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Por unas horas el Congreso del estado se convierte en un dojo de entrenamiento de defensa personal. Los trabajadores del Poder Legislativo acuden a la clínica que se imparte en el salón Ezequiel Montes, donde les enseñan que la mejor defensa es huir del peligro y preservar la integridad.
La clínica, programada para el mediodía comienza una hora más tarde. Acude parte del personal del Congreso del estado, la mayoría hombres. El instructor es Manuel Enrique Díaz Parra, originario de Venezuela, quien ha sido instructor de cuerpos de seguridad.
Señala que de inicio “no saldrán siendo tortugas ninja, ni Power Rangers, ni van a desarmar a un sicario”, dice mientras los presentes ríen.
Explica que practicar un arte marcial, que además son un deporte, no son necesariamente para defensa personal, pues están orientadas a combatir contra una persona que tiene los mismos conocimientos, y prácticamente nada está relacionado con una situación de riesgo en la calle, en la vida real. Una situación en la calle es totalmente diferente.
Se forma un medio círculo alrededor del instructor, quien comienza a describir las situaciones de riesgo en las que se pone la gente todos los días en la calle. Una muy común, casi imperceptible: caminar viendo el teléfono celular.
Indica que esa es una invitación a los asaltantes de actuar en contra de esa persona, ya que está distraída y no se espera el ataque de un desconocido. “Es una invitación a cualquier persona que tenga una intención no amistosa a venir a robarme, porque no estoy prestando atención”.
Dice que tampoco se trata de ir por la calle con paranoia. “De los que se trata es estar alerta en el entorno, sin vivir en paranoia, pero estar atento y conocer en dónde se está".
Da otro consejo: no hacer caso a tutoriales que hay en internet, donde enseñan técnicas de defensa personal que lo único que pueden provocar es que las personas se pongan en riesgo al tratar de evitar una agresión.
Manuel Enrique dice que lo importante es evitar cualquier confrontación, evitar la pelea, pues aunque se esté frente a un agresor o un asaltante, no se sabe si a las espaldas hay cómplices apoyando sus acciones.
Después de una charla donde dice qué se debe de hacer, pero, principalmente, lo que no como seguir los tutoriales en internet, donde se explica cómo se debe de reaccionar cuando una persona toma a otra del pecho o de otra parte del cuerpo.
Luego de las explicaciones mezcladas con algunos chistes, los participantes de la clínica llevan a cabo algunas técnicas, principalmente en situaciones comunes, como cuando son seguidas por alguna persona en la calle.
Ante una situación así, apunta, es mejor “plantar” la cara al agresor y gritar para llamar la atención. Da un consejo a las mujeres: no gritar “auxilio”, sino “terremoto” o “fuego”, pues de acuerdo a las estadísticas de ataques, cuando un agresor se ve descubierto, se retira, pues pierde el factor sorpresa.
“Hay dos posibilidades: que la persona te diga ‘usted está loca’, y quede como una ridícula. No lo deje de hacer, no tengan pena de hacerlo, están amparadas por la ley. Nadie te puede poner una denuncia en el MP porque le gritaste en la calle porque pensaste que era un ladrón”, enfatiza.
Manuel Enrique, hombre alto, corpulento, adulto joven, continúa mostrando pequeños tips con los que hombres y mujeres se pueden librar de una manera más sencilla de un ataque, pero primero ponerse a salvo.
Es ahí donde comienza la clase de física elemental, cuando con un par de palancas, conocimientos de anatomía, y con “más maña que fuerza”, cualquier persona, sin importar su peso, estatura o género, puede librarse de un ataque mayor.
Explica que hay zonas “delicadas” del cuerpo que se pueden atacar, como las articulaciones, donde sólo con torcer un dedo se puede librar cualquier persona de una llave al cuello, por ejemplo.
Lo pone en práctica con un joven que le hace, a manera de ejemplo, una llave al cuello, pero sólo con tomar un dedo de la mano y moverlo en dirección contraria a su movimiento natural, es suficiente para librarse del castigo.
También muestra como librarse de una sujeción a la muñeca con un movimiento giratorio y hacia donde haya menos dedos. Los participantes en la clínica, en parejas, practican los movimientos que se enseñan. En el grupo hay hombres y mujeres, igualmente jóvenes que mayores. No hay excusa o pretexto para no aprender defensa personal… al tiempo que un poco de física elemental.
Enseña que cuando un atacante empuja con los dos brazos a los hombros lo mejor es ponerle los puños en la parte baja de los codos, para desviar toda la fuerza que va hacia el frente, hacia arriba, impidiendo la agresión.
También explica que los golpes a la cara son siempre peligrosos, pues pueden causar fracturas, que es mejor golpear partes blandas. Los asistentes, principalmente las mujeres, lucen atentas a la explicación. Esto les puede salvar la vida.