altar de Muertos. Las figuras que ofrecen los García van desde las tradicionales calaveritas de azúcar y de chocolate, hasta alfeñiques de vendedores de elotes o tortilleras, pasando por ataúdes y mesas completas hechas de azúcar.
Naomi García, hija de José, explica que este año ha habido menos gente tomando en cuenta que se está a unos días de la festividad. Hay movimiento, pero “a estas fechas del año pasado había más gente”, señala.
José, por su parte, explica que los precios de los productos han aumentado entre 5 y 10%, en relación al año anterior.
Antes, una persona se gastaba entre 200 y 250 pesos en la compra de todo lo necesario para colocar su Altar de Muertos, entre papel picado, calaveritas, alfeñiques y otras decoraciones. Ahora disminuye la cantidad de producto que compran. Si antes adquirían 10 papeles picados, ahora compran cinco. También en el caso de las calaveras, pues en años anteriores podían llevar seis o siete, y ahora llevan tan sólo cuatro.
Explica que las calaveritas de azúcar registran aumentos de dos o tres pesos por pieza. Las que costaban antes 10 pesos, ahora están en 12 pesos. Las de 15, ahora cuestan 18. La calaverita más cara cuesta 90 pesos.
Alfeñiques de perritos y gatitos, entre los productos más solicitados
Sobre los productos que más buscan los clientes en estas fechas Naomi explica que tanto el año pasado como este las figuras de animales, en especial de perros y gatos son las más pedidas. “Se nos han acabado rápido las que hemos traído. Yo lo noté desde el año pasado. Desde el año pasado empezaron a pedir esas figuras y este año ha aumentado más. Son las primeras (piezas) que se acaban. Todavía a estas fechas siguen preguntando si todavía tenemos de esas figuras”, precisa.
Calaveritas personalizadas
Fiel a la tradición, Naomi indica que todavía ponen nombres a las calaveritas. Si el cliente lo solicita, sin costo alguno, y siempre y cuando el tamaño de la calavera lo permita, pues es ella quien les rotula el nombre con líquido color naranja, que es una pasta especial para ello.
Naomi explica que la mercancía que tienen a la venta es elaborada por la misma familia. Como es mucho producto comienzan a hacer todas las piezas en el mes de julio. La decoración de las calaveritas se lleva a cabo desde agosto y septiembre, pues la pasta es absorbida por la azúcar de la pieza.
José agrega que si hay mucha humedad se “trasmina” a la calavera. En caso de que no haya esta condición puede aguantar más tiempo. “Por eso las hacemos y las dejamos en blanco y ya aquí la vamos decorando, para que no se lo coma el color”.
El hombre pinta las calaveras en un rincón del puesto. Las huellas de su trabajo se notan en sus manos y brazos que están coloreados de verde, por la pasta que usa para decorar cada una de las piezas.
Con habilidad, José va dibujando con la pasta flores y grecas en las calaveras. Luego, las coloca en donde están otras calaveritas ya terminadas.
Un hombre le pide a Naomi que personalice sus calaveras. La joven toma una bolsa con pasta y comienza a escribir con habilidad los nombres que pide el cliente. Tras unos minutos de labor, la vendedora termina y entrega el producto.
Alrededor del puesto de José y su familia hay boleros, locales de jugos y cocteles de frutas. Un poco más allá, de carnitas y chicharrón. También hay un negocio de compra de disfraces, también uno de los más socorridos en estas fechas.
José comenta que el arte de elaborar calaveras de azúcar fue por su suegra, quien comenzó con la elaboración y venta de estos productos de temporada. Agrega que ellos siguieron con la tradición, pero no sabe si sus hijos quieran continuar con la misma.
Naomi responde que sí, que ella sí está interesada en seguir con la tradición comenzada por su abuela. “Sí, me gusta el comercio. Sí es matado, te quita muchas oportunidades, pero te da otras. Es bonito. Por mi parte sí, no sé mis hermanos, pero yo sí pienso seguir con la venta”.
La joven precisa que le gusta el Día de Muertos, también explica que le gusta el pan de muerto y los dulces. Añade que cree firmemente en que las almas de los difuntos vienen en esta temporada, pues eso le inculcaron, tradición que conserva con la venta de sus productos que decorarán en estos días los hogares queretanos.
Los compradores siguen llegando al puesto. Observan por unos minutos todos los productos y deciden cuáles comprarán. A pesar del aumento en precios, y que en muchos casos “el horno no está para bollos”, los queretanos no dejan que la costumbre de recordar a los muertos se vaya a la tumba.