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Este domingo concluyó la peregrinación de Querétaro al Tepeyac.
El contingente varonil estuvo integrado por 17 mil peregrinos y la columna femenil por 25 mil mujeres, según datos que dio a conocer el gobierno estatal de Querétaro.
El contingente de mujeres, ayer en la Basílica de Guadalupe, fue el más notorio durante la misa que se realizó afuera del templo, la cual fue oficiada por el obispo Fidencio López.
El fervor de las mujeres
“Venimos muy cansadas, pero al pasar frente a la imagen de la Virgen el cansancio y todos los sacrificios experimentados durante la semana desaparecen”, cuenta Ana Isabel Bárcena, una de las 25 mil mujeres que participaron en la peregrinación.
Este grupo de mujeres caminaron entre ocho y 16 días para llegar al templo mariano, y este domingo por fin arribaron y pudieron escuchar misa en el atrio de la Basílica a las 11:00 horas.
Durante la homilía, los sacerdotes reconocieron la valentía de estas mujeres, pues algunas caminaron más de 300 kilómetros para poder llegar a este lugar de la alcaldía Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México.
“Un fuerte aplauso a todas ustedes hermanitas peregrinas, que le echaron muchas ganas y con la gracia de Dios aquí estamos. Que lleguen con bien a su casa, descansen, duerman lo necesario para reparar fuerzas. Que la alegría del Señor sea nuestra fuerza, pueden ir en paz”, señaló el sacerdote al terminar la misa.
El cansancio en las mujeres era evidente, pero la fe las movía y su rostro se iluminaba al estar a los pies de la Morenita del Tepeyac. Vestidas con trajes típicos, sombreros, huaraches, tenis o pantalón, sentían satisfechas por haber caminado y llegado a la meta que se propusieron desde hace varios días.
Ana Isabel caminó desde la ciudad de Querétaro y llegó a la Basílica de Guadalupe a darle gracias a Dios por las muchas bendiciones que le ha concedido a su familia, “pero también para pedir por situaciones de la familia, sobre todo salud”.
Confiesa que hay que prepararse física y espiritualmente para la peregrinación: “Porque hay veces que no sólo es algo físico lo que tenemos que hacer, sino también espiritualmente porque eso nos da una fuerza especial para poder llegar bien”.
Después de misa y de recibir la bendición del obispo, las miles de mujeres aprovechan para descansar, abrazarse y sacarse la fotografía del recuerdo.
Algunas permanecían sentadas, otras más comían algún aperitivo o se rehidrataban y tomaban fuerzas para emprender el camino de regreso a casa, aunque ahora en autobuses, por lo que desde ayer comienzan a llegar a sus hogares.
“Vine a ofrecerle a nuestra Madre Santísima todos nuestros sacrificios, pero más que nada agradecerle todas las bendiciones que nos ha dado a mí y a mi familia: nunca nos ha dejado solos y nos protege siempre en necesidades y enfermedad”, dice Patricia Montoya, quien llevaba una imagen de la Divina Infantita, representación de la Virgen María cuando era niña.
Relata que durante sus nueve días de peregrinar la lluvia los acompañó, pero “la lluvia era una bendición para nosotras, nos motivaba a seguir y al ver a la Virgen valió la pena”.
Acepta que al llegar a la Basílica sintió una emoción muy grande: “son cosas inexplicables, le tenemos una devoción grandísima a la Virgen”.
También participan ciclistas
Esta es la edición número 164 de la peregrinación que se realiza anualmente en julio. Después de las mujeres llegaron los hombres y los ciclistas al templo.
“Todo lo que pasamos, hambre, frío, no cuentan nada al lado de estar aquí, a los pies de nuestra Madre Santísima. Al verla sentí que mi corazón se me salía, que no podía con las lágrimas de verla y que pude llegar aquí y cumplir mi promesa y estar a sus plantas. Por mi hijo Rodrigo prometí esta peregrinación y Dios me permitió, y la Virgen santísima, cumplirla”, asevera Esmeralda Lira, quien mostró su imagen de San Antonio, quien le hizo un milagro, refiere, y le acompañará a la peregrinación de ahora en adelante.
Recalca que el cansancio no se compara con esa emoción de estar en la Basílica de Guadalupe. “Le pido a Dios que me conserve los pies bien, que es lo principal para caminar, para poder estar viniendo hasta que Dios me dé licencia”.
Relata que en promedio caminaban 27 kilómetros al día, y seguirá asistiendo a esta cita con su fe sin importar los obstáculos, ni el frío ni la lluvia.
Algunas mujeres esperaron en el atrio la llegada del contingente de hombres, pues ahí venían sus esposos, hermanos o parientes.
Los hombres llegaron alrededor de las 13:00 horas y, al igual que las mujeres, escucharon misa y fueron bendecidos en el atrio de este templo, que es el segundo más visitado por los católicos de todo el mundo, sólo superado por El Vaticano.
Antes de emprender el camino de regreso a casa, miles de mujeres y hombres fueron a apreciar más de cerca a la Virgen de Guadalupe y al estar a sus pies la emoción los desbordó y las lágrimas aparecieron.
Y así, con cansancio, pero con historias llenas de fe y con la satisfacción de haber visto a la Morenita del Tepeyac, terminó esta peregrinación de Querétaro, que es una de las más importantes y numerosas que recibe la Basílica de Guadalupe.