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Julio César Centeno es originario de Chiapas, pero desde hace 26 años llegó a vivir a Querétaro. El militar en retiro arribó a la entidad para formar parte de un nuevo batallón que se conformó en tierras queretanas.
Tras casi tres décadas de aquel momento, Centeno refiere que la milicia ya ha quedado en el pasado; actualmente se dedica a aplicar uno de los oficios que entonces aprendió: la carpintería.
Artesanías elaboradas a base de madera, sillas, comedores, percheros e incluso cortineros, son solamente algunas de las diversas piezas que ha creado; pues ahora, este oficio se ha convertido en uno de los principales sustentos económicos.
“Se formó un nuevo batallón aquí y allá (en Chiapas) me cambiaron para acá y aquí me quedé, me pensioné, se casaron mis hijos, murió mi esposa, aquí me quedé y me dediqué a la carpintería. Sé hacer distintas artesanías, también hago barquitos, hago bancos, hago mesas, hago de todo, también percheros, porta llaves, hago de todo”, comparte Julio César.
Recuerda que en sus tiempos libres, al pertenecer al Ejército Mexicano se inclinó por aprender la carpintería; de la mano de sus compañeros, comenzó a elaborar artículos e incluso muebles que terminaron por darle forma a su casa.
“Es que en el Ejército hay de todo, hay albañiles, carpinteros, mecánicos, hay de todo, entonces me incliné más, en mis tiempos libres, a la carpintería. Me iba con un sargento a ver lo que hacía, ahí fui aprendiendo poco a poco, así que todos mis muebles yo los hice, no tuve que comprar muebles, más adquirir la madera, los fui haciendo poco a poco, hice sofás, mesas, sillones, hice de todo”, explica.
El hombre relata que a través de este oficio aplica parte de lo aprendido en la milicia, un entorno que —señala— ha quedado atrás desde que se pensionó.
“Lo que aplicó es lo que aprendió ahí, lo de la milicia ya quedó atrás, me pensioné. (…) Ya lo del Ejército quedó atrás, ya los que lo viven son mis hijos, porque ellos nacieron dentro del Ejército, ellos son los que lo viven todo, pero fue como un trabajo normal, desde que salí de ahí agarré por otro lado y me dediqué a esto”.
Recuerda que tras salir del Ejército, comenzó a hacer carretas de madera, pero después empezó a desarrollar otros artículos: servilleteros, portallaves, cortineros. Desde hace 15 años, Julio César transita por las calles del Centro Histórico de Querétaro —particularmente en la avenida Zaragoza— para ofertar sus creaciones.
Los barquitos de madera son una de las artesanías que distinguen el trabajo de Julio César, cada detalle en ellos son resultado de horas de empeño. Sin embargo, difícilmente se paga el precio justo por estas piezas, pues con la finalidad de venderlas ha bajado su costo a tan sólo 10 pesos; aunque algunas personas optan por reconocer su trabajo y pagarlo al precio justo.
“Ahora ya con mi edad, ya no trabajo mucho, pero lo poquito que pueda hacer lo hago, tengo unos barquitos que son elaborados por mí, un poco complicado hacerlos, pero los hago y los vendo bien baratos, a 10 pesos, es para venderse a 30 pesos, pero aquí la gente está acostumbrada a (comprar) todo a 10 pesos, solamente así, para salir adelante”.
Mientras espera algún cliente, el hombre refiere que aun cuando tiene una pensión, ésta es insuficiente, por lo que debe generar alternativas de sustento.
Julio requiere de 20 mil pesos para poderse realizar una cirugía en la próstata; estima que aún necesita de al menos un año de ahorros para reunir la cantidad. No obstante, reconoce que los precios de estos servicios médicos cambian y para entonces la cantidad podría ser mayor.
“Porque ahora ya estamos viejos, no nos dan trabajo en ningún lado, tengo que buscar, claro que tengo mi pensión, pero no alcanza para nada, (…) por ejemplo, ahora que estoy malo de la próstata me van a hacer una operación y necesito juntar 20 mil pesos. (…) Con la pensioncita pues no (alcanza), porque es bien poquito. Yo creo que me falta un año (para juntar para su cirugía) y en ese año sube la tarifa de la operación”, comparte Julio.
Por ello, diariamente sale a las calles del centro de Querétaro, para ofrecer sus productos a los transeúntes y entonces generar un ingreso. Refiere que también puede crear artículos hechos a la medida de los clientes.
Entre el flujo de los caminantes, a un costado de la banqueta, sobresale Julio César, entre sus dedos inserta sus barquitos de madera, para mostrarlos ante los posibles compradores; unas piezas que es inevitable detenerse a apreciar, al observar lo diminuto de cada detalle que hay en ella.
Mientras espera algún comprador, Julio aguarda en la sombra que genera una parada de autobuses, pues sólo de esta manera pueda sobrellevar las altas temperaturas que por estos días enmarcan la cotidianeidad del estado.