Sus mejores años han pasado. Las casas del Centro Histórico de Querétaro fueron testigos de la historia, pero ahora lucen en ruinas y están a punto de caerse. Algunas representan un riesgo para los peatones, mientras que otras lucen en abandono de sus dueños, quienes no pueden pagar la remodelación de las mismas.

Algunas de las fachadas pueden verse en relativo buen estado, pero al observar con más detenimiento se observa que en el interior no hay nada.

Sólo ruinas que de un momento a otro pueden caer. En la calle de Mariano Escobedo, entre Ocampo y Guerrero, hay dos casonas que ya vieron pasar sus mejores tiempos. Incluso una de ellas está a la venta. Las fachadas lucen descoloridas y descascaradas. Cerca de ahí hay un hotel. Es de las pocas estructuras que se ven en uso en esa cuadra. La mayoría se ven deshabitadas.

En esa misma cuadra están las instalaciones antiguas de un medio de comunicación que siguen en uso. Son pocas las viviendas ocupadas en esa cuadra. Pasando la calle de Guerrero se aprecia más movimiento, con una vidriería en la esquina, un estacionamiento a media cuadra y varios negocios enfrente y en dirección a Juárez.

En las casonas de Escobedo se aprecia que hay algunos inmuebles que no tienen el techo. Una mujer camina por la zona de manera apresurada. Cuando pasa frente a una de estas casas voltea a ver de reojo la fachada.

“Paso siempre para ir a mi trabajo, pero cuando lo hago aquí, lo hago más rápido. Me da miedo que se vaya a caer un pedazo de pared”, dice la mujer de unos 40 años de edad.

Las puertas están cubiertas con láminas de metal. En las paredes hay anuncios de “no estacionarse”. Muchos no hacen caso y lo hacen frente a la casona en ruinas, sin importar que es un riesgo, puesto que en el primer piso ya no existe techo que dé fortaleza a la fachada.

Un caso similar se puede apreciar en la esquina de Ocampo y Balvanera. Una casa ubicada en esa esquina no tiene techo. En la contraesquina se ubica la Capilla de la Expiación. La encargada de dar informes en ese templo señala que nunca han apreciado un riesgo latente en esa casona, a pesar de que le falta el techo y luce abandonada.

En la otra esquina, un grupo de trabajadores pintan la fachada de otra de las viviendas. Está en remodelación, pues desde la calle se aprecian los trabajos.

A unos metros se ubica una tienda. La encargada dice que trabajan en la remodelación de las viejas casonas, aunque en una de ellas no se aprecia movimiento de construcción.

Sobre Ocampo y Balvanera el tránsito de vehículos es intenso. Camiones repartidores de diversos productos pasan de manera constante en la zona, por el movimiento comercial del primer cuadro de la ciudad.

A media cuadra sobre Ocampo, hay otra vivienda en ruinas. El zaguán oxidado tiene una señal de “no estacionarse” y una cadena, también oxidada, resguardan el lugar. Por una ventana contigua se puede ver el interior.

Las huellas de un incendio son visibles. Parte del techo, formado por tejas y vigas de madera, se vino abajo. Parte de la madera que aún sostiene lo que queda de techo está quemada.

En el suelo está el resto de las vigas quemadas. Al fondo de la habitación se ve una mesa con lo que parece ser una parrilla eléctrica. A un lado lo que quedó de un horno de microondas. Todo luce oxidado.

Más allá de la puerta de escasos 1.60 metros de alto, llama la atención un foco ahorrador de energía que está muy limpio en comparación del resto del lugar.

Una patrulla de la Policía Municipal pasa por el sitio. Sólo observa la casa. No se detiene. Los elementos policiales continúan con sus rondín por las calles. Prestan poca atención a las casas deshabitadas en pleno centro de la ciudad.

Un vecino, quien pide el anonimato, explica que muchos de los dueños se han ido paulatinamente del centro. Dejan sus casas porque se convirtió en un lugar muy caro para vivir, las remodelaciones de las casas pasan por la burocracia y los peritajes.

Para muchos vecinos el cumplir con todo esto es casi imposible, por lo que deciden mejor dejar que sus casas se deterioren, explica el vecino.

A unas cuadras, en la calle de Gutiérrez Nájera, el deterioro de algunas casas es notorio.

Sobre esta calle circulan camiones de pasajeros, además de los repartidores y de carga. Muchas de las viviendas ubicadas entre las calles 16 de Septiembre y 5 de Mayo tienen un deterioro notable.

A través de las rejas con candados y cadenas oxidadas se aprecia la maleza. La ventanas fueron cubiertas con tablones y la herrería ha perdido el color.

En donde un día estuvieron los techos, ahora sobresalen ramas que crecen año con año por la falta de poda. En un techo incluso hay un nopal. La gente pasa frente a las fachadas dañadas por el tiempo de manera indiferente. A los lados de las construcciones hay casas que por el cuidado sí están ocupadas, pero nadie sale.

La llegada de negocios aumentó el valor de las viviendas, así como los servicios, que se encarecieron y obligaron a los residentes a abandonar sus casas, a dejar que el tiempo se encargue de ellas, a que el peso de los siglos termine por borrar su rastro en el centro de Querétaro.

Google News

TEMAS RELACIONADOS