Los hot-dogs de La Congregación son parte de la historia gastronómica de Querétaro. No son extravagantes, no tienen aderezos especiales y sabores distintos. Se sirven solo con un poco de mayonesa, catsup, jitomate, chiles en vinagre, pero los conocedores dicen que el secreto está en el pan.
Todo está calculado, cada porción que se sirve, cada ingrediente que aderece, todo es exacto. Es un carrito discreto al que se acercan cada noche los conocedores del buen comer en Querétaro.
En 1967, el señor Florencio León Chávez y sus hijos iniciaron el que se convertiría en uno de los negocios con más tradición en Querétaro. Comenzó con un carrito hecho a mano, elaborado de madera y con llantas de triciclo; entonces, "era toda una novedad".
El primer día de ventas fueron echados de la feria porque no contaban con permisos, pero la familia no desistió y movió su carrito a la calle Próspero C. Vega esquina con 16 de Septiembre. Con los años, cambió de ubicación a la esquina de Pasteur, en el Centro Histórico.
Desde el comienzo, el señor Florencio elaboró el pan y mantuvo intacta la receta: salchica, jitomate, mostaza, mayonesa, catsup y chiles jalapeños. Para innovar, ahora, el pan se vende en distintos tamaños, la familia ha optado también por la apertura de sucursales y por el servicio de hot-dogs para eventos. Incluso, "Hotdogs La Congregación" es marca registrada, desde el 2010.