La conservación de los suelos no es sólo problema de los hombres del campo, es un tema que afecta a toda la sociedad, pues de ello depende el suministro de agua, de alimentos e incluso la propia salud humana.
Norma Eugenia García Calderón es profesora de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Campus Juriquilla, y es especialista en Ciencias del Suelo. Señala que estos están conformados por materia orgánica, que es parte de la fase sólida. Esta materia ocupa, en promedio, 5% en suelos productivos.
La materia orgánica es muy heterogénea. Se conoce la proporción de compuestos orgánicos que tiene de naturaleza conocida, como carbohidratos, proteínas, lípidos, pero también hay gran cantidad de coloides orgánicos constituidos por estos tres principales compuestos de la vida. Esto hace que haya macromoléculas muy importantes, cuya naturaleza es heterogénea, unidas a la parte mineral de los suelos, indica.
La riqueza de los suelos, explica, se puede ver por su color. “Esto lo entendían desde las culturas ancestrales: en la superficie del suelo, en los primeros 20, 30 centímetros que tienen mayor proporción de esa materia orgánica, se puede ver por el color que tiene.
“En los últimos años se habla de los suelos negros, pero en realidad en todas las culturas, a nivel global, se identificaba a los suelos negros como productivos, pese a este color”.
En gran parte la composición va de la mano del contenido de materia orgánica estable que contienen en sus distintos niveles de profundidad.
Al tener más contenido de materia orgánica, está estabilizada con la parte mineral, y en ese momento se unen los nutrientes que hay disponibles para las plantas, como el nitrógeno, el fósforo y el azufre, con los nutrientes que hay en la parte mineral para dar la opción para que las plantas no tengan deficiencias de nutrición, abunda.
El color, explica, se debe a que los coloides generados en el suelo por la actividad biológica , generan muchos compuestos que van coloreandose conforme va aumentando el peso molecular de la materia orgánica que queda en el suelo. Se forman estructuras que crean una red que favorece que el suelo sea como una esponja, lo que les permite retroalimentar los mantos freáticos y guardar una buena cantidad de agua para las plantas.
De ahí se desprenden otras condiciones favorables, como el hábitat; además, la humanidad depende en 90% de los productos que existen en el suelo: para su alimentación, energía y parte de los materiales, como madera y fibras, que favorecen toda una serie de recursos para el bienestar de la población.
Incluso, suelos que antes se conocían como suelos negros, han perdido carbono en forma de materia orgánica y a raíz de eso se generan dos tipos de suelos: suelos manejados por el hombre, cuya influencia se conoce a nivel de una clasificación como los antrosoles.
Y por otro lado, muchos se han compactado por mal manejo cuando se hace cambio de uso de suelo agrícola y las labores muy intensas en los terrenos hacen que el suelo pierda, por un lado, biodiversidad, y pierde la propiedad de ser como esponja. Se pierde la propiedad de tener suficiente agua y al mismo tiempo se compacta, de tal manera que ante eventos lluviosos, lo que se sucede es que hay un escurrimiento superficial que abate la profundidad del suelo y genera erosión hídrica, pero también queda sujeto a la fuerza del viento y genera erosión eólica.
En nuestro país, una tercera parte del suelo tiene graves problemas de erosión, y gran parte de estos se generan por el cambio de uso de suelo, el mal manejo e incluso su tráfico, comenta la especialista.
“Al mismo tiempo del cambio, no nada más de uso de suelo forestal a uso agrícola, sino de cualquier uso a una urbanización de manera exponencial, crea otro impacto, que es la formación, cada vez más intensa, de las islas de calor dentro de las poblaciones.
“Estas ya tienen gran cantidad de habitantes y requieren vías de comunicación, construcción de unidades habitacionales que muchas veces no guardan condiciones favorables para tener cuidado con la capacidad de mantener la cantidad de materia orgánica favorable en los suelos”, subraya García Calderón.
La población, poco a poco, va usando los suelos, y éstos quedan sin una cobertura vegetal que es la que constantemente provee el recurso para que se forme un suelo estable. La materia orgánica, una vez que se estabiliza en el suelo como coloides muy complejos, puede durar miles de años.
Aunque quede poca materia orgánica estable, la misma puede lograr un equilibrio y mantiene el contenido de manera continua y de manera evidente con las estaciones.
Así, la temporada de lluvias genera mucha dinámica en los suelos, mientras que la sequía favorece la estabilización de los componentes de la materia orgánica, con los minerales presentes en el suelo.