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“¿De qué sirve un trabajo solo para malvivir?”

Dan busca otros horizontes tras trabajar 6 años como repartidor de Uber pues, como a sus colegas, la empresa ha mermado sus ganancias y no le da ninguna prestación

FOTO: DEMIAN CHAVEZ
06/08/2024 |09:26
Miyazaqui Blanco
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Dan González, un joven de 24 años originario de Querétaro, ha experimentado de primera mano las duras condiciones de trabajo como repartidor de Uber. Durante seis años Dan ha trabajado largas horas, inicialmente en bicicleta y luego en motocicleta, enfrentándose a las exigencias físicas y a la falta de prestaciones laborales de su labor.

La irrupción de las nuevas tecnologías, tanto en viajes como en repartidores fueron, al menos al inicio, un apoyo económico extra y que, gracias a la flexibilidad de horario, significaba un trabajo relativamente “digno”. Inclusive su familia comenzó a integrarse; ahora, ha cambiado y la falta de prestaciones y mala paga de los viajes han obligado a Dan a reinventarse.

“Empecé en 2018, en una aplicación que se llama Rappi. Fui la primera persona de mi familia que se registró en una de esas aplicaciones y nadie de mi familia le gustaba ese trabajo. Ya fue hasta después de unos años que empezaron a inscribirse a la misma aplicación mi papá, mi hermana y mi cuñado”, recuerda Dan al respecto.

En 2021 las condiciones se volvieron aún más difíciles cuando las aplicaciones comenzaron a exigir la firma electrónica y la constancia fiscal. Ahí, el hecho de ser “socios” de Uber y no sus trabajadores implicó gastos no contemplados, desde impuestos, seguridad social que la empresa no te brinda y el mantenimiento de los vehículos. La empresa ni siquiera se hace responsable en casos de accidentes o problemas de las motos.

“Antes no te pedían registrarte, pero nos empezaron a pedir la firma electrónica y la constancia fiscal, y eso fue un problema porque muchos empezaron a ganar menos. Ahora tenemos que declarar, llevar nuestras declaraciones como un negocio, como un emprendedor”, explica Dan, sin embargo, recuerda que los repartidores, en realidad, pocas ganancias ven de estas empresas multinacionales que también son multimillonarias.

Adiós a Uber, toca estudiar

Cansado de las injustas condiciones laborales, Dan decidió cambiar el rumbo de su vida y empezar a estudiar fisioterapia, una carrera que siempre le había interesado por su amor al ejercicio y al bienestar físico.

Por ahora, tendrá que continuar trabajando, pues tiene que pagar la carrera, pero ahora será una inversión a largo plazo con el plan de dejarlo.

“Me gusta mucho el ejercicio de la salud física, todo lo que tenga que ver con bienestar en general. Me gusta mucho también el deporte, entonces siento que va muy relacionado. Tal vez no tanto como pensaba, pero hasta ahora lo que he estudiado me ha gustado bastante”, explica. Además decidió buscar un trabajo de mesero para mantener sus estudios. Actualmente, cursa su segundo cuatrimestre en la universidad, financiando sus estudios con su trabajo de repartidor.

Dan, de 1 metro y 90 centímetros, tatuado y vestido como un biker -de negro, con botas, suéter y casco-, recorre las calles de Querétaro capital en su motocicleta deportiva. Los caminos de siempre para repartir comida son ahora también los caminos para cambiar su vida.

“La gente ordinaria es quien construye el mundo”

Además de sus estudios, Dan también está involucrado en la comunidad LGBT y participa en performances artísticos. Su objetivo es crecer profesionalmente en el área de la fisioterapia y el ejercicio, buscando certificaciones y empleo en gimnasios, pero también participando en shows como ‘Vestidas Para Matar’, movimiento que busca dignificar el arte Drag y cuya historia ya fue publicada en EL UNIVERSAL Querétaro.

Dan espera que su esfuerzo y dedicación le permitan superar las dificultades y trabajar por alcanzar sus metas. Como recordó, recientemente algunos repartidores de Uber decidieron armar un paro y se manifestaron ante las nuevas tarifas y condiciones de Uber. Para Dan, las personas simples construyen el mundo y la insensibilidad del empresariado solo obliga a esas presos a reinventarse.

“Muchas veces estas empresas grandísimas no se preocupan por nuestro bienestar. Yo creo que si se quedan sin un repartidor no les importa. Actualmente muchos están haciendo la huelga de Uber, porque como te digo, bajaron estos multiplicadores y se bajó muchísimo también la ganancia. Entonces, no solo yo, creo que también hay muchos de mis compañeros en desacuerdo”, lamenta.

El arte, la salud, ejercicio, el bienestar de la clase trabajadora son valores que Dan tiene claros, metas que sabe que debe cumplir por su propio bien. Todo ello se lograría, señala, con un trabajo digno. A falta de consideración por parte de Uber, Dan decidió ya dejar atrás ese trabajo que en el sol es pesado, en la lluvia es peligroso, y en la noche es incluso violento.

“Ahora mi plan es solo es empezar a invertir en mí, de manera de crecer profesionalmente y un ejemplo de hacer esto instruirme para dar clases en gimnasios. Seguir mi carrera ahorita; ya conseguí un trabajo, sigo en Uber el día de hoy, pero he conseguido ahorita ya un trabajo en un restaurante también. La idea es cambiar. Al final, ¿de qué sirve un trabajo que solo sirve para malvivir?”.