En la iglesia de la Virgen de Guadalupe en Ajuchitlán, Colón, decenas de personas se reúnen para despedir a Luis Fernando Pérez Balderas, combatiente de incendios de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), quien murió en el desplome del helicóptero de la Secretaría de Marina (Semar) mientras combatían un incendio en la Sierra Gorda de Querétaro, el pasado 24 de mayo.
Los asistentes miran en silencio el féretro color marfil donde descansan los restos del brigadista. También están presentes sus compañeros de la Conafor y de otros cuerpos de rescate, como los bomberos de Tequisquiapan, Colón y Cadereyta.
El ambiente es de desolación, la muerte del joven brigadista sobresaltó a la pequeña comunidad; la mayoría de los habitantes aún lloran la muerte del muchacho.
Sus padres esperan resignados a que el sacerdote reciba el féretro en la entrada de la iglesia, cuando esto ocurre suenan las campanas y el cortejo entra a la parroquia.
“En el nombre de Cristo procedamos en paz”, dice el párroco y detrás de él avanza una multitud. Los brigadistas portan orgullosos su uniforme, entre todos cargan el sarcófago.
Los familiares de Fernando llevan en brazos dos de sus retratos; en uno de ellos el joven posa sonriente junto a una camioneta de rescate, en el otro se muestra su rostro sonriente, portando con orgullo el característico uniforme amarillo que identifica a los brigadistas.
Familiares y amigos tienen de frente dos realidades contradictorias, por un lado la sonrisa amplia y sincera de Fernando plasmada en las fotografías; por el otro, un ataúd que recorre silenciosamente los pasillos de la iglesia, ante esto no hacen más que limpiar discretamente sus lágrimas.
Algunos asistentes esperan afuera, refugiados en la sombra de los árboles o sentados en jardineras, pues en el templo no hay lugar suficiente para todos.
Durante la homilía, el sacerdote hace un llamado a respetar y valorar el trabajo de los brigadistas que resultan heridos o, como en el caso de Fernando, que pierden la vida para ayudar a los demás. Todos asienten con la cabeza, reflexionan sobre lo ocurrido hace ya 10 días.
Al finalizar la ceremonia religiosa, los restos de Fernando encabezan nuevamente la marcha fúnebre, detrás de él sus padres avanzan abrazados, en silencio, con la vista baja, sin mirar a nadie más.
El cuerpo del brigadista es resguardado en una carroza funeraria que se dirige al cementerio municipal, en el centro de Colón. Detrás de la carroza se integran varios vehículos de rescate de Protección Civil, Bomberos y Conafor; los brigadistas hacen sonar sus sirenas, como homenaje a su compañero fallecido.
Una vez en el centro de colon, donde tiene lugar un homenaje luctuoso de parte de autoridades estatales y municipales; los sonidos de emergencia, que emanan de los vehículos de rescate en la caravana, despiertan la curiosidad de los vecinos. Durante el recorrido, hombres y mujeres, ancianos y niños salen al umbral de sus casas para ver el escenario luctuoso.
En la plaza principal del municipio de Colón se monta una guardia de honor como homenaje de Luis Fernando y a los demás brigadistas fallecidos en el accidente de helicóptero. Autoridades de la Conafor realizan un pase de lista y a unísono gritan “¡Presente!” Cuando se nombra a Luis Fernando Perez Balderas.
La primera guardia de honor la realiza la familia de Fernando, quienes se colocan junto al cuerpo del brigadista y guardan unos minutos de silencio. La segunda guardia es realizada por autoridades estatales y municipales, encabezada por el gobernador Francisco Domínguez y el alcalde Alejandro Ochoa. Una tercera guardia de honor es formada por los distintos brigadistas presentes en el homenaje.
El acto solemne termina con las condolencias del gobernador Francisco Domínguez, quien entrega una bandera perfectamente doblada a los familiares de Luis Fernando. Todos avanzan al interior de la presidencia municipal donde se aprecia una bandera a medio izar. Minutos después, los padres del brigadista fallecido salen del inmueble con el uniforme de su hijo en brazos.
Afuera, los asistentes los esperan a rayo de sol, para acompañarlos a dejar el cuerpo de su hijo en el campo santo. Inicia de nuevo el cortejo fúnebre, esta vez hacia su última parada.
Actualmente, el incendio que llevó a Luis Fernando Pérez Balderas a sobrevolar la Sierra Gorda de Querétaro, exactamente en Jalpan de Serra, se encuentra extinto en un 90%, según informó el secretario de gobierno Juan Martín Granados Torres.