Al mirar la foto de la portada de una revista, donde ella aparece atrás de una mesa y con una cocina de fondo, Chepina Peralta sonríe y dice que era su primer escenografía. Esa foto ya tiene más de 40 años, pero la sonrisa de la primera presentadora de recetas de cocina de México y América Latina sigue siendo la misma.
La legendaria conductora de programas de cocina, pionera en ese tipo de género, espera en la sala de la casa de retiro (asilo) en la que vive actualmente. Pregunta si le sacarán fotografías, para arreglarse. No hace falta. Chepina luce impecable.
Afirma que en 1967 fue la primera mujer en América Latina en presentar un programa de cocina en la televisión. “Una señora tuvo la idea de hacerlo y buscaron a una personas, a una mujer más o menos de mi edad en aquel entonces, treinta y pico, que tuviera facilidad de palabra. Soy maestra de oratoria, y querían a una señora que fuera auténtica ama de casa y que pudiera hablar, para hacer un programa de televisión de 15 minutos diarios. Por tres meses fue el primer contrato.
“Yo no sabía cocinar ni me gustaba. En casa se cocinaba y se tenía que cocinar, pues había cinco niños y un marido en la familia, pero no me gustaba cocinar. Eso no lo dije en la entrevista y me dieron el trabajo, pero no tenía problemas porque me daban el guión y duraba 15 minutos”, narra.
Recuerda que tiempo después, a sugerencia de un conocido en la Secretaría de Educación Pública (SEP) tramitó su licencia de locutora, por lo que se preparó con un gran número de guías de estudio.
Luego dejó de ir a la televisión, pues se terminó el programa, además de que coincidió con una laringitis que padeció. Cuando se recuperó regresó a la televisión, fue recibida por un productor cubano que le preguntó a gritos dónde se había metido, pues no tenían ni su dirección ni sus datos. Le enseñó las cartas y telegramas de muchas mujeres que estaban “locas” por su programa, y le ofreció continuar con el espacio pues, incluso, ya tenían patrocinador.
La contrataron y tuvo su propio espacio, con Salvador Ortiz como productor, el cual duró nueve años al aire. Se dio cuenta de la importancia que tenía la alimentación para la salud de la población y evitar el sobrepeso y la obesidad. El doctor Escobar, endocrinólogo del hospital de La Raza, en aquel entonces, notó el poder de la televisión para educar a la gente.
Dice que el doctor la ayudó a entender enfermedades como la diabetes y la importancia de tener una dieta equilibrada para evitar ese padecimiento. “Teníamos el problema de los niños obesos. Me di cuenta de la oportunidad que tenía con un programa diario de media hora”.
Indica que en su programa, de forma agradable, daba sus mensajes con recomendaciones para llevar una vida saludable. También aprendió cocina de diferentes países, gracias a sus viajes por el mundo.
De la televisión pasó a la radio, recorriendo buena parte de los medios de comunicación, debido a la fama que ya tenía entre las mujeres.
Entre los personajes que recuerda con cariño es a Francisco Fuentes “Madaleno”, pues él, junto con Daniel Pérez Arcaraz, tenían el programa El Club del Hogar, en el mismo estudio.
Dice que el comediante hacía chistes con lo que ella decía, pues en su programa siempre decía que a la hora de la comida debía haber armonía, pues era el momento en el que los padres podían educar y platicar con sus hijos. Madaleno, recuerda Chepina, decía que “ya está esa vieja con sus fritangas espirituales”.
“Otro día, en el Día del Amor y la Amistad, llegó con su jorongo lleno de besos para darle celos. Era simpatiquísimo. Nos llevábamos muy bien. Me decía ‘la cochina de Chepina’. Daniel le decía que no fuera grosero. Respondía que no era grosería, que era ‘mochilingüe, que era italiano, ‘la cuchina de Chepina’”.
Chepina dice que a lo largo de todos los años que estuvo al aire y en vivo le pasaron muchas anécdotas, pero recuerda una en especial que ocurrió cuando estaban arreglando el estudio. El lobby del teatro estudio se acondicionó para transmitir el programa. Cuando estaban a punto de entrar al aire, un tubo que estaba sobre la mesa se cayó saliendo volando todos los ingredientes.
“Como pudimos recogimos todo lo que estaba el suelo. El director, bien astuto, puso un vals, para que me diera tiempo de reponerme y a ver qué hacía yo con lo que quedaba.
“Dije: señoras, a veces abrimos el refrigerador y no quedan más que sobritas de alimentos de otros días, entonces no se van a tirar, se deben aprovechar. Pero era para darme tiempo de pensar que podía hacer. Poco a poco hice un pastel y quedó. Cuando terminó el programa tiramos el pastel porque estaba lleno de vidrios de todo lo que se rompió”.
Comenta que un día hizo zarzuela de mariscos. El programa era en la mañana, y en la noche tenía amigos que irían a cenar a su casa donde comerían el mismo platillo.
Entonces se metió a la pescadería de un supermercado, donde pidió los ingredientes de la receta que había dado en la mañana. Al tercer ingrediente, el hombre que la despachaba le dijo la lista completa de los ingredientes, al tiempo que le preguntó si también había visto a la tal Chepina Peralta, porque todas las señoras le habían pedido eso. No la reconoció.
La cocinera más famosa de la televisión se despide. Pide su rebozo, pues nota intenciones de quien lo sostiene de llevárselo, al tiempo que ríe. Sigue posando para las fotos, con una sonrisa en el rostro.