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Niños doctores, enfermeros, de las palomas o el Sagrado Corazón llegan a los diferentes templos de la ciudad para ser bendecidos por sus dueños, cumpliendo con la tradición del Día de la Candelaria. También, para cumplir fielmente con la costumbre, quienes hayan tenido la suerte de encontrar el niño en la rosca de Reyes debieron pagar los tamales.
Desde temprana hora los templos están abiertos a los fieles que acuden a bendecir a sus niños que, debidamente vestidos y arreglados, llevan ante los sacerdotes.
La mayoría de los asistentes son personas mayores o de mediana edad, quienes conservan la tradición, inculcada por sus padres y abuelos. En algunos casos, como la señora Lucía quien, antes de entrar al templo de La Congregación, dice que trata de conservar la tradición para enseñarla a los niños y no la pierdan, aunque a veces es un poco caro vestir y arreglar al Niño Dios para la festividad.
Los templos católicos celebran misas cada hora, hasta la una o dos de la tarde, cuando interrumpen los servicios religiosos para la comida de los sacerdotes.
Los fieles participan en la misa, mientras en sus manos sostienen a los Niños Dios delicadamente arropados. Los motivos son variados: desde profesiones, como doctores o enfermeros, hasta vestimentas de santos y evocaciones religiosas, como San Judas Tadeo, San Benito o arcángeles.
También, los fieles que acuden al primer cuadro de la ciudad a misa, además, tienen el propósito de comer los tradicionales tamales en la calle de Arteaga o en el mercado de La Cruz.
Quienes acuden al templo de San Francisco, en avenida Corregidora, no tienen que caminar mucho para almorzar en familia. En la calle de Madero se instalan puestos donde la gente puede comprar desde el tradicional tamal con su atole de masa hasta las tradicionales guajolotas, enchiladas queretanas, buñuelos, gorditas de migajas y café de olla.
Para quienes acuden a templos en otros puntos, como Santa Rosa de Viterbo o Santo Domingo, la calle de Arteaga, con sus diferentes locales de tamales y atoles, es la visita obligada.
Los rojos, de queso, verdes, dulces, oaxaqueños o de mole hacen las delicias de quienes prefieren los tamales para el desayuno o el almuerzo. Habrá otros que los prefieran para la merienda o la cena.
Estos negocios tienen buenas ventas en estos días. Antes de mediodía ya acabaron su producto, parte vendido en el negocio, parte hecho por pedidos de clientes, quienes fieles a la tradición, pagan la suerte de encontrar el niño en la rosca de Reyes.
En otro punto de la ciudad, en el mercado de La Cruz, algunos puestos de venta de ropa para Niños Dios esperan a quienes no vistieron al pequeño con anticipación y lo dejaron para última hora.
Los puestos se instalan en uno de los estacionamientos, donde en diciembre se colocan los vendedores de artículos navideños y luego los de juguetes; aunque quienes venden ropa para Niños Dios son menos, no faltan a la cita.
De última hora llegan clientes con sus niños. Los vendedores los limpian cuidadosamente antes de vestirlos. Los clientes eligen la ropa que más les guste. Además, pueden comprar tronos, moisés o coronas para que resalte el atuendo.
Los precios varían de 150, 200 pesos, hasta más de 500, dependiendo de lo elaborada de la ropa y del tamaño de la misma.
Los comerciantes no se retiran de ahí hasta las ocho de la noche, cuando las misas del 2 de febrero terminan casi en todos los templos. A esa hora dan por concluida la venta de este año del Día de la Candelaria. Muy cerca de los puestos de ropa, los vendedores de tamales llegaron muy temprano. Ahí, contrario a los locales de Arteaga, a los clientes los espera una delicadeza de la gastronomía mexicana: la torta de tamal o guajolota.
Los puristas del tamal quizá no avalen esta mezcla, pero muchos clientes las buscan y en una de las esquinas del mercado de La Cruz se puede encontrar, por menos de 20 pesos. Para acompañarla nada mejor que un champurrado, quizá también una buena taza de café. La combinación hace un desayuno completo, capaz de satisfacer al apetito más extremo.
También, estos puestos ambulantes terminan muy temprano de vender. Este 2 de febrero además se combinó con el sábado y el fin de semana largo, por lo que muchos queretanos aprovechan para pasear o evitarse hacer el desayuno en casa, saliendo a comprarlo.
Por la noche también se consumirán los tamales. Las familias se reunirán, principalmente en casa de los abuelos, para disfrutar los tamales verdes, rojos, dulces. El atole, chocolate o café también estarán presentes.
Después de este día, se podrá “reiniciar” la dieta que se comenzó en enero como propósito de Año Nuevo, pero mientras, no hay que despreciar las tradiciones.