Texto: Kevin Ruiz
Fotos: Diego Simón Sánchez
Para muchos fueron 17 días de caminata desde diferentes municipios de Querétaro para poder arribar, este domingo, al atrio de la Basílica de Guadalupe.
La peregrinación empezó a el pasado 15 de julio y se fue extendiendo hasta este domingo, cuando los cuerpos cansados de las mujeres, se postraron sobre el piso de la Basílica.
Aquel día, peregrinos empezaron a caminar desde las 05:00 am, pasaron por Tequisquiapan, San Juan, Jilotepec, Tepeji del Río, Tepotzotlán, el sábado 22 de julio arribaron a la Colonia San Rafael y este domingo, llegaron al atrio del templo Guadalupano.
El suspiro fue largo, agradecieron haberlo logrado un año más. Y es que este 2023 fue la edición 61 de la peregrinación, en donde las mujeres queretanas venían con un objetivo, dar Gracias y pedir por el prójimo.
Mientras coreaban “dios te bendiga”, abrazaban al compañero más próximo, para desearle paz, salud y prosperidad.
Vestían faldas blancas típicas de la región con bordados de colores. Portaban estandartes con los nombres de lo grupos, algunas banderas de otras naciones para también pedir por ellos.
El padre que ofició la misa pidió a los peregrinos que orara por paz, para que acabe la violencia, por los migrantes, por ellos y su labor.
Guadalupe Ibarra llevaba 17 días caminando, a ella la mueve la fe. Arribó a la capital del país proveniente de Santa Rosa de Lima, perteneciente al municipio de Colón.
Ella llegó con su hermana y dijo que de su municipio salieron pocas personas, apenas 24, pero con mucha fe.
Lleva 25 años acudiendo a esta peregrinación, sus padres la llevaron por primera vez.
“Nos costó un poquito pero acá estamos. Con los gastos fueron dos mil quinientos pesos, entre bañadas, aguas provisiones. Hoy estamos dando gracias a nuestra madre sagrada”, platicó Guadalupe.
También dijo que pediría por la paz del mundo, y que ahí incluían a las familias, jóvenes, pues se ha ido perdiendo la fe.
“Es muy necesario inculcarles la fe en los hogares, que sigan con esto (peregrinaciones) que no se pierda, porque finalmente, Dios y nuestra madre santísima nos mantienen de pie”.
En la explanada de la Basílica casi 20 mil peregrinos escuchaban la misa que se ofició para ellos, unos no soportaban más su cansancio y a ratos dormitaban, pero nunca dejaron de estar atentos a los cantos, a las plegarias que se hacían.
Algunas mujeres se sobaban sus piernas, las heridas que tenían en la planta del pie, se les veía cojear a ratos.
La señora María reposaba en una silla, ella caminó 8 días.
“Me siento muy liviana a pesar de todos los pesares, me siento a gusto, protegida por dios nuestro señor”.
Ella pediría por su familia: sus dos hijos y su yerno quienes se han tenido que someter a varias operaciones.
Esos eran los pesares que cargaba la mujer de la tercera edad, y estar ante la Virgen le daba esa fe para que les fuera bien.
Pero siempre había personas que les acercaban refresco o agua. Los rostros de dolor ni aminoraron pronto, pero todos mostraban algo en común, la tranquilidad de estar ahí, seguir la misa que se realizó desde uno de los balcones de la Basílica.
También hubo ciclistas que arribaron más temprano, ellos ingresaron a las 6 de la mañana. Pedalearon desde Querétaro para la capital del país, y en las inmediaciones se podían ver cientos de bicis postradas.
Cuando acabó la misa, en punto del mediodía, ya se encontraban camiones en las calles aledañas para trasladar a unos cuantos peregrinos, mientras que el resto, esperaban tomar fuerza para poder usar el transporte público y comenzar a planear su regreso.