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Edgar Ojeda, más de dos décadas de crear y comercializar piñatas

Desde los 15 años de edad comenzó a perfeccionar el arte de la cartonería; su meta es dar lugar a un taller

Edgar Ojeda, más de dos décadas de crear y comercializar piñatas. Foto: Mitzi Olvera
11/12/2024 |07:55
Rosaura Hernández
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Por más de 25 años, Edgar Ojeda, mejor conocido como Gary en el mercado Escobedo del municipio de Querétaro, se ha dedicado a la cartonería, actividad que desarrolla con orgullo y que ha enfocado a la elaboración de piñatas.

Queretano de nacimiento y con 45 años de edad, Edgar viene de una familia de comerciantes. Su abuelo, de nombre Raúl Ojeda Rosas, llegó hace más de 40 años a trabajar al mercado Escobedo, específicamente al pasillo nueve local 245, desde entonces se dedicó a la compra y venta de piñatas; al ser una de las pocas personas que en ese tiempo se enfocaban en la comercialización de piñatas, el negocio le resultó muy bueno, ya que el entrevistado narra que sólo para la temporada navideña, su abuelo llegaba a pedir a sus proveedores de la Ciudad de México y Michoacán uno o más tráiler llenos de piñatas, mismas que terminaba de vender en unas cuantas semanas.

Posteriormente, su padre, quien se llamaba José Raúl Ojeda Páramo, continuó con el mismo modelo de negocio. Aunque, al ya existir más competencia, su papá llegaba a pedir en promedio para las posadas y fiestas de fin de año un camión, pero también vendía las piñatas con facilidad.

El tiempo pasó y Edgar decidió dedicarse a las artes, él cuenta con una carrera trunca en Diseño y acudió como oyente durante varios meses a la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y aunque no logró concluir su carrera universitaria, desde los 15 años de edad comenzó a perfeccionar el arte de la cartonería.

Realiza desde trabajos escolares de cartón, pasando por alebrijes, cráneos o catrinas, aunque uno de sus enfoques han sido las piñatas.

“Me tuve que sacudir esos prejuicios de que me decía mi familia nosotros somos comerciantes, nada más compramos, me decía mi papá lo único que tenemos que hacer es comprar y revender, nosotros hacíamos eso: ubicar al proveedor, comprar y revender, pero eso a mí no me gustó”, declaró.

Entrevistado al respecto afirma que la cartonería es una actividad muy noble, la cual le permite tener trabajo durante todo el año, ya que siempre tiene pedidos para fiestas infantiles, piñatas temáticas o encargos específicos de cartón; sin embargo, reconoció que la temporada de fin de año es cuando la demanda de su producto aumenta de manera considerable, esto ante la solicitud de las piñatas tradicionales para las posadas, fiestas familiares o, simplemente, para decoración.

Considera que al crearlas de origen para vender es una manera de seguir la tradición familiar y, al mismo tiempo, de dedicarse a lo que siempre quiso: el arte.

Explicó que existen desde piñatas minis de 10 centímetros hasta piñatas monumentales de más de un metro de diámetro.

El material que ocupa para hacerlas es engrudo, periódico, cartoncillo y todo el papel que pueda conseguir, ya que precisó que el éxito para hacer un buen trabajo no es el material, sino la técnica y la imaginación.

Los precios van desde los 50 pesos hasta más de 500 pesos por pieza.

También comentó que, aunque las piñatas de barro ya no se manejan por protocolos de seguridad, si algún cliente las llega a solicitar se pueden hacer y en el precio sólo aumenta la cantidad de 50 pesos, lo que cuesta la olla.

“Tengo colegas que empiezan a hacer las piñatas para fin de año desde abril o mayo y por ratitos las van haciendo (…), para esta temporada yo llego a vender aproximadamente 250 piñatas de siete picos de los diferentes tamaños porque ya hay mucha competencia, ya hay más compañeros que también venden, pero estoy muy contento de seguir con la tradición”.

Detalló que dependiendo el tamaño y la complejidad puede hacer entre una o cinco piñatas al día sin ayuda, no obstante, pero si tiene ayuda de más personas pueden alcanzar a hacer hasta 20 en un solo día.

Actualmente, Gary ha creado una sociedad con cinco personas, quienes le ayudan a hacer los pedidos para esta temporada; sin embargo, su intención es que pronto pueda crear un taller de cartonería, donde la población queretana pueda acudir aprender a manejar este material.

“Esa fue mi tirada, tirarle a una fábrica de piñatas (…) sí ambicioné tirarle más arriba, evolucionar la cartonería, no nada más en las piñatas si no en la forma en los colores, en las texturas para evolucionar y por qué no, hasta para poder exhibir en otros lugares”, aseveró.

Agregó que hace aproximadamente cinco años dio cursos de elaboración de piñatas en el Centro Cultural Casa Del Faldón, en la Casa de la Cultura y el Museo de la Ciudad, los cuales espera se puedan retomar el siguiente año.

“Ojalá que la gente siga consumiendo piñatas, es una tradición muy bonita y nosotros, como artesanos, hacemos nuestro trabajo con mucho amor y mucho cariño, y no sólo yo, si no los que tejen, los que pintan, los que hacen cualquier tipo de manualidad o artesanía, todos esos son trabajos que deben de ser valorados ya que lo que se hace con las manos se hace con el corazón”, culminó.

Actualmente, en el mercado Escobedo ya hay cientos de piñatas de todos colores y tamaños colgadas en los diferentes pasillos del complejo comercial y listas para formar parte de las fiestas de fin de año.