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El barrio Hércules se encuentra de fiesta. Hoy se celebran las fiestas en honor a la Virgen de la Purísima Concepción, tradición que este año resiste a la pandemia de Covid-19 y que los habitantes de este lugar buscan preservar.
Sobre la avenida Emeterio González, afuera de una vivienda, la Virgen es venerada. La acompañan los devotos del barrio. Los automovilistas cuando pasan frente a la imagen descienden la velocidad y se persignan. Lo mismo hacen los transeúntes. Las festividades tienen 67 años de tradición.
Alfredo Pérez, encargado del barrio de la colonia El Bosque, explica que cada año se realiza un novenario. Se lleva la imagen de la Virgen a cada barrio (Hollywood, Tejas, La Avenida, 2 de Abril, La Cuesta, 16 de Septiembre, La Laguna, Guanajuatito, La Peñita y El Bosque), en la noche, en cada uno se hace la velación. Reciben a la Virgen con el rosario, dan de comer a los asistentes, alguien lleva un grupo musical que ameniza. Toda la noche la velaban, acto que desapareció tras la pandemia.
“Se para a la una o dos [la velación], se descansa y a las siete, ocho de la mañana se vuelve a arrancar”, comenta Alfredo.
El año pasado se hizo la velación, se cantó un rato y todo terminó alrededor de las 23:00 horas. El tradicional Paseo de los Gallos, por segundo año consecutivo, se suspendió.
Alfredo dice que en años anteriores a la pandemia participaban alrededor de 15 mil personas. El Paseo del Gallo, dice, se dividía en dos. A cada uno acudían 7 mil personas.
La tradición marca que los Gallos, hechos de papel, alambre y varas, pasean por los barrios. Luego bailan en el atrio del templo de Hércules durante la madrugada y se espera a la Misa de Gallo, a las seis de la mañana.
Alfredo reconoce la voluntad de la gente, es lo que más le agrada, porque “ofrece lo que puede y lo brinda de corazón”.
En tanto, Lourdes Oviedo, habitante de Hércules, dice que lo más importante en esta fecha es la fe. “Dejarles a nuestros hijos la tradición y principalmente la fe hacia la Virgen de la Purísima Concepción y que la tradición siga prevaleciendo como lo viene haciendo desde hace muchos años atrás, que la tradición vaya hacia adelante con nuestros hijos, con nuestros nietos. Todos nos encomendamos a nuestra Purísima Concepción, para que nos cubra con su santísimo manto y siga esta tradición y difundir la fe”, destaca.
Con 22 años de participar en las fiestas de la Purísima Concepción, Lourdes subraya que lo que más disfruta es cantarle a la Virgen, pues forma parte del coro de la iglesia. Agrega que le gusta cantar en los rosarios que se organizan en cada una de las capillas de los barrios.
Precisa que los preparativos para la fiesta de la Concepción comienzan ocho meses antes.
“Nosotros tomamos este cargo apenas este año. Pero ellas, Mariela y Gabriela Guerrero, desde un año antes comienzan a generar ingresos vendiendo gorditas, guajolotes, recolectan limosna cada domingo. Nosotros lo hemos aprendido de ellas, vemos cómo trabajaron y es lo que hacemos.
“Vamos a seguir pidiendo limosna cada domingo, nuestra intención es hacer rifas y uno que otro evento con mi hijo, que también canta, para seguir recabando fondos y seguir haciendo la fiesta”, enfatiza.
Agrega que las tradiciones de Hércules son muy antiguas, además la gente las disfruta y espera. Se transmiten por generaciones y los habitantes no las dejan perder. Añade que hay muchas festividades en Hércules, lugar que, dice, es también conocido por la gran cantidad de bandas musicales existentes, las cuales merecen ser conocidas.
A unos metros de Lourdes está Miguel Guerrero Rodríguez, padre de Mariela y Gabriela. La familia deja este año la organización de las celebraciones de la Purísima Concepción, pero Miguel afirma que seguirá ayudando a Alfredo. Es una cuestión de fe, es lo que lo mueve.
“Mi esposa fue la primera a la que gustaba estar en esto. Yo era su ayudante, pero ella inició y siempre la apoyé. Aquí cuando entras [como organizador] son tres años. Ella repitió otros tres y siempre la apoyé. Ahora que mis hijas ya crecieron me dijeron que querían ser como su mamá y me preguntaron si las apoyaba y les dije que sí. Hemos estado nueve años”, asevera.
El dinero de las limosnas, dice, se invierte para vender antojitos y todo el dinero se guarda para organizar la fiesta. Con los recursos se compran adornos y pirotecnia, se paga una banda musical.
“De ahí sale, de las limosnas y de trabajar todo el año. Dejas de ir a fiestas, dejas todo para salir a vender viernes y sábados. Los domingos hay que recoger limosnas, y al otro viernes volver a vender, para tener dinero y cuando sea la fiesta tener bien adornado”, dice.
Los ojos de Miguel se llenan de lágrimas. “Todo es por la Virgen. Somos herculanos. Yo nunca quise salir de aquí y por eso, porque soy de aquí, seguimos adelante”, expresa.