Arturo Vargas García, entrenador de boxeo, observa a sus pupilos mientras entrenan en el gimnasio que abrió junto con su hermano, Guillermo, hace apenas seis meses. “El box siempre lo vi como un deporte, nunca lo vi para vivir de esto (…) El deporte es algo que te ayuda a salir adelante, de manera física, mental y (te ayuda) para el alma”, comenta.
Esta, afirma, es una forma de salir adelante, tanto si se está emocionalmente bajo, o si se está “en el hoyo. Hay muchas personas que han salido adelante, no sólo en el boxeo, también en otra actividad que a ti te siente bien. Todos hemos llegado a estar tristes”, añade.
Las circunstancias de la vida llevaron a Arturo por este derrotero. Relata que “nunca dije voy a ser boxeador, o voy a abrir un gimnasio algún día. Estudié en la Universidad Aeronáutica, estudié manufactura de aeronaves. Estudiaba y entrenaba. Más adelante entré a trabajar en una empresa aeronáutica, pero hubo un despido masivo. Me tocó. Mientras estudiaba y trabajaba ya había dado algunas clases de box. No estaba desde cero.
“Tenía un amigo que tenía un gimnasio. Cuando me despidieron le hablé y le dije que necesitaba trabajo en lo que encontraba otro empleo de lo que había estudiado. Me dijo que sí. Empecé de manera formal así a dar clases de boxeo, hace cuatro años”, narra.
Después de entrenar y dar clases durante algún tiempo, y aprender de su amigo, Arturo decidió hacerse independiente y dar clases por su cuenta, personalizadas a sus alumnos. En esos días comenzó la pandemia y el confinamiento por el Covid-19, por lo cual tuvo que dar clases a domicilio. Se comenzó a hacer de clientes propios y no buscó a los del otro gimnasio.
“Pasa un año y le dije a mi hermano que abriéramos un gimnasio. Ya tenía una base de unos 30 alumnos de clases personalizadas. Tenía miedo de abrir el gimnasio, por si no pegaba (...) Hice una encuesta vía WhatsApp donde preguntaba a mis alumnos que abriría un gimnasio y sí se irían conmigo. Afortunadamente 25 dijeron que sí. Así fue como me decidí a abrir el gimnasio junto con mi hermano”, precisa.
Lo bueno, dice, es que no empezó de cero, pues ya contaba con una base de alumnos. Luego se comenzó a correr la voz en redes sociales y por parte de la plaza donde se ubica el gimnasio y a seis meses el negocio marcha bien.
Arturo interrumpe la charla para dar instrucciones a sus pupilos. “Cambio, muchachos. Sombra”, les dice a los jóvenes que entrenan en ese momento. Los alumnos obedecen y cambian su rutina. Se colocan a un lado de un muro y comienzan a hacer movimientos. El ejercicio durará alrededor de cinco minutos, antes de cambiar los guantes y golpear el costal, con movimientos y secuencias de golpes que Arturo les indica.
Dice que para entrenar boxeo no necesariamente se debe de pelear, pues parte de las bondades de este deporte es que se hacen rutinas integrales que permiten ejercitar todo el cuerpo, además de que no hay límite de edad. Lo pueden practicar niños, desde los cinco años de edad, hasta adultos mayores, naturalmente cada quien con su ritmo y de acuerdo a su estado físico.
“Tengo varias categorías [de alumnos] . Son de cinco a ocho años, que tienen un horario; de nueve a 12 años tienen otro horario, y a partir de los 13 años entrenan todos juntos. Tengo personas de mayor edad, pero el box es para todos. Si alguien quiere empezar a boxear y no sabe nada o los años que tenga, pueden venir. El único perfil es que tenga ganas de hacer algo diferente. O si ya saben box, se les mejora la técnica. Si quieren pelear, aquí también se les apoya”, enfatiza.
Agrega que a su gimnasio acuden personas que sólo van a hacer ejercicio. Otros chicos van por prescripción, pues sus sicólogos les recomiendan un deporte de contacto, algo que requiera golpear un costal. El boxeo ayuda en todos los aspectos, tanto mental como físicamente.
Arturo destaca que, incluso, hay un buen número de mujeres que acuden al gimnasio, no porque busquen pelear, sino para aprender a defenderse de una agresión, saber dónde colocar un golpe, aunque otra parte únicamente lo hacen como rutina de ejercicio.
“Este deporte, en este momento, lo están buscando mucho las mujeres. No sé decirte en qué porcentaje o cuántas chicas tenemos, pero son más. Está padre porque tengo a unas chicas que también pelean. Tengo una que se llama Rocío, que es muy buena peleadora, que llevo entrenándola año y medio. También está Gaby Valencia. Con ella llevo cinco años. Cuando vienen a entrenar juntas es una maravilla verlas”, comenta.
Los alumnos de Arturo, entre ellos un hombre que rebasa los 60 años, completan la rutina que momentos antes les puso su entrenador. Ahora, comienzan otra. Una serie de golpes continuos, para mejorar su técnica de golpeo.
En cuanto al costo de los materiales para entrenar, guantes y vendas, dependen de la calidad, pues hay de precios muy económicos hasta de marcas reconocidas.
El entrenamiento termina. Los alumnos de Arturo se toman unos segundos para descansar antes de “enfriarse” subiendo y bajando escaleras. No hay pausa, el box es un deporte de disciplina y coraje, como la vida.