Banderas multicolor inundan las calles aledañas al mirador de Los Arcos. La comunidad LGBTTTQI+ toma las calles, hacen suyos los espacios públicos, para decir “aquí estamos”.
Los vendedores hacen su agosto, con la venta de banderas, gorras, sombrillas.
Walter López, del Frente Queretano, señala antes de iniciar la marcha, la tercera ocasión que salen a las calles, como marcha del orgullo, pero es más de una década de salir a las calles. Esperan tres mil personas, no sólo de la comunidad de la diversidad sexual, también de los grupos excluidos de la sociedad. “La bandera arcoíris abarca a todos”, dice.
Se alistan para salir, para caminar por las calles por donde un día caminaron los héroes de la independencia, espíritus libertarios, que al igual que en este día salen en libertad, en paz.
Los participantes sonríen, se abrazan, se besan. No hay miedo a las reacciones de los demás. Se saben incluidos, arropados unos con otros.
De los negocios ubicados en 5 de Mayo aparecen de pronto banderas multicolor que apoyan al contingente que devuelve la cortesía con gritos y vivas.
El paso por la calle angosta se vuelve lento, pero no hay prisa. Tienen toda la tarde y la calle para ellas y ellos. Querétaro también es de ellos, a pesar de las resistencias de grupos que quisieran quitarles sus derechos.
En silla de ruedas marcha Daniel Arvizu, de 25 años. Comunicador de profesión, pero artista activo, dice que la intención es hacer presencia y dejar en claro que no claudicarán ante ninguna adversidad.
El contingente avanza por 5 de Mayo. Pasa frente a Palacio de Gobierno, donde se detiene por unos momentos, antes de continuar su camino.
La marcha avanza por las angostas calles. Los participantes muestran su orgullo, su dignidad.
Esta marcha incluye a todas y todos. Las activistas feministas también se unen a la marcha. Maricruz Ocampo, Alicia Colchado, Consolación González, entre otras, responden al llamado de unión de la diversidad.
Clientes de los restaurantes y bares salen a ver la marcha que es una fiesta total. Toman fotos, videos, sonríen, saludan a quienes marchan.
Las muestras de rechazo son pocas. Apenas uno que otro que con un gesto, un ceño fruncido expresa su rechazo a su manifestación.
Un discreto operativo de seguridad acompaña a la marcha. Cierran la circulación de las calles para proteger a los ciudadanos que caminan.
No sólo son integrantes de la comunidad LGBTTTQI+. Son familias enteras que marchan con sus hijos, sus amigos, sus padres, con ellos mismos.
Las calles son multicolor. Los balcones históricos, que han sido testigos de la historia de México, ahora ven pasar a la comunidad LGBTTTQI+, comunidad excluida por muchos años, que ha vivido escondida, sin salir a la luz.
La marcha tiene poco de evento político, a pesar de que hay consignas y peticiones, como el matrimonio igualitario, causa que exigen desde hace muchos años.
Lo que sí hay es apoyo de la ciudadanía que sale a ver la marcha. Las familias que salen a pasear el sábado en la tarde atestiguan la marcha, en la que se gritan consignas a favor de la igualdad de derechos, sin maltrato, sin que haya quienes quieran negarlos.
Fotos, videos, transmisiones a redes sociales, la cobertura es amplia, no sólo de los medios de comunicación, también de los ciudadanos que son testigos.
No faltan los empleados de algunos locales que salen y se unen al contingente, con la anuencia de sus jefes, que los ven marchar con los demás integrantes de la sociedad civil, pues no sólo son de la diversidad sexual. También es la sociedad en general. Son ciudadanos preocupados por los derechos de los demás, pues saben que cuando los derechos de otros son vulnerados, los propios también lo podrán ser.
Llegan al jardín Guerrero, donde un templete ya los espera para los espectáculos que se presentarán en el sitio. La plancha del jardín parece no ser suficiente para el número de participantes.
El jardín sirve para descansar, tomar fuerzas, reunirse, encontrarse con los amigos, darse abrazos, felicitarse por haber marchado, por salir juntos, por decir “aquí estamos y somos muchos”.
La mayoría descansa, se hidratan después de caminar bajo un sol abrasador y una temperatura cercana a los 30 grados Celsius. No hay quien se avergüence, hay orgullo, hay dignidad, hay agallas, hay pundonor, hay amor, hay felicidad.
Minutos después de llegar al jardín Guerrero, muchos se retiran, toman sus caminos. Se ponen sus banderas arcoíris en las espaldas, como capas, y caminan por las calles, por Madero, por 16 de Septiembre, por Juárez. Se retiran en parejas, se toman de las manos, se abrazan. Nada importa, ni las miradas, ni los susurros de la gente cuando los ve pasar, ni los jóvenes que están afuera de un templo sobre Madero. Nada importa. Este día, este 15 de junio de 2019, celebran su tercera marcha del orgullo LGBTTTQI+.
No hay miedo. Sólo alegría, que puede molestar a muchas y muchos. Pero la felicidad también es un derecho humano.