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Alfredo Tovar tenía 20 años de edad cuando partió hacia Estados Unidos, apenas el 5 de mayo pasado, en busca del sueño americano, sin saber que pocos días después de haber iniciado su trabajo, perdería la vida en un trágico accidente en Florida.
María Juana Sánchez González es la madre de Alfredo, quien aún no comprende cómo fue que perdió a su hijo en tan poco tiempo y tan lejos de casa. Este viernes, pasadas las 2 de la tarde, a 10 días del accidente, el cuerpo de Alfredo por fin llegó a casa, junto a los suyos, donde fue velado en la casa de su madre, acompañando de familiares y amigos.
El ataúd fue colocado en el patio de la casa, rodeado de flores, una fotografía que lo recordará por siempre sonriente. Sentados en sillas negras, familiares y amigos velaron toda la noche y acompañaron a los cercanos de Alfredo hasta pasado el mediodía de este sábado cuando el mariachi se hizo presente para sonar los primeros acordes que dieron pie a la salida del cuerpo hacia la iglesia de Lagunillas, en el municipio de Huimilpan, de donde era originario.
En la puerta de la casa ya cuelga el tradicional moño negro que informa que hay luto en el hogar. A través de esa misma puerta se puede ver el velatorio, donde entra y sale gente que acompaña el momento. La familia es la que permanece, de a ratos se acercan al ataúd, como tratando de hacerse a la idea de porqué están ahí, llorando, abraza la caja, le susurran a la pequeña ventanilla que permite ver aún el rostro en paz de Alfredo.
“Es demasiado dolor, pero mi dolor aún no acaba porque yo quiero a mi hijo conmigo”, dice María Juana.
Ana Isabel Tovar Sánchez es hermana de Alfredo, con lágrimas en los ojos reconoce que, por una parte sienten tranquilidad porque su hermano ya está en casa, pero por el otro, está el dolor de no poder volver a hablar con él o convivir como apenas unas semanas antes lo hacían.
“Es muy doloroso verlo así porque él nos dijo que regresaría pero nunca nos dijo que así”, comenta.
Alfredo fue uno de los tres queretanos que fallecieron en el accidente ocurrido en Florida, él había viajado persiguiendo el sueño americano con el que soñaba desde que era muy pequeño, sin embargo, se fue sin saber que su novia está esperando un hijo de él.
“Ella intenta estar tranquila, más por el bebé, pero estamos todos desechos”, comenta.
Alfredo, al igual que el resto de los mexicanos que partieron hacia Florida, viajaron legalmente con una visa de trabajo contratados por una empresa llamada Olvera Trucking Corp., la cual los reclutó sin detallar las largas jornadas de trabajo que tendrían que realizar y las condiciones precarias en las que tendrían que hacerlo.
“El señor José Olvera no ha contestado, no sabemos nada de él (…) las condiciones en las que él trabajaba no eran las adecuadas, por eso exijo justicia. Hay un señor con el que aún hablo, yo tengo el número de esa persona, un compañero de trabajo, me dice el señor que les daban de tomar agua sucia, hasta que ellos le dijeron al patrón que esa agua estaba sucia, pero les daba muy poquitito tiempo para comer”, relata María Juana.
Ella recuerda que su hijo le hablaba sobre las condiciones de trabajo, pues las jornadas eran de más de 12 horas, con condiciones que enfermaban a los compañeros al grado de caer desmayados.
“Decía mi hijo que había muchos que se desmayaban, que les daban cinco minutos y los volvían a meter y se volvían a desmayar y los volvía a meter. Era por el sol, por el trabajo muy pesado, ellos salían desde temprano del hotel en que se quedaban y regresaban 10-11 de la noche”, platica.
La cancillería mexicana le consiguió a doña María y a su hermana una visa humanitaria para que viajara a Estados Unidos cuando recién se supo del accidente, sin embargo, las mujeres no pudieron viajar, aunque la madre de Alfredo pide que la dejen ir a buscar justicia para su hijo.
“Yo iba a tener pláticas con un abogado, fue algo que ya no pude hacer y pues si, si quiero, porque yo exijo que se haga justicia porque no se vale lo que hacen. Si hubiera la posibilidad de que hubiera alguien que me apoyara, sí lo haría”, comenta.
María Juana Sánchez asegura que, contrario a lo que se ha dicho desde el gobierno estatal y federal, su familia no ha recibido apoyo para llevar a cabo el sepelio de su hijo y cumplir con los compromisos que algo así conlleva, al grado de que, el día que su hijo arribó, ella tuvo que pagar lo que la funeraria pidió por el ataúd de Alfredo.
“Yo ayer tuve que pagar otra cantidad a la funeraria por la caja de mi hijo (…) es un gobierno deshonesto porque no está siendo honesto con nosotros, a lo mejor se aprovecha de nuestro dolor. Igual supimos que López Obrador decía lo mismo, cuando es mentira, él ni una llamada de cómo están, en qué los apoyamos, nada es totalmente una mentira que digan que se nos está apoyando, porque no”.
La pérdida de Alfredo no es la única desgracia que esta familia enfrenta, pues doña Juana señala que desde el día del accidente no saben nada del paradero de uno de sus yernos, quien viajó con su hijo para trabajar en la misma empresa.
“Se fue uno de mis yernos con ellos y de él no sabemos lo que se dice nada, igual trabajaba con ellos, pero de él no sabemos nada. Para nada tenemos comunicación desde el día del accidente, nadie sabe nada. Tengo hermanos allá y ya buscaron y nadie sabe nada. Se llama Gabriel Sotelo Gómez”, comenta.