De origen español, pero queretano desde hace 17 años, David Oliver Scarpa es productor de cortometrajes y documentales, además especialista en imagen y sonido, pero la pandemia del Covid-19 lo llevó a preparar y vender paella para afrontar la difícil situación económica.

En Querétaro, también se convirtió en profesor del Tecnológico de Monterrey, formó parte de la Escuela Activa de Fotografía, y realizó varios trabajos audiovisuales para distintas empresas y dependencias de gobierno.

Aunque todo iba “viento en popa”, la contingencia sanitaria por Covid-19 suspendió todos los proyectos y clases, la actividad cinematográfica de David se detuvo abruptamente y tuvo que buscar en sus raíces españolas para salir adelante de la crisis. ¿Cómo? Cocinando y vendiendo uno de los platillos típicos de la región de Valencia, la paella.

“Nunca me imaginé que iba a funcionar tan bien, la venta de paella nos ha permitido pagar algunas cuentas”, dice.

David siempre ha tenido una fuerte conexión con este platillo de origen español. Le recuerda a su madre cocinando durante varias horas. Él, al ser el menor de los hermanos, pasaba las tardes junto a ella, aprendiendo a preparar el platillo.

“Recuerdo las tardes con mi mamá, veía como cocinaba la paella, mis hermanos mayores estaban en otras cosas, tenían otros distractores, como era el más chico, me tocaba quedarme ahí y lo disfrutaba mucho, aprendí pasó a paso”, recuerda.

Primeros pininos

Independientemente de su trabajo como comunicólogo, David siempre tuvo el gusto por cocinar paella. Primero lo hacía para su familia, después para sus amigos y finalmente para los amigos de éstos; a través de la recomendación decidió iniciar con su pequeño negocio familiar.

El fotógrafo explica que lo primero que hizo fue abrir la página de facebook Paellas El Andalú para llegar a nuevos clientes; así comenzó a promocionar su paella y a venderla bajo pedido.

Esta era una actividad recurrente, que casi siempre realizaba los fines de semana; sin embargo, durante la cuarentena por Covid-19, David ha tenido más pedidos y ha dedicado más tiempo al funcionamiento de este negocio alternativo.

“Nunca me esperé que tuviéramos una opción para sobrellevar estos días tan difíciles, afortunadamente ha gustado mucho (...) nos ha permitido pagar cuentas.

“Como hemos tenido algunos pedidos, mi esposa se ha involucrado, trabajamos juntos en esto, se ha convertido en mi ayudante de cocina”, comenta.

David reconoce que la paella no es un platillo para cualquier persona, ni algo que pueda comerse todos los días, debido a que es un platillo costoso.

Su platillo está pensado para cuatro o seis personas, dependiendo de las porciones, en 700 pesos; pero en la cuarentena ha lanzado promociones para sus clientes.

David se dice orgulloso de mantener viva esta tradición familiar, pues es un trabajo artesanal, al que le dedica varias horas al día. Asegura que una de las características de su paella es que va directamente de la estufa a la mesa de sus clientes.

“Yo siempre he dicho que la paella debe ir directo de la estufa a la mesa, es algo que se debe comer recién hecho; por eso hago cada pedido con el tiempo que debe ser, y en cuanto está listo lo entregó al cliente, porque yo podría hacer grandes cantidades y vender porciones a cada persona, pero no sabría igual y el sabor para mí es algo muy importante”, enfatiza.

Entre sus planes a futuro, planea seguir con sus actividades de comunicación audiovisual, no descarta la posibilidad de fortalecer su negocio y aumentar la variedad de platillos, porque dice, la gastronomía siempre ha sido su primer amor.

“Digamos ya que estoy preparándome para mi retiro, pienso seguir en las producciones unos años más, terminar de pagar algunas cosas y tal vez poner un negocio, porque además cocino otras cosas, siempre me ha gustado cocinar y más adelante podré dedicarme de tiempo completo a esto que tanto me gusta”, comenta.

Google News

TEMAS RELACIONADOS