Rebeca pasó por momentos de mucho estrés y preocupación pues, en medio de la emergencia sanitaria por el Covid-19, fue víctima de un fraude con sus tarjetas bancarias, situación que le trajo una deuda superior a los 60 mil pesos y que tuvo que pagar, pues el banco amagó con comprobalo a través de su nómina; por la forma en la que sucedió, sospecha se fraguó desde la misma institución bancaria española.

“Yo le recomendaría a la gente que no pague”, dice la joven mujer, quien para pagar la deuda del desfalco del cual fue víctima, tuvo que endeudarse por otro lado.

La profesionista explica que las tarjetas de crédito de un banco español las guardaba para alguna emergencia que pudiera presentarse durante la pandemia. Su deuda era manejable y no tenía problemas con sus pagos. Tenía un historial crediticio impecable.

Narra que el 11 de agosto recibió una llamada del banco. Tenía registrado el número porque hace un año le hicieron un fraude, diciéndole que se había ganado un monedero electrónico; ya le habían hablado con anterioridad, por lo que no se le hizo extraño. Incluso, habían rentado un salón en un hotel de Querétaro para entregar el supuesto premio.

El “gancho” también fue que trabajaban con una agencia de viajes. Con su tarjeta pagó el adelanto de un viaje, sin embargo, cuando trató de comunicarse con la agencia de viajes, se dio cuenta del fraude.

Pasó un año de esa experiencia, y el pasado 10 de agosto en la noche le llegó un mensaje a la aplicación del banco, ofreciendo aumentar el límite de crédito de su tarjeta. Como ya lo había hecho en otras ocasiones, lo aceptó.

Al otro día por la mañana, recibió una llamada del número que tenía guardado del banco, donde le advertían que estaban tratando de hacer una compra en la ciudad de Puebla, cuando sabían que estaba en Querétaro.

“En ese momento intenté entrar a la aplicación del banco para saber si era verdad lo que me estaban diciendo, pero estaba bloqueada. Uno piensa: ‘me quieren [hacer] un fraude’. Me preguntaron si quería hacer una aclaración. Dije que ‘sí’ y me pusieron en espera, pero ya en esos momentos estás temeroso y dudas. Me quitaron de espera y me dijeron que me iban a pedir unos datos para saber si era yo”.

Le dieron nombres y direcciones de personas que no conocía, por lo que procedieron a levantar la aclaración, pero la vuelven a poner en espera. En ese lapso, desde otra línea telefónica, marcó al banco, para lo que le piden un código de cliente. En ese momento la quitan de “espera” y le preguntan si está intentando entrar a la línea del banco, porque les aparecía que estaba marcando y “los iba a sacar del sistema”.

Colgó la llamada y siguió con ellos. Sólo le pidieron su correo electrónico pero, como consejo de su padre, decidió marcar al banco, donde le explicaron que ellos no hacen ese tipo de llamadas ni piden datos.

Le ofrecieron consultar los estados de cuenta de sus tarjetas. Rebeca explica que la deuda en las dos tarjetas de crédito que tenía no rebasaba los siete mil pesos, pero a través de la aplicación móvil “bajaron” el resto del crédito que tenía a su tarjeta de débito de su trabajo, en el mismo banco, y desde esa tarjeta, la de nómina, hicieron transferencias a otras cuentas.

De inmediato denunció el fraude, levantando una aclaración al banco, además de hacer una denuncia ante la Fiscalía General de la República (FGR), pues se trata de un delito federal, donde tardó en poner la denuncia, debido a que “tenían mucha gente”, por lo que le pidieron hacer su declaración por escrito para “agilizar” el trámite.

También le dijeron que le enviarían a un agente para investigar, pero hasta la fecha esto no ha ocurrido.

En la Condusef le dijeron que por la pandemia todo se hacía vía electrónica, aunque esta instancia es meramente conciliatoria, por lo que no puede sancionar al banco. En su experiencia, dice, no le sirvió de nada.

El monto de fraude que le hicieron a Rebeca fue de 54 mil pesos. Mucha gente le dijo que no lo pagara, mientras que los abogados le decían que era un procedimiento más engorroso, que saldría más caro que la misma deuda.

Asimismo, tenía que pagar, porque los intereses de ese dinero robado se los cobraban. Además, algo que la hace sospechar que dentro del mismo banco se operó el fraude, es que los movimientos se hicieron en su fecha de “corte”.

Por consejo de un abogado, que le pidió ver qué pasaba a final de mes, no pagó, pero como Rebeca tiene su nómina en ese banco, la institución bancaria “jaló” de su salario el pago mínimo, además de que le cobraron intereses y de los intereses la deuda subió a 64 mil pesos.

Para saldar la deuda tuvo que solicitar un préstamo a una caja popular, pues en el banco se negaron cuando trató de negociar la forma de pagar la deuda.

En el banco les dijeron que podía pagar durante 45 meses dos mil 500 pesos, con lo que la deuda ascendería a 102 mil pesos. “Están pero mal. Todavía que me roban, tengo que pagarles y pretenden que les pague casi el doble de lo que me robaron”.

Al final, la opción fue el préstamo en la caja popular, donde le prestaron para saldar la deuda y le cobran menos intereses.

“Cancelé las tarjetas, no me quedaron ganas de tener más, cuando realmente yo las tenía para alguna emergencia, no tanto para gastar. Y a mí me hace pensar que fue gente del banco la que hizo el fraude… por como pasaron las cosas me hace pensar que fue gente del banco”, puntualiza.

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