Con el propósito de crear un espacio permanente de educación ambiental en el Campus Juriquilla de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un grupo de especialistas de diversas ramas del conocimiento se da a la tarea de dar vida a un proyecto de conservación de áreas naturales en las instalaciones universitarias, con el propósito de preservar la flora y fauna endémica de la zona y que los queretanos la visiten, una vez concretada.

El biólogo y doctor en Ciencias Enrique Arturo Cantoral Uriza, profesor de tiempo completo de la Unidad Académica de la Facultad de Ciencias de esta sede, explica que “este proyecto tiene que ver con un interés de la comunidad dedicada a los estudios ambientales por rescatar áreas de vegetación nativa, que pueden ser restauradas y manejadas, hacia la conservación ambiental”.

FOTO: MITZI OLVERA
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Refiere que el campus tiene 30 años de existencia, y dentro del mismo quedaron fragmentos de vegetación nativa que son el matorral crasicaule y elementos de selva baja.

En este tiempo el campus fue creciendo. Distintas dependencias de la UNAM han colonizado el espacio y cuando un edificio nuevo llega transforma los ecosistemas naturales, se van modificando y no se piensa en el ambiente. Más bien, se piensa en el ambiente posterior al momento en el que se hacen las calles, avenidas, los edificios, las zonas habitacionales, indica.

Lo mismo pasa en sitios dedicados a la educación. “Nos dimos a la tarea de observar que tenemos cerca de cuatro hectáreas de vegetación que pueden ser potencialmente manejadas, que le den un sentido de conservación de la biodiversidad que ahí habita. Tenemos elementos muy importantes de vegetación, sin duda, como el garambullo, el huizache, las ceibas, una serie de árboles, arbustos, hierbas que arropan a una diversidad de aves, que es el principal grupo con mayor riqueza de especies.

“Aún tenemos una familia de zorros en el campus. Eso es muy interesante porque quiere decir que el depredador más grande nativo sigue persistiendo en el campus. Eso habla de un buen flujo de alimentación. Tenemos conejos, reptiles, una importante biodiversidad de insectos, plantas vasculares”, asevera.

Asimismo, precisa, se tiene un proyecto bandera con una especie de hormiga, la Atta mexicana, de la cual están conservando sus nidos y haciendo una educación ambiental hacia el campus. La idea es que esto sea para la comunidad en general, que las escuelas y los ciudadanos en general puedan venir.

“Vamos a generar senderos de interpretación de la naturaleza, donde uno pueda ir caminando y vea que este árbol tiene tal nombre con código QR, y dar información biológica para que la gente aprenda de lo que se tiene. Queremos que este sea un espacio de educación permanente en términos de educación ambiental”, sostiene.

FOTO: MITZI OLVERA
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Para ello, señala, se organizaron varias dependencias del campus, entre ellas la Facultad de Ciencias, la Escuela Nacional de Estudios Superiores, y el Centro de Geociencias, donde también se tratarán aspectos geológicos pues se tienen varios afloramientos, donde se puede explicar la historia de Querétaro a lo largo de millones de años.

Además de la conservación de flora y fauna, explica Cantoral Urquiza, se cuenta con otros servicios, como la captación de agua de lluvia, pues cuando se tiene vegetación el líquido puede caer por las plantas y es usado por animales. Además, llega al suelo y se infiltra y llega a los mantos freáticos, lo que beneficia al ser que esta zona de Querétaro se surte de agua a la población a través de pozos.

“También generan oxígeno. Al estar las plantas, el hacer fotosíntesis, permite que lleguen muchas especies, manteniendo una diversidad local de fauna y flora, amortigua la temperatura. Si mantenemos esos suelos tenemos buen funcionamiento.

“Hay una parte muy interesante que se llama la belleza escénica. Ese es un servicio ecosistémico que nos brindan los sistemas naturales, donde uno los percibe, consciente o inconscientemente. Pensemos en caminar entre árboles y generalmente nos da una sensación de tranquilidad. Pensemos caminar entre autos y nos ponemos inquietos”, ejemplifica.

El propósito es unir islas de vegetación para crear corredores de biodiversidad que permiten a la fauna, como las zorras, o cacomixtles, transitar de un lado a otro, y al ser vectores de semillas, pueden trasladarlas.

El investigador precisa que, de acuerdo a sus estimaciones, es probable que a mediados de 2024 se pueda abrir al público en general, con corredores y sistematización de información.

Además, este tipo de proyectos pueden servir como ejemplo para conservar otros espacios naturales. Incluso, acota que hay personal de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) que trabaja con algunos desarrolladores inmobiliarios en el rescate de la fauna y flora nativa en los sitios donde se construyen nuevos fraccionamientos.

“Al hacer infraestructura es importante hacer plantas nativas, porque mantienen la diversidad. Entonces tenemos que educarnos. La otra es organizarnos con gobierno, inmobiliarias, sector académico, para ayudar en este sentido. Lleva su tiempo, pero no hay que dejar de hacerlo. Sí necesitamos educarnos en este sentido”, concluye.

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