Aunque la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) cuenta con cintas podotáctiles, señalización en braille y una gran cantidad de rampas para sillas de ruedas, eso no la convierte en una casa de estudios incluyente, comparte Reynaldo, recién egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo en dicha casa de estudios, y quien confiesa que estudiar su licenciatura en la universidad estatal fue un verdadero calvario, pues padece ceguera total desde los 10 años.
“Cuando yo ingresé a estudiar aquí, no tenían el open book, que es un sistema para digitalizar los textos y que la computadora los lea, ningún docente quería ser mi tutor y los compañeros no me incluían en sus equipos, fue muy difícil, es un tipo de bullying que no es físico ni verbal, pero sí te aíslan”, comparte Reynaldo, quien acaba de egresar de la carrera.
Reynaldo Lugo Escobar es un hombre de 32 años de edad, originario de la Ciudad de México, llegó a Querétaro para estudiar la preparatoria y después la universidad.
A causa de un accidente en el que cayó de la azotea de su casa, adquirió ceguera total, condición con la que vive desde entonces.
Reynaldo detalla que su ceguera fue paulatina, poco a poco su visión se hizo tan borrosa que ya no podía asistir a la escuela, así que sus padres dejaron de enviarlo a clases para mantenerlo en su casa; nadie sabía cómo lidiar con la situación.
Afortunadamente, el joven de 32 años de edad, su tutora de aquel entonces fue la persona que más confió en él y lo capacitó no sólo en el ámbito académico, sino también en el ámbito social y espiritual.
“Ella me dejó claro que yo debía ser independiente, valerme por mi mismo, regresar a la escuela, adaptarme a esta nueva vida y cumplir mis sueños, y así lo hice, dos años después volví a la escuela y todos mis compañeros de primaria fueron solidarios conmigo, los niños no te tratan diferente, al contrario, siempre son amables y buscan la forma de ayudarte. La discriminación viene después, en la secundaria y preparatoria, ahí fue cuando sentí la verdadera discriminación por mi discapacidad”.
A pesar de las dificultades Reynaldo salió adelante aprobando la secundaria y la preparatoria, se acostumbró a pedir ayuda aunque no siempre la recibía. No obstante, su sueño de ser periodista casi se frustra durante la universidad, cuando se enfrentó a un sistema que no es flexible para los alumnos con ceguera o baja visión.
“Desde que llegué a inscribirme al centro universitario, la persona que atendía se dio cuenta que era ciego y me dijo ‘Aquí vas a tener que leer mucho, ¿Estás seguro que quieres inscribirte?’ En vez de darme ánimos me llenaban de miedos, no fue una bienvenida cálida, pero afortunadamente no me rendí al primer intento”.
Lo más difícil de cursar la universidad, comenta Reynaldo, no fueron los aspectos físicos, no tiene que ver con traslados o con subir escaleras, sino con sentirse parte de la comunidad universitaria.
Aunque algunos compañeros de clase se ofrecían para leerle los textos obligados, o trabajar con él en horarios extra clase, la verdad es que nunca fueron muchos. Por lo general Reynaldo se quedaba sin equipos de trabajo y cuando él intentaba formar su propio equipo para cursar alguna materia, la respuesta siempre era “No”.
Pero Reynaldo no sólo vivió discriminación y aislamiento de parte de sus compañeros de clase, sino también de la plantilla docente. Durante meses intentó tener el apoyo de algún tutor, pero nadie quería adquirir esa responsabilidad; de un momento a otro todos los tutores estaban saturados de trabajo, nadie podía aceptar.
Hasta que el profesor Javier Méndez se ofreció como su tutor, y comenzó a trabajar con Reynaldo de una manera completamente diferente, pues no existe ningún manual que señale cómo apoyar a un alumno invidente.
“Nadie quería ser mi tutor, todos decían que tenían mucho trabajo, pero yo sé que en realidad lo que no querían era trabajar conmigo, porque mis capacidades eran diferentes y mi modo de aprender también era diferente. Afortunadamente Javier Méndez aceptó ser mi tutor y todo cambió”.
“Tenía muchas materias reprobadas en ese entonces, porque era muy difícil conseguir quién me leyera las lecturas, me costaba mucho llevar el ritmo y entregar todos los trabajos que me pedían, así que él y yo empezamos desde cero, me pidió que sólo registrara tres materias por semestre y así lo hice, mis calificaciones comenzaron a mejorar, conseguía que otros alumnos me apoyaran fuera de clase, le agradezco mucho por todo eso, porque no fue fácil para ninguno de los dos, pero lo logramos”.
Reynaldo tardó siete años en cursar la licenciatura en Comunicación y Periodismo, pero lo logró. Se dice consciente de la crisis por la que atraviesan los medios de comunicación y de que su discapacidad tal vez complique su situación laboral, por eso pide a los empresarios no sólo confiar en él, sino en todas las personas con alguna discapacidad.
Actualmente labora para la Universidad Autónoma de Querétaro en el programa “UAQ Incluye a Todos” desde donde planean programas académicos, talleres y capacitaciones que sean de utilidad para cualquier alumno con discapacidad.
“Ser periodista es un sueño que yo tengo desde niño. Sí me gustaría incursionar en los medios de comunicación, hay muchas cosas que yo puedo hacer y me fascina la radio, pero también quiero que mi experiencia sirva de algo”.