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Lo mismo en la Sierra de Querétaro que en alguno de los 18 municipios del estado, las Damas Voluntarias de la Cruz Roja llevan despensas, ropa, insumos, capacitación básica y momentos de alegría a los habitantes de colonias y comunidades marginadas.
Para conocer las actividades que llevan a cabo, EL UNIVERSAL Querétaro acompañó a estas voluntarias a un día de trabajo en Santiago Mexquititlán, una comunidad de Amealco, ubicada a 90 minutos de la capital del estado y que cuenta con poco más de 15 mil habitantes.
Ayudar suena fácil, pero estas mujeres destacan que para apoyar a casi un centenar de familias se requirieron más de dos meses de planeación y el trabajo diario para conseguir apoyo económico o en especie de empresas y particulares.
Pero el esfuerzo lo vale cuando se llega a la comunidad y se constata que pese al frío matinal las familias esperan con gran expectación el arribo de las camionetas donde se transporta la ayuda.
Tras los saludos y la bienvenida, las familias se dividen en dos grupos: por una parte, los adultos se congregan al interior de un inmueble para recibir un curso de atención a emergencias básicas, vital para atender accidentes caseros; por otra parte, los niños se organizan en el patio, donde se les tienen preparados diversos juegos y actividades. Emocionada, una chica de aproximadamente 10 años entona cánticos en otomí y, como si todo hubiera sido ensayado, los menores intercalan las canciones tanto en su lengua originaria como en español.
En agradecimiento por la ayuda recibida, las mujeres de la comunidad acomodan las ollas y los sartenes que contienen el agradecimiento universal por excelencia: comida. Tortillas hechas a mano, pollo, mole, huevo, bistec y refrescos son algunos de los platillos que los habitantes de Santiago Mexquititlán llevan para compartir el pan y la sal con el grupo de ciudadanas que se tomó todo un día para ayudar, compartir y enseñar.
Entre los beneficiarios se encuentra Josefina Fernández Martínez, habitante de Santiago Mexquititlán Barrio Primero, quien se dice emocionada porque pensó que ella no estaba en la lista de ayuda de nadie. Y es que desde hace tres años ha solicitado apoyo a los gobiernos municipales en turno, sin éxito.
El hogar de doña Josefina, donde vive con su hijo, es de techo de lámina. Dice que ha pedido apoyo para construir un techo de concreto y un baño, pero nadie la ha ayudado. Por ello, esta madre soltera de 35 años agradece la visita de las Damas Voluntarias.
Más que ambulancias y médicos
Para lograr la conexión entre voluntarias y ciudadanos, siempre es necesario el apoyo de quienes tienen contacto con la realidad de las comunidades. Es el caso de Laila Reséndiz, encargada del programa de Asistencia a Comunidades de las Damas Voluntarias en Querétaro, y quien también las acompañó para entregar despensas y ropa entre los habitantes.
Ella ha estado en el voluntariado desde dos décadas y se considera privilegiada por poder formar parte de estas acciones que, dice, se dirigen a comunidades “donde nadie ha podido o no ha querido llegar”. Señala que en cada entrega se beneficia a entre 50 y 100 familias.
“La mejor experiencia es poder ayudar a mucha gente, que te den las gracias y que te bendigan; pero la más triste es cuando apoyamos a personas enfermas, en etapas terminales, a las que llevamos ayuda cada mes y constatamos su deterioro, cómo se les va yendo su vida”, agrega.
Mirar por los otros
Debido a los apoyos económicos y a la compleja logística que se requiere, Sandra Bravo Morales, coordinadora estatal de Damas Voluntarias de la Cruz Roja Mexicana, admite que este año apenas han podido realizarse cuatro de estas jornadas de ayuda.
Sandra, quien tiene más de 20 años formando parte de esta institución, explica que en ocasiones la Cruz Roja se acerca al DIF para saber de las comunidades más vulnerables. “Otras veces, de la mano de Protección Civil, visitamos los municipios y las comunidades. Nos acercamos, hacemos una evaluación, detectamos necesidades y vemos la capacidad que tenemos de atenderla. Ya que detectamos eso nos acercamos con la persona que va a ser el líder del proyecto en la comunidad para involucrarlos”.
La labor que realiza este grupo no es exclusiva del estado de Querétaro, pero la organización y el trabajo de las 118 Damas Voluntarias que lo integran sí ha trascendido en la República; y aquellas entidades que no cuentan con este esquema, las han visitado para conocer cómo es que lo logran y poderlo replicar.
—¿Qué hace tan especial a este programa? —se le pregunta.
—Que no es asistencialismo puro. Las Damas Voluntarias se ocupan de enseñar a las personas sobre cuidados del adulto mayor, los peligros de la diabetes, o de capacitarlas sobre algún tema en particular. También realizan actividades para los pequeños.
“No debemos dejar toda la responsabilidad al gobierno, todos podemos sumar; nosotros somos intermediarios. Sí trabajamos mucho, tocamos muchas puertas para poder conseguir los apoyos y poder entregarlos, lo cual es una gran satisfacción.
“La gente siente que alguien los toma en cuenta y eso es lo que te llevas como experiencia y como pago de tu trabajo”, dice.
Para Sandra, dos décadas de labor le han dejado varias historias que contar, unas que te hablan de la falta de humanidad y otras que te hacen recuperar la fe en las personas.
Una vez en una zona llamada La Joya, en Amealco de Bonfil, se realizó un festejo para los pequeños, a ellos se les ofrecieron tortas de jamón y queso, una de las voluntarias se las ofreció a los pequeños, una niña tomó el pan, pero no lo comió. Eso llamó el interés de Sandra, quien relata:
“Le pregunté: ¿no sabes lo que es?, y ella me dijo que no. Le dije que era jamón y que lo otro era queso. ‘Cómelo y va a saber muy rico’, le insistí. Se lo devoró. Cuando uno es testigo de ello, piensa: ¿cuántas veces en casa nos ponemos los moños de que no quiero comer eso o aquello, y ella ni siquiera conocía el jamón y el queso. A lo mejor es algo muy equis, pero a mí me impactó”.
Para Sandra, formar parte de las Damas Voluntarias “te vuelve más sensible, te despierta, te hace más fuerte y te hace encontrar un tiempo para los demás, para ayudar”. Sin embargo, acepta, el reto es enorme, pues la problemática persiste en las zonas que ha tenido oportunidad de visitar, sobre todo la desnutrición infantil y el abandono del adulto mayor.
Los municipios que cuentan con un grupo de Damas Voluntarias de la Cruz Roja son Amealco de Bonfil, Pedro Escobedo, Cadereyta de Montes, Tequisquiapan y Querétaro, además de la delegación estatal.
bft