Más Información
Humberto Ríos trabaja en la planta alta del sitio, ubicado muy cerca del parque Alcanfores. Da color al mural que presentará el próximo 24 de enero, cuando se develen las obras de cuatro artistas plásticos y que darán vida a las paredes blancas del Centro Cultural Ignacio Padilla.
“Me dedico al muralismo en este caso. En mis ratos libres soy agente de ventas de una empresa, pero vengo a hacer este mural (bromea). Desde la secundaria me han gustado mucho las artes. Como autodidacta, porque no tengo una formación académica en las artes plásticas, ha sido pura pasión y respeto a las artes y evoluciono, porque he avanzado y mejorado mi técnica. Gracias a eso me han abierto espacios en varios lados. El gusto de ver algo estéticamente bonito, encontrarle la belleza al caos me gusta. Al igual que en la música, porque también me dedico a ella”, asevera.
Humberto trabaja en el mural “Metamorfosis Musical”, que elabora justo en una de las paredes del salón donde ensaya la Orquesta Infantil y Juvenil.
De acuerdo con su descripción, esta obra es una una explosión de sonido sin forma, “una necesidad de orden aparentemente biológico, se convierte en el hilo conductor que da figura al caos sonoro modulando las vibraciones hasta convertirlas en obras maestras. El resultado de dicha metamorfosis nos ha llevado a compartirla hasta el espacio cósmico a las orillas de nuestro sistema solar viajando en el ‘Voyager’. Esperando alguna respuesta, la humanidad no pierde las esperanzas de conocer alguna opinión que no fuese humana”.
Comenta que actualmente se ha perdido un poco de pasión por el arte. Muchos, señala Ríos Camaño, sólo llegan prender un proyector, iluminan un muro y listo. Otros lo calcan. Se ha perdido el arte del muralismo. “Ya no es duro contra el muro”, indica.
Él, dice, trata de impregnar algo de su vida en la obra que lleva a cabo, para que cuando lo vea la gente la impacte.
“En este caso, esta obra que estoy haciendo algo tiene que ver también con la música. Yo no tengo un boceto, para empezar. Mis técnicas de trabajo son muy diferentes. Me han criticado muchos artistas que han tenido formación [académica] pero yo vengo e improviso. Aquí agarro mi lápiz y comienzo a trazar. Me pongo a ver de dónde es y hacia dónde voy. Conforme voy pintando me van naciendo más ideas, le meto profundidad, dimensiones y otras cosas que se me vienen a la cabeza conforme voy trabajando. No quiero hacerlo en pequeño para tener un boceto”, explica.
La obra de Humberto ha trascendido a otros estados vecinos, como es el caso de su obra “Xara”, con el colectivo Xaratangato, que se exhibe en Valle de Santiago, Guanajuato, que elaboró en 2018.
Otro ejemplo es su obra “Raíces”, expuesta en Pinal de Amoles, en la Sierra Gorda queretana, así como varios trabajos a particulares que mostraron interés por su trabajo.
El joven maestro muralista continúa con su trabajo. Está contrarreloj y debe terminar en menos de nueve días su trabajo.
Tres aportaciones más.
En otros muros de la Casa de la Cultura hay otras intervenciones. Destacan por el estilo geométrico, en armonía con el diseño arquitectónico de la construcción. Incluso, podría decirse que las obras forman parte de la arquitectura del recinto cultural.
Ángel Cerralde es el creador de esta intervención. Al igual que los otros jóvenes artistas, tiene un empleo. Labora en el área de administración de una empresa.
Explica que las imágenes plasmadas en los muros de la casa de cultura tienen alrededor de ocho años, pues un hobbie, de estar en la noche y “ponerse a jugar en la computadora”.
“En un principio, también hago música electrónica, era una imagen acompañada de una canción. La música electrónica que hago es muy simple, por eso las imágenes, a propósito, están hechas así de sencillas. Se hicieron usando el programa Paint, del Windows 95, de hace casi 30 años y un programa de música muy antiguo que se llama Fruity Loops. La idea es que sea lo más sencillo posible y que pueda transmitir algo, que a la gente le guste. Le he enseñado algunas imágenes a algunas personas y me han dicho que les gusta, a pesar de la sencillez. La simplicidad, hacer lo más que se pueda con lo menos posible”, precisa.
En esta intervención lo acompañaron Emanuel García y Leonardo Javier. El primero explica que Ángel es el creador de las imágenes, mientras que él y Leonardo se dedicaron al trabajo físico.
Ingeniero de profesión, Emanuel (quien escribe cuentos cortos) señala que desde niño estuvo en clases de dibujo y era donde le iba mejor en la escuela. De pronto cambiaron las cosas y se interesó por las matemáticas, la física, y todo lo que fuera ciencia, pero siempre tuvo la inclinación y el gusto por la pintura y el dibujo.
“Desde que conocí a Ángel y vi sus imágenes le dije que eso se debía dar a conocer, porque las tenía guardadas para él en su computadora. Planeamos varias veces. Preguntamos en un museo si podíamos hacer una exposición y nos pusieron en la fila por más de un año.
Había una intención de publicarlo, pero no sabíamos cómo. Cuando el maestro Jesús Reyes [director del Centro Cultural Ignacio Padilla] nos participó de su encargo, y nos invitó a conocer el lugar, yo vi muy desnudo el edificio, y pensé que podíamos hacer algo”.
Vieron que la arquitectura del recinto iba muy de acuerdo con el trabajo de Ángel. Lo propusieron para una intervención… Lo demás es una historia que se podrá apreciar a partir del 24 de enero.