Querétaro, Qro.
El barrio de Hércules luce vacío. Sus calles están desiertas, pocas son las personas que se encuentran en la vía pública, pero los integrantes de la familia Luna dan la batalla por el barrio.
Vendedores desde hace 50 años de las tradicionales nieves, ya en la tercera generación, se niegan a darse por vencidos ante la pandemia provocada por el virus SARS CoV-2 y la enfermedad que causa, la Covid-19.
Tres hombres, con su sana distancia, conversan mientras esperan la llegada de los compradores de las tradicionales nieves que se ofrecen en uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad de Querétaro, con su gente trabajadora, amable y de conversación agradable.
A un costado de la delegación, una cuadrilla de trabajadores retira lo que parecen ser adornos navideños, mientras que una unidad del DIF municipal atiende a adultos mayores.
Más allá, en los tradicionales tacos de canasta, las personas hacen fila para llevar el producto, pues no los pueden consumir en el lugar.
“Ahorita hay gente, porque vienen a ver lo del pago del predial, pero otros días está vacío”, dice Raúl Luna Campos, vendedor de nieves.
“Para nosotros la pandemia empezó cuando inició el calor, [que es cuando] tenemos buenas ventas, pero bajaron a cero. A mediados de año, cuando empezaron a levantar, empezaron los fríos y se nos complica un poco más”, señala Raúl.
Comenta que cuando comenzaban a repuntar las ventas de nieves entró en vigor el Escenario C en Querétaro, lo que repercutió nuevamente en la disminución de clientes en las calles.
Casi a las dos de la tarde apenas ha vendido cinco barquillos, dice Raúl, quien observa a las pocas personas que pasan por la calle, con la esperanza de que se acerquen a comprar.
Un automóvil blanco se detiene frente al puesto, ubicado en la entrada del templo de la Purísima Concepción. Del vehículo desciende un joven que pide dos nieves para llevar. Le son despachados de inmediato, previa limpieza de manos de Raúl con gel antibacterial, para cumplir con los protocolos sanitarios.
“Esperamos que con esta vacuna que viene [contra Covid-19] nos pueda ayudar, no solamente a nosotros, en este comercio, sino a todos los comercios en general, porque sí nos ha tocado un poco difícil.
“Hay eventos en Hércules, como la Feria de la Nieve y la Barbacoa, que son eventos en los que hacemos la venta del año, y como se presenta aglomeración de gente, de personas, ahorita no hay nada de eso”, apunta.
A pesar de las vicisitudes que han enfrentado durante la pandemia, señala que en su familia no se dan por vencidos. Salen a trabajar, pues no queda de otra que tratar de seguir adelante, luchar contra el coronavirus y contra la crisis económica.
“Al final de cuentas no nos rajamos. Es de lo que hemos vivido, es de lo que nos ha dado bastante. A todos nos pasa una mala racha, pero esperemos en Dios que esto se levante y que a todos nos vaya bien”.
Raúl indica que están elaborando alrededor de 40, 50 litros a la semana de nieve, para evitar las pérdidas y que el producto se quede por las bajas ventas que registran, cuya disminución calcula entre 40, 35% en relación a lo que vendían antes de la emergencia sanitaria.
Los sábados, indica, aumentan un poco las ventas, entre 40%, 45%, mientras que los domingos suben hasta 50%, la mitad de lo que vendían antes.
Dice que tienen que trabajar con horario reducido, de 10:30 horas a 17:00 horas, para respetar las medidas sanitarias de las autoridades, además de que a esa hora pocas personas acuden a comprar nieves en esta época, por el frío que comienza a hacer en las tardes.
El comerciante recuerda que en otros tiempos se quedaban hasta las ocho de la noche, porque había oportunidad de vender un poco más.
Raúl no pierde el sentido del humor. Dice que además de “levantar” el puesto a las cinco de la tarde, deben lavarse las manos de manera constante.
“Ya hasta nos echamos carrilla que traemos las manos cenizas de tanto que nos las lavamos con jabón, con gel. Traemos todas las manos partidas”, señala.
Precisa que todo el comercio del barrio de Hércules se ha visto afectado por la pandemia. Pone como ejemplo a sus compañeros taqueros, cuya actividad es esencialmente nocturna y que en estos tiempos no pueden llevar a cabo.
“Los tacos son nocturnos, empiezan sus actividades a las seis de la tarde y acaban a las 11, 12 de la noche.
“Ahorita tenemos unos tacos a un lado que se ponen a las dos, dos y media de la tarde, para tratar de vender algo y a las ocho recoger”, abunda.
Agrega que también hay muchos que han perdido sus trabajos, lo que ha complicado más los casos de personas que tuvieron o tienen enfermos de Covid-19 en casa, que necesitan medicamentos que deben comprarse para sus tratamientos.
Raúl ve con mesura el futuro. Señala que 2020 marcó a todos en el mundo por la pandemia y que a finales de año espera que se puedan dar algunos eventos. Reconoce que las medidas sanitarias continuarán durante al menos tres años.
“Ahorita no es si quiero o no usar el cubrebocas, [se trata de] que me debo cuidar, con el fin de que no pase ninguna enfermedad. El futuro será de todos los enmascarados, como de pelícua. La nueva normalidad nos ha pegado duro”, puntualiza el comerciante.