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Hace poco más de cinco años, Ricardo Schreiber emprendió el viaje, el más largo de su vida, con la meta inicial de alejarse de su natal Perú y llegar a Alaska.
Durante su paso por Querétaro, comparte su experiencia de vender o regalar todas sus pertenencias, pagar deudas y emprender la aventura, la cual rondó varios años su mente; sin embargo, fue hasta marzo de 2016 cuando tomó el valor necesario para dejar amigos y su zona de confort.
“Viajar fue algo que estuvo en mi mente por mucho tiempo, como 10 años, quería ver algo más de lo que veía cuando vivía en Lima, una vida normal, trabajaba, estudiaba, salía en las noches, tenía amigos, novia y hacía lo mismo que todo mundo hace, pero me cansé de eso, sentí que estaba intercambiando mi vida por dinero”, expresó.
Con sólo una mochila, viajó a su primer destino, que fue Ecuador y recorrió varios otros países de Sudamérica y Centroamérica, ya que su intención era recorrer diferentes ciudades y países con poco dinero. Para conseguir hospedaje, recurría a aplicaciones como couchsurfing, hostales o los locales.
“De Sudamérica sólo fue Perú, Ecuador y Colombia; Perú y Ecuador son muy parecidos, Colombia es un poco distinto. Salí con 18 mil pesos. Me quedaba en hoteles baratos, me fui quedando sin plata”, dijo.
Para poder comer hacía trabajos temporales, vendía fotografías o ayudaba en quehaceres de limpieza.
En su paso por Centroamérica, Ricardo enfermó de Zika y, a pesar de no ser la mejor estadía, asegura que Honduras es uno de sus lugares favoritos.
Mochilero por Europa y Asia
Después de eso volvió a Perú para emprender el viaje de mochilero y con poco dinero fue al mundial de Rusia 2018; su primer punto en el viejo continente fue España, siguió por Francia, Alemania, Polonia, Finlandia, Ucrania, Turquía, entre otros.
Llegó a Rusia, se encontró con su hermana y pudo entrar a varios encuentros de la selección de futbol de Perú, después siguió su camino por China, punto desde donde consiguió atravesar el Océano Pacífico hasta llegar a México. Se puede decir que le dio la vuelta al mundo, aunque no estaba en su plan inicial llegar a nuestro país.
Historia de la combi
Una vez que llegó a este país, surgió la idea de modificar la modalidad de su viaje, por lo que después de trabajar unos meses en Estados Unidos, regresó a México y compró una combi en noviembre de 2020.
El proceso de componerla, adecuarla para viajar fue un poco largo, por lo que estuvo en condiciones regulares hasta finales de julio de este año.
“La compré en el Estado de México, de ahí la llevé a reparar a Ciudad de México, después a distintos sitios dentro del estado, mi punto oficial de salida fue Xochimilco”, explicó.
Esta unidad automotora, explicó, además de darle dolores de cabeza le ha ayudado a recorrer varios municipios del Estado de México y Querétaro.
“Ahora ya no mochileo, hago lo que se llama van life, que es viajar en una van o combi.
“Me está costando bastante, mis tramos han sido de dos días a la vez viajando, y termino exhausto, a mucha gente le parece bonito, pero la realidad es que hay preocupación que algo se rompa, la combi es lenta, pesada y tengo que ver cómo solventar los gastos”, reconoció.
Para tener dinero y pagar lo necesario de su viaje, vende diferentes productos de la combi, además de que cuenta con una acompañante especial, su perra bóxer llamada Chuletas.
Entre los productos que vende hay tazas, playeras, gorras, llaveros, stickers, así como un curado de mezcal de sabores; todo esto lo envía a cualquier parte del país y lo ofrece a través de redes sociales.
“Viajar son tres cosas: transporte, hospedaje y comida, mientras cubras esas tres es 90% de cualquier viaje, entonces mientras tengas eso y lo puedas conseguir barato o gratis, y eso lo aprendí en el camino y en el camino cambié”, aseguró.
“Antes siempre vestía de traje y corbata”, ahora anda en bermudas y chanclas; la vida para él ha cobrado otra visión.
Ricardo estuvo mes y medio en San Juan del Río, visitó Amealco y Bernal. En Querétaro estuvo menos tiempo, ya que aseguró las ventas no fueron lo mejor de su trayecto, ahora apunta hacía los municipios de Guanajuato, después Aguascalientes, Los Altos de Jalisco, Baja California o hasta donde la combi y las ventas lo permitan.
“Mi meta era Alaska, todavía lo es, pero ha evolucionado en el camino, era un viaje que pensaba iba a ser de seis meses, un año, ya van casi seis años”.
Es fiel a sus convicciones, ya que sabe que podría encontrar otras formas de conseguir dinero o gente que te pueda patrocinar; sin embargo, es un objetivo y reto personal el hacer la mayor parte del viaje con recursos propios y con las cosas que él cree.
Para el final de su viaje, después de Alaska, está Machu Picchu, ya que conoce gran parte del territorio de su país natal.
“Lo voy a conocer cuando quiera y lo estoy dejando para el final, cuando todo esto se acabe, en algún momento tengo que detener, no sé cuándo va a pasar eso. Una vez que me pongo mi mochila, siento ese aire de libertad, puedo ir a donde quiera, ahora en la combi”, expresó el viajero.