Miles de hombres se mueven bajo el amparo de la oscuridad. Todos son movidos por algo misterioso y profundo que muchos no entienden, pero para ellos es una fuerza superior: fe.
Entre los cientos de peregrinos se observa al gobernador Mauricio Kuri González, quien se hace acompañar por su hijo Mauricio y Román Bolaños González, presidente diocesano de la Asociación de Peregrinos a Pie de Querétaro al Tepeyac.
Kuri, hace unos días, recibió la visita de la asociación, a la cual le informó que participaría en este evento y cumplió.
Tras recibir la bendición en el Templo de la Congregación, a las 4:00 horas de este domingo salió la columna de varones hacia el santuario de la Virgen de Guadalupe, en el Tepeyac.
Las despedidas, las bendiciones, los abrazos y buenos deseos de las familias a los hombres que inician su camino de más de 200 kilómetros que los llevará a los pies de la virgen morena.
Poco a poco entran al recinto de la Congregación, mientras entonan cánticos religiosos. Rezan el rosario, y el cura invita a pensar en las familias que se quedan en casa, esperándolos. “Piensa en los que se quedan en casa, sobre todo tú, hermano peregrino que eres jefe de familia”, les conmina el cura.
Pone como ejemplo a San José, de quien dice fue un varón justo que Dios eligió para cuidar a la sagrada familia, así como a ellos, que deben cuidar a sus respectivas familias. “Algunos varones de México, lejos de ser varones, son mamarrachos. Dios los perdone”.
Una vez concluido el rosario, los diferentes grupos reciben la bendición para emprender el camino. Las mujeres persignan y bendicen a sus esposos, hijos, hermanos, padres, que emprenden la ruta hacia el Tepeyac, luego de un par de años que no pudieron peregrinar por la pandemia de Covid-19.
Ahora, los peregrinos retoman sus morrales, mochilas, sombreros, tenis y caminan los 210 kilómetros que hay hasta el santuario mariano. “Que Dios y nuestra madre de Guadalupe te acompañe en todo el camino. Cuídate y pide por nosotros”, dice una mujer a su esposo.
Todavía protegidos por la oscuridad, los peregrinos comienzan su andar. Los primeros pasos, siempre los más difíciles, se han dado. No hay marcha atrás. Empiezan a caminar y no se detendrán durante los siete días que durará la peregrinación hasta el Tepeyac.
Entre los hombres adultos también se aprecia a niños que entran a la adolescencia y tal vez sea la primera vez que peregrinan. Policías vigilan su paso. Cierran vialidades por donde pasará la columna en su salida de la ciudad de Querétaro.
Caminan rumbo a la capital del país. En algunos puntos esperan a quienes se quedan. La recomendación siempre es no adelantarse y caminar con su grupo, por seguridad
Para los peregrinos no sólo es cuestión de fe, también es de dinero. Los tiempos financieros impiden que muchos fieles hagan el viaje al Tepeyac.
Además del dinero que necesitan para el viaje deben procurar dejar el gasto de la semana para sus familias.
A lo largo del camino, los peregrinos cubren gastos como comidas, bebidas, baños, autobús de regreso, así como los recuerditos. Incluso, les cobran por recargar sus teléfonos celulares. Un peregrino que decide hacer el viaje desde Landa de Matamoros deberá tener un presupuesto de al menos cuatro mil pesos. En ocasiones, durante el viaje, el calzado llega a romperse, lo que obliga a llevar un par extra o comprar uno nuevo.
En las diferentes comunidades por las cuales pasa la columna, hay personas que ofrecen alimentos y bebidas.
Aunque en otras se tiene que gastar necesariamente. “A veces gastas en las tres comidas. Desayunas un tamal y un café, que es lo más barato, pero te sale en 40 pesos. La comida te cuesta un poco más y la cena más o menos lo mismo. A veces hay gente que te da algo de comer y lo aprovechas para ahorrarte un dinerito que luego hace falta”, dice Pancho, quien tiene peregrinando más de dos décadas.
La fe mueve montañas, y esa misma fe mueve a los fieles a padecer carencias, cansancio e incomodidades por cumplir con una tradición, una manda o para agradecer un año más de vida o la salud de la que se goza.