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Como marca la tradición católica, los viernes de cuaresma se debe observar la vigilia y no consumir carnes rojas, por lo que pescados y mariscos son buscados por los fieles y no tan fieles, que buscan conservar la costumbre.
Martín López García, comerciante de pescados y mariscos, junto con sus hijos, en el mercado Escobedo, espera que este año las ventas sean mejores que el pasado, cuando el Covid-19 aún mantenía alejada a la clientela de los mercados.
Los pasillos del mercado Escobedo lucen llenos de clientes que caminan mientras observan los diferentes puestos.
Carnes, así como pescados y mariscos están en el mismo pasillo. Mientras los negocios que ofrecen carnes de res roja lucen sin compradores, aquellos que ofrecen productos del mar están llenos, en su mayoría, de personas que quieren comprar mojarras, filetes o mariscos.
Las clientas esperan su turno en la pescadería de Martín y su familia. “Estamos en espera de que la gente venga a comprar su pescadito. El año pasado, con eso del Covid-19 y la contingencia sanitaria, estuvo más crítica la venta. No dejaban que se amontonara la gente y eso nos perjudicó mucho.
“Ahora, en este año, ya se ha controlado la pandemia y esperamos que mejoren las ventas para este año, especialmente para la Semana Santa que se avecina”, indica.
Sus hijos atienden a las clientas que piden un kilo de filete o mojarras por kilo.
En menor medida, camarones y otros productos debido a los precios que en estos tiempos aumentan debido al aumento de demanda.
Los tablajeros vecinos de Martín observan a las clientas que llegan de manera constante a ese puesto y las otras pescaderías del Escobedo.
“En comparación con el año pasado, las ventas están un poquito mejor [este primer viernes de cuaresma]. Han aumentado entre 10% y 15%.
“Esperemos que para la Semana Mayor, la Semana Santa, mejore mucho más”, subraya.
El mercado Escobedo y sus locatarios, además de ofrecer el pescado y mariscos crudos, también cuentan con una media decena de marisquerías ubicadas en su interior, donde los clientes que prefieren los platillos ya preparados pueden pedirlos al gusto.
Martín indica que muchos de los clientes acuden a comprar los productos crudos para que ellos mismos los preparen a su gusto en casa.
Precisa que pescaderías hay alrededor de seis, incluida El Golfo, la suya, que atiende junto con su familia.
Alrededor se escuchan los pedidos de las clientas: “Deme un kilo de mojarra. No, mejor deme cuatro, lo que pesen y medio de filete de cazón, ¿en cuánto está el camarón?”.
Los precios están colocados en las diferentes especies de pescados y mariscos que se ofertan, pero aun así muchas clientas llegan a preguntar.
Martín dice que lo que más tiene demanda es la mojarra, a pesar del aumento de precio que tuvo este año.
“El año pasado estaba en 85 pesos el kilo, ahora está en 110 pesos. Dicen que está escasa, que no hay, y la demanda hace que suba”, explica.
Externa que es la especie más económica, ya que hay pescados más caros, como el róbalo, el huachinango, el mero, que son mucho más caros. La mojarra tilapia es la más barata.
Agrega que un kilo de mojarras medianas son tres piezas. Cada una pesa alrededor de 350 gramos. De la más grande son dos, pues cada una pesa medio kilo.
Apunta que otra especie que también aumentó mucho de precio es el huachinango, pero hay clientas que sí lo compran, aunque la mayoría optan por las especies más económicas.
El dicho de Martín se confirma. Una mujer llega a comprar mojarras. Toma una fotografía del precio del kilo del producto. “Es que me las encargaron de mi trabajo y no me van a creer lo que cuestan”, señala, mientras toma otra imagen más cercana.
En ese sentido, explica que la mandaron a comprar los pescados al mercado, pero no se esperaba que subieran tanto los precios de los productos del mar, aunque era de esperarse por la temporada.
Añade que la situación económica es complicada para la mayoría de las familias, no sólo de Querétaro, sino de todo el país, y que con esos precios sólo podrá consumir pescado una vez a la quincena.
Los precios del pescado, sin embargo, no distan mucho de los que tiene las carnes rojas. Así, mientras el kilo de filetes de cazón o de mojarra es de 200 y 170 pesos, respectivamente, el de bistec de res se encuentra hasta en 180. La diferencia no es mucha, pero en el primer viernes de cuaresma hay que guardar la vigilia.
Martín dice que los viernes de cuaresma y el Viernes Santo están tres o cuatro personas en el local. Entre semana son sólo dos o una persona atendiendo.
Este viernes acompañan a Martín, María Guadalupe y Jaquelin López Arroyo, quienes le “echan la mano”.
El comerciante precisa que ya tiene 16 años vendiendo pescados y mariscos en el Escobedo. En ese tiempo, menciona, hay clientes que han migrado a otros productos más económicos, como el pollo y otros alimentos, pero para quienes gustan del pescado están dispuestos a pagar un precio más alto por el alimento.
Añade que su mercancía, contrario a lo que se puede encontrar en las tiendas de autoservicio, está fresca, pues lo surten cada tercer día, principalmente de Michoacán y del Estado de México, así como de La Viga, de la Ciudad de México.
“Aquí les damos precio y calidad”, dice Martín, mientras observa que nuevamente se aglomeran las clientas frente al puesto. Un vaticinio de buenas semanas por venir.