Entre las calles del barrio de la Magdalena, en la periferia del casco histórico de Zaragoza, en España, se encuentra La Picantería, un lugar con los sabores típicos de México hechos taco, donde además se bebe bien y se disfruta, dependiendo el mes, de música en vivo, lectura de poesía y exposiciones.
Es en definitiva un lugar de encuentro del arte y la cultura tanto de México y España. A la cabeza del sitio está Antonio Andrade, un literato inquieto que ha hecho periodismo de investigación, columnista, poeta con libros publicados, cantaautor pausado, exguía de turistas, fotorreportero y, por si fuera poco, ahora emprendedor.
Andrade se graduó como diseñador en hipermedios “pasé por radio, televisión, medios impresos. Me enamoré de los medios impresos y dije de aquí soy”. Pero antes de la carrera, la poesía la llevaba en la sangre. “La hago digamos profesionalmente, desde el 2001”. Convencido indica que “a mí lo que me gusta es la poesía, es mi pasión. El amor de mi vida, siempre he dicho que es la poesía”.
Recuerda que “la primera publicación que tuve fue en Argentina, un concurso que se llamó Letras del Mundo para el 2004. Siempre he procurado que tanto la literatura o el periodismo y el diseño web se combinen de alguna manera. También he llevado a la par la investigación y me encantan los asuntos de crimen y de gente mala. Siempre aviso, soy periodista y me interesa tu historia”.
Al paso del tiempo “se me presenta la oportunidad para irme a Australia a escribir para el Spanish Herald, en una investigación sobre dealers. Tema que cambió por personas originarias que terminaron en situación de calle y en consumo de drogas. Estas tienen la facilidad por parte del gobierno para seguir consumiendo lo que consumen y que se maten solos. Al final siguen exterminando, pero más tranquilamente. Es como ponerle queso envenenado al ratón”.
Al cierre del Spanish Herald, dió el brinco a Praga en la República Checa, donde “empiezo a trabajar como guía de turistas, que me gustó mucho”. A la par también trabajó como periodista para la Red Global MX, que depende del Instituto Nacional de Migración, donde entrevistó a mexicanos destacados a nivel mundial.
De vuelta a España, Andrade confiesa que “la poesía sigue, no la he soltado”.
Mientras de reojo cuida a los clientes que entran a su negocio, los despacha y vuelve a relatar que “casualmente en la terraza donde trabajé (como camarero), La Terraza Experimental se llama, hacen conciertos durante todo el verano. Un día me enteré que había un micrófono abierto de poesía y le dije al dueño ‘Oye, dame cinco minutos para parar de trabajar para leer’. Me dijo adelante. Yo leía hasta con el delantal. Yo dejaba dos, tres copas, aventaba la charola, me iba con mi cuadernito a leer poesía, terminaba y después a servir otra vez”. Así conoció al poeta D. Etéreo, quien lo introdujo al circuito de slam de poesía en España.
Andrade atiende a otro conjunto de curiosos que piden mezcal y vuelve a retomar el hilo. “Empecé a cocinar para mi abuela los fines de año. Ahí fui aprendiendo, siempre en casa he cocinado, siempre me ha gustado”.
Cuando salió de México en 2017, comenzó a extrañar los platillos y el sabor mexicano. Un día recibió una llamada y un mensaje de un local en renta. Como en película de los 80; él y sus socios armados de valor “pagamos y a martillar, a serruchar, a clavar, a hacer de todo. Tres meses después abrimos, inauguramos el 16 de septiembre de 2023”, recuerda a detalle.
Antonio tuvo muy claro que “la idea era poner la mitad de la carta española y la otra mitad mexicana. Al ser un bar, tenemos que tener comida de picoteo (botana), que le llaman aquí. No son menús, ni es plato de cuchara”. En el picoteo del lugar se pueden disfrutar tacos dorados, quesadillas, guacamole, ceviche, cochinita, nopales con epazote. “El sabor mexicano comparte plato con las croquetas y empanadas de pescado o mejillones”. En cocina, con una gran maestría voltea las tortillas como si de cocinero mexicano se tratara. Para el paladar español ha resultado toda una experiencia culinaria.
Los clientes preguntan continuamente por los elementos de la comida. “Llevamos ya ocho meses y medio. No hay un solo día en que no estemos contando la historia. ¿Qué es esto? ¿Qué lleva esto? No quiero decir, porque no puedo, que estoy educando el paladar de la gente de aquí de Zaragoza. Pero sí estoy descubriendo que les gusta mucho la cocina mexicana. Les encanta, sobre todo les gusta enterarse de dónde viene. Una señora nos dijo ‘gracias porque me transportaron a México, llevaba yo no sé cuántos años sin comer así’. Entonces ahí dices: no voy mal”.
Antonio Andrade precisa que La Picantería “no nada más es un restaurante o un bar, sino también funciona como un punto de encuentro de muchas cosas, de muchos poetas”.
En las paredes hay una exhibición de obra plástica que “cambiamos cada mes. Procuramos presentar obra de algún artista distinto cada mes. Siempre he querido un lugar y ver que hay una obra o un cantautor diferente, que hay poetas. Que haya oferta cultural, para mí siempre ha sido súper importante”.
En este mes se exhibe la muestra fotográfica Mostrencos, un ensayo fotográfico en la que Antonio Andrade realiza una inmersión a personas en situación de calle que ha retratado en Australia, República Checa, España y México. El autor define que el mostrenco es el objeto olvidado e invisibilizado en la vía pública.