Cansado de escuchar los discursos donde el tema de la discriminación y las necesidades de la diversidad sexual pasaban a segundo plano, Edmundo decidió hacer algo para ser la voz, incluyendo la suya, de quienes no eran tomados en cuenta por su orientación sexual, porque el prejuicio invisibilizaba “todo lo que somos, de que éramos personas que no teníamos valores, que nos dedicabamos al trabajo sexual, que consumiamos drogas, alcohol, todo ese prejuicio no dejaba ver que también somos hijos, hermanos, papás, mamás y que somos seres humanos”.
Manuel Edmundo Ramos Gutiérrez, presidente de SOS Discriminación Internacional Querétaro, afirma que “cuando las personas trabajamos en las coincidencias en lo social y en lo político se puede avanzar y nos conecta en la dignidad humana”.
“Es muy triste que durante mi historia siempre escuchaba discursos, pláticas, gente en la vida cotidiana, a los políticos, que cuando se hablaba de las necesidades y de la discriminación de la diversidad sexual parecía que homosexuales, lesbianas, bisexuales, transgéneros no tenían dignidad humana porque ese tema no era importante, porque decían que era más importante el grupo de adultos mayores, como si unas personas fueran más importantes que otras. Desde ahí sentí esa discriminación”, dice Edmundo; por ello, buscó entrar a un seminario, para desde ahí ayudar.
Egresado de la carrera de Periodismo y Comunicación, de la UAQ, con maestría en Estudios de Género, Identidad y Ciudadanía, en la Universidad de Huelva, en España, y en SOS Discriminación, con sede en Argentina, donde participa desde 2005 como el delegado presidente voluntario, dice que en esta organización, al conocer que tenía un trabajo voluntario de varios años en Querétaro, en los temas de no discriminación, lo nombraron presidente.
Edmundo platica frente a la rectoría de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), a un lado de la placa que se puso en homenaje a José Guadalupe Ramírez Álvarez, su tío abuelo.
Gandhi, dice, fue una de las figuras que influyó en su pensamiento, así como Nelson Mandela, en su combate a la discriminación y el racismo. De ellos aprendió a buscar las coincidencias con los demás.
“A escondidas, cuando me iba a la Ciudad de México a visitar a mi abuela, no le podía decir a mi familia que me iba a grupos de autoayuda para aceptarme. Mi gran referente en la comunicación de la educación sexual fue la sexóloga Anabel Ochoa, que tenía un programa de radio que se llamaba ‘Desnudo total’ y ‘Voces en la intimidad’. Me acuerdo que en Querétaro escuchaba con mucha interferencia sus mensajes.
“Me alentaba mucho escucharla que yo no era una persona como la que decían todos, que los homosexuales eran negativos”, recuerda.
En la presentación de un libro de la sexóloga, Edmundo tuvo la oportunidad de conocerla, platicarle su caso y ponerse en contacto con organizaciones como “Acción Humana por la Comunidad”, que ayuda a los gays en proceso de aceptación.
Luego se involucró en política, cuenta, donde conoció a la actual senadora Patricia Mercado, formó parte de la creación del partido México Posible, y luego el Partido Socialdemócrata.
Dice que su objetivo no era dirigir un partido, sino aprender la manera de buscar alianzas.
En la UAQ, posteriormente, formó el primer colectivo universitario por la diversidad sexual en Querétaro, lo dio a conocer en la presentación del libro “Papá, mamá, soy gay”, de Rinna Riesenfeld, y Luis Perelman.
“En ese momento una de las historias más bonitas que viví ahí fue que a pesar de las resistencias para lograr que se difundiera este tema, porque había medios de comunicación que no decían de qué era el libro, sólo decían que presentaban polémico libro en la UAQ, pero no el título, logramos presentarlo.
“Al acabar, la mamá de un chico gay me dijo: joven, muchas gracias por hacer estas conferencias que nos hacen reflexionar sobre la humano que somos, que se tienen que respetar los derechos, y que el amor es lo más importante, como mamá tengo que aceptar a mi hijo como es y porque no quiero que vayan a matar o agredir a mi hijo”, comenta.
Estas expresiones, señala, lo motivaron a seguir por ese camino, dando herramientas para que alguien salga adelante de la violencia y la discriminación. Eso lo motiva, porque cada vez que su trabajo logra eso, dice, él renace.
“Yo me rescaté en la juventud de esa violencia, de esa discriminación, de esa homofobia, el que ahora me dedique a formar jóvenes, de forma voluntaria, tiene que ver con darle a las juventudes para que se valoren a sí mismos, que superen violencias y discriminaciones, no importa si son heterosexuales u homosexuales”, explica.
Con este programa ya formó 15 generaciones, alrededor de 600 alumnos de universidades públicas y privadas. En este tiempo, de nadie o de casi nadie se ha enterado sobre su preferencia sexual, pues lo importante es que tienen derechos.
Estos procesos, precisa, han ayudado a los jóvenes a ser más sensibles ante las necesidades de las personas en situación de calle, de la diversidad sexual, para entender a un familiar o aceptarse ellos mismos.
“Si las personas nos ayudamos a encontrar ese sentido de vida dentro de nosotros mismos, a encontrar la misión a la que vinimos (…) en mi caso, era superar mi historia para compartirla con otros y dar herramientas para que salir adelante.
“Me siento muy orgulloso, más en este mes del Orgullo LGBT que nosotros, los que somos parte de la diversidad sexual, somos personas que hemos hecho aportaciones históricas muy importantes pero que el prejuicio no ha dejado que se vean. Así como el machismo invisibilizó a las mujeres, el prejuicio nos invisibilizó a quienes tenemos una orientación sexual o una identidad genérica distinta a la heterosexual, pero que hoy el camino no es tener poder para superar la discriminación, no es la victimización, ser victimario. Somos personas que tenemos la capacidad de ser resilientes, podemos construirnos de manera saludable y positiva (…) Al final la vida te regresa cuando tú das con los demás, y te regresa de muchas formas”, expresa.