Los Días de Muertos solían ser una de las temporadas altas para José Ramírez, músico originario de Huimilpan, quien en estas fechas acude a los panteones a cantar a los difuntos.
Sin embargo, desde hace unos años la situación ha cambiado, ya pasa el medio día y no ha hecho ni un servicio. Relata que, en general, desde que comenzó la pandemia el trabajo como músico escaseó, pues no ha vuelto a tener la demanda de aquellos años.
Junto con su acordeón, José espera bajo la sombra de un árbol en el panteón Cimatario; a unos pasos de él, en una banca, aguardan sus compañeros de conjunto.
Si bien no conforman una agrupación con regularidad, de manera ocasional se reúnen para trabajar. Mientras esperan atraer el interés de alguien que desee una canción, José lamenta que cada vez se aprecie menos la música en vivo, una afección que atribuye no sólo a la pandemia, sino también al desarrollo tecnológico.
“Venimos a ofrecer [música], pero ya la gente no quiere, ya traen su celular, ya los echó a perder el celular, el internet, ya no ocupan a uno, uno que otro, como el 3%. Ayer [martes] hubo mucha gente y para nada, les ofreces y ni te contestan, les mordió la lengua el ratón”.
Aunque José conserva pocas esperanzas en la música como fuente de ingresos, refiere que son pocas las alternativas, una de ellas es el campo, sin embargo, la sequía prolongada impidió que este año sembrara.
“La música ya acabó, nada más que uno ya no puede hacer otra cosa, cuando menos le hace uno la lucha. Y está todo bien caro, todo está carísimo, pero le andamos haciendo la lucha.
“Este año ya no se pudo sembrar porque no llovió, o sea que ahí viene todo, toda la pérdida [en el sector]”, lamenta.
A estas condiciones se añade la inflación que golpea los bolsillos de la población, pues todos los costos suben, pero no hay mejoría en la calidad de vida de las personas, tampoco en sus percepciones salariales, dice.
En su municipio natal, refiere, la mayoría de las personas optan por migrar hacia Estados Unidos, debido a que acá no encuentran oportunidades de desarrollo. José cuestiona los salarios que ofrecen las grandes empresas que arriban al estado.
“Decían que iba a regresar la esclavitud, pero ya está, ya está, (…) el gobierno le da preferencia a los ricos. (…) Va un pobre a pedir algo a una oficina de gobierno y dicen: ‘no se puede’ [y] lo mandan a la jodida, (…) a uno lo hacen menos”.