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Pasaron 33 años para que los queretanos pudieran disfrutar de un eclipse de sol y para tal fin se dispusieron recintos especiales, aunque para muchos más, los patios de sus casas fueron el mejor lugar para observar el fenómeno astronómico.
Es un lunes especial. A pesar de terminar el periodo vacacional de Semana Santa, en muchas escuelas se da el día a los menores para que puedan apreciar el eclipse, para muchos de ellos, el primero de su vida.
La Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), la zona arqueológica de El Pueblito, en Corregidora, fueron algunos de los lugares donde la ciudadanía pudo ver el eclipse.
En la explanada de la Rectoría de la universidad se concentran personas que acuden a ver el eclipse, donde además pudieron ser asesorados por expertos. Ahí, de acuerdo a las autoridades universitarias, se reunieron alrededor de 800 personas.
En algunas escuelas de la capital queretana se registra una asistencia baja de alumnos. Los padres optan por tenerlos en casa para observar juntos el hecho o para mantenerlos vigilados durante el mismo. Esto se evidencia con el tránsito fluido en las vialidades de la ciudad.
Otros ciudadanos, aquellos que tuvieron que cumplir su jornada laboral en el eclipse, salen a la calle con sus lentes especiales para mirar el sol, que se oculta tras la luna poco a poco.
Afuera de las oficinas los empleados salen por unos minutos para observar el cielo. En el atrio del Templo de La Cruz también las personas se detienen para observar el eclipse.
Quienes no llevan lentes especiales utilizan cajas hechas ex profeso o se colocan bajo los árboles, para ver el eclipse a través de las sombras de las hojas. Otros prefirieron verlo desde la comodidad de sus teléfonos celulares y bajo techo.
Los de más edad recuerdan el eclipse del 11 de julio de 1991. Aunque los eclipses solares ocurren cada 18 meses, aproximadamente, no siempre son visibles en lugares habitados, por lo que pueden pasar muchos años para ser observables.
Otros disfrutan el eclipse en familia. Cuatro primos, de entre 10 y 13 años de edad, se reúnen con sus mamás para verlo en la casa de una de ellos. Desde un día antes se ponen de acuerdo. Los cuatro menores, tres niñas y un niño, son vigilados por sus madres mientras observan el eclipse. Les dicen que no lo hagan por más de 15 segundos y luego descansen.
Entran y salen de la casa por lapsos. Adentro, ven el eclipse a través de un canal de noticias en la televisión. Cuando alcanza su punto máximo en Querétaro salen a ver el Sol: los cuatro primos se maravillan con el eclipse. Es el primero que ven en su vida.
Para sus madres y sus padres es el segundo. Hay quienes esperaban que fuera total y que la tierra se viera en penumbras, pero en Querétaro, igual que en el centro del país, fue parcial.
En 1991, además de ser un eclipse total, que pudo ser observado en el centro de México, tuvo una duración récord, con 7 minutos y 2 segundos. En esa ocasión la oscuridad cubrió al país siendo una experiencia única en la vida.
Esta vez, aunque no fue al mismo grado, la gente pudo disfrutar del eclipse y las consecuencias que tuvo, por ejemplo, en la fauna, principalmente en las aves. Las parvadas de aves, como los tordos, así como urracas, comienzan a prepararse y llaman para dormir, ante la disminución de luz solar.
Incluso, la temperatura desciende en los momentos del eclipse cuando la luna cubre al 80% al sol. La luz disminuye, como al atardecer. Dentro de los domicilios hay oscuridad.
Para muchos queretanos, aunque conocedores del hecho, siguen con sus actividades diarias. Un empleado de la Comisión Estatal de Aguas (CEA) reparte los recibos de la dependencia en las casas de una colonia al sur de la ciudad.
Un padre y su hija observan el eclipse cuando el joven trabajador llega a entregar el recibo. Les pregunta si se ven bien con los lentes especiales. Ambos responden que sí, y la menor le ofrece los lentes al joven trabajador para que pueda observar. Así lo hace y la expresión de su rostro es de admiración por el fenómeno. Luego se retira para seguir con su trabajo.
Fue el caso de muchos queretanos, que tuvieron que seguir con sus rutinas, a pesar de tener conocimiento del evento.
La luz regresa poco a poco. La temperatura vuelve a subir y el eclipse, esperado con ansias por aficionados a la astronomía y ciudadanía, pasa lentamente como comenzó.
El siguiente eclipse total de Sol que será visible en México ocurrirá hasta el 30 de marzo del año 2052. Habrá que esperar 28 años para volver a ver un espectáculo astronómico que maravilla a quienes gustan de mirar los cielos y se maravillas con la naturaleza y sus extrañas coincidencias, como que el Sol a pesar de su gran tamaño, sea visto del tamaño de la Luna desde la Tierra, para que así en ciertos momentos, el satélite cubra a la magna estrella.