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El Panteón de la Santa Veracruz en Querétaro, aquí los cuerpos descansan por clases sociales

Ubicado en San Juan del Río, alberga el Museo de la Muerte, un lugar lleno de mitos, relata el cronista Neftalí Sáenz

Foto: Sirse Rosas
28/10/2022 |08:10
Sirse Rosas
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Construido en 1854, el Panteón de la Santa Veracruz, en San Juan del Río, es uno de los más antiguos en la entidad, pero también es uno muy peculiar, pues desde 1997 tiene una doble función: como cementerio y como Museo de la Muerte.

Este espacio, que actualmente está en labores de remodelación,  alberga los restos de la clase más alta de San Juan del Río, un lugar que recuerda que aún en la muerte había diferencias de clases, según cuenta Neftalí Sáenz Bárcenas, cronista municipal de San Juan del Río.

Detalló que desde su construcción, el panteón estuvo pensado para estar dividido en zonas, donde en la parte más alta estaba la gente de mayor riqueza o importancia, de acuerdo con siete clases sociales que distinguían a la sociedad sanjuanense en la época.

El Panteón de la Santa Veracruz en Querétaro, aquí los cuerpos descansan por clases sociales

“Por lo regular eran de madera las cajas, y eran pintadas de color azul rey, que nosotros le llamamos hoy azul rey, pero es un azul real, porque tiene que ver con realeza. Había siete clases sociales, porque de la alta había tres y las bajas eran las otras cuatro, y se distinguía en su registro de defunción como indígena o no indígena, y si nos vamos diversificando en discriminación, se iban hasta 12”, dijo. Entre los restos de personajes que se pueden leer en las lápidas de quienes descansan en este panteón, se encuentran los de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez, quien formó parte del movimiento de Independencia de México, junto a Agustín Iturbide.

“Él era cubano porque sus papás, cuando la Nueva España llega a Cuba, él nació ahí, pero en seguida se vienen a México, y como eran de alcurnia, llega a San Juan del Río, porque en la última etapa de la guerra de Independencia, Iturbide estuvo aquí, se le une en la consumación y después se acuerda de San Juan del Río y decide venirse a vivir aquí los últimos años de su vida. Él fue secretario de marina, de guerra, en el primer imperio que termina y en la República le siguen dando trabajo”, relata.

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Este panteón estuvo en funcionamiento por 110 años hasta 1967, año en el que comenzó un proceso de clausura al agotarse los espacios dentro del mismo, y a partir de ese año y hasta 1969, se rescataron las áreas más dañadas para convertirlo en un museo, inicialmente no relacionado con la muerte, pues se pensó inicialmente como un lugar para albergar acervo arqueológico de la región prehispánica de San Juan del Río.

Museo de la muerte

Aunque desde 1969 comenzó a funcionar como museo, tuvo diferentes vocaciones hasta 1997 que se volvió el Museo de la Muerte, un ícono de la ciudad, pero que también alberga historias y mitos.

“En este lugar hay gente que siente muchas energías porque es un cementerio y asume condiciones de un sentir, un sufrir, un pensar en qué pudo haber pasado; por ejemplo, hay muchos niños aquí enterrados, de días [de nacidos] que te conmueven y te llevan a imaginar en  aquellas épocas el sufrir de las familias, porque se morían familias completas por enfermedades que eran contagiosas, en ese sentido se han creado muchas leyendas”, comenta.

Entre una de las que permanece hasta la actualidad, está una tumba ubicada en el primer peldaño de la escalinata ubicada en el centro del panteón, donde forzosamente las personas tienen que pisar cuando pasa y cuenta la leyenda que ese difunto pidió expresamente ser sepultado en el último peldaño al bajar para que cada persona en vida que llegara a venir y lo pise, le fuera quitando un pecado que haya realizado en su vida. En la lápida reza el nombre José Saturdino Cos, fallecido el 19 de mayo de 1886.

El Museo de la Muerte llama a mucha gente que tiene curiosidad o afinidad con esta figura, pues incluso se han encontrado restos de lo que pudieron haber sido ritos para la Santa Muerte, como se le denomina.

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“Hacen ritos que ni nos damos cuenta hasta que de repente vemos que prendieron veladoras y que no sé cómo metieron una gallina y le cortaron ahí el cuello, pero ahora con la restauración se busca cobrar la entrada al museo, lo que obligará a que la gente lo respete y que quienes vengan, tengan interés real por el museo. Al haber entrada libre había mucho vandalismo”, apunta.

Sin embargo, con esta restauración, el nombre de Museo de la Muerte podría haber muerto en el año 2021, cuando el gobierno estatal y municipal decidieron restaurarlo, ya que tras las inundaciones que se registraron en San Juan del Río en octubre del año pasado, este espacio también sufrió afectaciones.

De acuerdo con el cronista de la demarcación, esa podría representar la muerte del Museo de la Muerte, ya que se está contemplando, por parte de las autoridades, cambiarlo de nombre y modificar la museografía.

“El Museo de la Muerte hablaba desde la muerte en tiempos prehispánicos, hasta su transformación, a partir de que llegan los conquistadores europeos y hasta el Siglo XX”, detalló.

La finalidad será mostrar quiénes están enterrados en el lugar, cuáles fueron las causas de su muerte, en qué época, las causas de su muerte, entre otros factores que permitan conocer cómo se ha transformado San Juan del Río, qué causaba la muerte de su población y cómo se han transformado esas enfermedades hasta la época actual.