Cecilia López Torreblanca, instructora de pole dance, afirma que, desde su punto de vista, aprender esta disciplina a las mujeres les ayuda a mejorar su autoestima y seguridad.
También es “conectar con esa feminidad y sensualidad que tenemos por naturaleza y la otra que te comienzan a salir cosas que nunca creíste poder hacer… creo que es importante que las mujeres conectemos con esa parte que tenemos tan reprimida”, explica.
Ceci, como la conocen sus amigos, charla luego de impartir una clase de exotic pole a dos alumnas. Durante poco más de una hora, las tres mujeres desarrollaron sus rutinas sobre plataformas de más de 15 centímetros. Siguen los pasos de Cecilia, quien les explica cómo deben de realizar los pasos de baile.
La disciplina requiere que la vestimenta sea corta. “La piel se pega al pole. Con la ropa te resbalas. Por eso necesita poca ropa”, explica.
Comunicadora de profesión, explica que hay varios estilos de pole, desde fitness, hasta el exotic. El pole dance es el clásico estilo de baile, el que más se conoce. El exotic pole es para el cual se usan los tacones de striper, pero sin llegar al striptease, esto es, al desnudo.
Las zapatillas con plataforma, explica, son necesarias porque los pasos necesitan de esos zapatos, como cualquier otro estilo de danza.
Las rutinas que pone Ceci a sus alumnas van acompañadas de música. El salón donde es la instrucción tiene varios poles. Quienes pasan frente al local, ubicado en una plaza comercial en la zona de Milenio, voltean de reojo a ver las rutinas de los jóvenes.
Ceci recuerda que cuando aprendió era algo “exótico”, pues se pensaba que les enseñaban a ser teiboleras.
Se fue a vivir a Playa del Carmen, Quintana Roo; en un antro de ese destino hicieron una competencia de pole dance. Ahí aprendió el pole, clases que combinaba con el buceo que practicaba en las mañanas en su trabajo como instructora.
Surgieron más salones de pole dance, y en una ocasión una maestra se fue y le ofrecieron dar clases; no lo pensó y comenzó a hacerlo... de eso ya tiene ocho años.
“Me fui de aquí, de Querétaro, donde ejercía el periodismo. Me fui a Playa del Carmen, empecé a bucear y luego entré a trabajar en el buceo. Además, siempre quise ser bailarina; fue un sueño que siempre tuve de niña, aunque también me gusta escribir, leer. Pero en Playa del Carmen ya fue la parte artística. Daba clases de buceo, hacía espectáculos con fuego y ahí empecé lo de la artisteada. Luego empecé con el pole”, asevera.
La emergencia sanitaria por el virus del SARS-CoV-2, la obligó a regresar a esta entidad, ya que toda la actividad turística y económica se detuvo en Playa del Carmen y en Querétaro toda su familia tenía trabajo.
“Cuando abrieron los aeropuertos, mi papá me dijo que regresara, pues en lo que se reactivaban las actividades iban a pasar al menos cinco meses. La pasamos muy mal en la cuarentena en Playa del Carmen.
“Llegué en octubre del año pasado. Acá también estaba todo muerto. Busqué trabajo en los estudios de pole y todos me batearon, todos con el mínimo de maestras, por los pocos alumnos. No había nada. En online empezó a salir la chamba, porque en Playa del Carmen en online no había nada”.
En cambio, en Querétaro las clases online fueron más exitosas. Las clases las brinda desde su casa, donde tiene un pole. En un inicio, confiesa, no le tenía mucha fe, pero con el paso de las semanas fue creciendo.
“A mí se me hace fácil enseñar pole en línea para gente que ya tiene nociones. Es rara la que no ha hecho nada de pole y toma clases online. En ese caso lo que hago son cosas muy básicas, que sé que no se van a matar en el pole”, precisa.
Para las clases en línea, explica, las alumnas deben de tener su pole en casa, aunque también da instrucción sin necesidad del mismo.
En las clases presenciales es otra cosa. A sus alumnas Ceci les pone movimientos más elaborados. Agrega que el perfil de sus alumnas es variado, pues hay chicas desde 15 años hasta mujeres de 50 años.
En la clase presencial las alumnas son jóvenes. Entre paso y paso hacen bromas y se hacen comentarios para mejorar su técnica. Hay espejos en una pared, para que puedan verse hacer los ejercicios y puedan mejorarlos. De vez en cuando se escucha el golpeteo de los tacones en la duela, pero es parte de la disciplina.
Dice que el pole le ha permitido a ella sacar su femineidad que tenía oculta, por haber siempre practicado otros deportes como futbol o taekwondo.
“Estaba peleada con esa parte, pero esto sacó mi parte femenina. Me he dado cuenta que la mayoría de las mujeres estamos peleadas con esa parte femenina, porque crecemos en un mundo donde lo femenino es débil, pero, ¿a qué mujer no le gusta verse sexy, guapa, atractiva? a todas las mujeres, pero nos da pena, porque ‘¿cómo vas a salir así?’, pero con esos tacones no sales a la calle.
“Muchos me dicen ‘¿cómo caminas con esos tacones?’, les digo que no camino con esos tacones, con ellos bailo. No voy a la calle con ellos”, precisa.
Pero no sólo es conectar con ese lado femenino, también es ganar en autoestima, son más seguras de sí mismas.
Habrá mujeres que no lo quieran hacer, por prejuicios, pero una vez que se logra la conexión no sólo con el lado sexy, sino también con el ejercicio físico, la fuerza muscular, coordinación y estética, “se pican” y ya no lo dejan.
Ceci termina la clase y cambia la indumentaria por unos jeans, una camiseta, una chamarra de mezclilla y unos tenis. Luego, bebe un refresco de naranja, mientras en otra clase, con otra instructora, cuyas alumnas comienzan a calentar para su clase, está por comenzar.