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Los abuelos del siglo XXI son distintos a los del siglo pasado: quieren vivir su vida, disfrutar de su retiro dedicando tiempo a ellos mismos, sin que ello represente dejar de querer a sus nietos, con quienes conviven y disfrutan también, pero ahora sin la responsabilidad de ser sus cuidadores de tiempo completo.
Sonia Luna, Vicente Pérez y Carlos Ramón Vorraber, son abuelos. Su concepto de ser abuelos es diferente al de generaciones pasadas, cuando los abuelos se quedaban en casa, porque ya eran grandes de edad y no podían moverse solos. Ahora los tiempos son distintos. Ellos se dedican a disfrutar de su tiempo, sin preocupaciones, sólo disfrutan a sus nietos, pero sin ser sus nanas.
Vicente Pérez señala que cuando puede ayudar con sus nietos lo hace, pero de manera voluntaria y no como una obligación fija. Por ejemplo, este 28 de agosto que es Día del Abuelo, va por su nieto al jardín de niños, pues su hija tenía una actividad y no podía ir por el menor. Como pensionado tiene el tiempo para ir acudir a recogerlo a la escuela por su propia cuenta.
Pero a otra cosa dice que no se hace responsable. “Ustedes como padres tienen que hacerse responsables de sus hijos. En otras cosas, no”, precisa el chofer jubilado sobre estas nuevas modalidades de familia.
Abuelo de cinco nietos y padre de siete hijos, Vicente señala que ser abuelo es una buena experiencia, pues ya que se terminó con la educación y formación de los hijos, llegan los nietos, que son vistos de manera diferente, ya sin la responsabilidad de la crianza de forma fija. Conviven para disfrutarse.
A todos los abuelos les recomienda que quieran mucho a sus nietos, que los disfruten y los cuiden. “Nosotros como abuelitos nos hacemos responsables de ellos en parte, pero sí hay algo de responsabilidad con ellos. Que sean amables con ellos, que los cuiden mucho porque es disfrutar lo último con ellos”, dice al respecto.
Por su parte, Carlos Ramón Vorraber, quien es artista plástico, también es abuelo, aunque sus nietos no están en México. Ellos viven en Argentina, aunque ello no limita la relación que tienen con ellos, pues gracias a la tecnología puede estar en contacto frecuente con ellos. Además, los momentos que pasan juntos son aquellos que se atesoran en la memoria con más amor ante la gran distancia.
“Yo tengo contacto con ellos casi a diario, a través de WhatsApp, como sea hablo con ellos. Me mandan cosas dibujadas, cosas que hacen. Ya programamos que nos vamos a ver en enero, en Argentina. Vamos a estar 15 días juntos y ya tienen un titipuchal de cosas que van a hacer conmigo. Pero también hay de abuelos a abuelos. Hay algunos que se pasan de abuelos, son abueludos”, destaca Carlos con humor.
Dice que ejemplo de ello es una mujer que va a cuidarle los hijos a su hija. Está bien que le ayude, pero no siempre, porque esa abuela, esa mujer, también necesita hacer algo en su vida, algo que le guste, dedicar tiempo a ella misma y no sólo cuidar a sus nietos como una responsabilidad permanente.
Carlos reflexiona: La vida personal es una cosa, los nietos son otra, y tú, hija, hijo, paga a alguien para que cuide a tus hijos, y yo te voy a dar un apapacho de vez en cuando. O sea, voy a estar con ellos, vamos a tener momentos extraordinarios, pero los peores, los ordinarios, los de limpieza, los paseos, ahí va la pobre abuela, mira de lejos todas las cosas que quiere hacer, cuando ya hizo su vida y no logra disfrutar como debería.
Agrega que los abuelos cumplen una función muy importante en la familia, porque los menores necesitan ese lazo familiar más cercano.
A unos metros de él, Sonia escucha las reflexiones de Carlos. Ella también es abuela de una adolescente de 13 años. La menor vive en la Ciudad de México, aunque eso no significa que no tenga una relación cercana con ella. Cada vez que puede, va por su nieta a la capital del país, y pasa semanas con ella y están juntas en Querétaro.
Dice que a su nieta le gusta pintar y así llegó al estudio de Carlos. Ahora, gracias a ese gusto, Sonia dedica sus mañanas a sus clases de pintura. La abuela motivó a la nieta y la nieta motivó a la abuela. Pero al final, ocupando el lugar de abuela, no de mamá o de nana.
“Cuando viene mi nieta la llevo a nadar. Le estuve enseñando a jugar squash, y se la pasa genial, pero siempre como abuela. Los papás están para educar y los abuelos para consentir”, opina sobre su caso.
Explica que su nieta vive con su otra abuela, porque su mamá trabaja, pero esa abuela tiene que corregir, se tiene que hacer responsable en parte de su educación y formación. Sonia no es de esa idea. La forma en la que ella es abuela le gusta.
“A mi me gusta, por ejemplo, gozarla, apapacharla. Cuando viene aquí vamos a los museos, o vamos de paseo a San Miguel de Allende, a Bernal. A mi me fascina ver cada que ella tiene un logro. En ver su cara de satisfacción cuando lo logra es un orgullo, que yo la abuela, le haya enseñado muchas cosas”, enfatiza Sonia.
Añade que, naturalmente, dan consejos a los nietos y les orientan, pero son cuestiones más ligeras, no como los que le daban a los hijos durante la crianza. Esos consejos ligeros sirven para que su nieta tenga confianza en ella y le platique las cosas que le pasan en su vida.
Sonia asegura que disfruta mucho a su nieta así. Al igual que Carlos tiene contacto diario con ella a través de mensajes. Su nieta es la que le pregunta cuándo va por ella. En vacaciones largas pasan más semanas juntas. “Ser abuela es el disfrute”.
Esta opinión es respaldada por Carlos, quien apunta que aunque tiene a sus nietos lejos, siempre piensa en ellos y ellos piensan en él. “Es una relación a distancia, pero sana”.