Luis Carlos Rodríguez, encargado de un bazar de antigüedades, afirma que durante estos tiempos de emergencia sanitaria y económica, causados por la pandemia de Covid-19, la gente se deshace de sus objetos antiguos para buscar un dinero extra, anteponen las necesidades del día a día a conservar recuerdos y objetos de sus seres queridos.
Luis Carlos se sienta a la mesa, que es de lámina, con imágenes de una marca cervecera que luce ya de algunos años, como la mayoría de las cosas que se encuentran en ese sitio.
Explica que durante este tiempo de aislamiento, cuando debieron de permanecer cerrados, sus ventas fueron mejores que ahora que ya han abierto y reciben a la gente con todas las medidas de sanidad que las autoridades imponen a los comercios.
El comerciante reconoce que han notado un aumento en la oferta de antigüedades que les hacen a ellos como anticuarios.
“Hemos visto un incremento en la venta de antigüedades hacia los locales. No han tenido ingresos, han tenido que deshacerse de sus cosas”, comenta.
Antigüedades El Sitio de Querétaro tiene varias colecciones, amplias y de muchos tipos. Desde autos a escala, hasta vajillas y muebles. Incluso, dice, llegan artículos religiosos, ropa, vajillas. Hay de todo un poco. En ocasiones les llaman por teléfono, ofreciendo antigüedades.
“Con esto de la contingencia mucha gente ha optado por buscarnos a través de las redes sociales, para ponerse en contacto con nosotros y conocer los artículos que tienen a la venta”, destaca.
El joven menciona que lo más raro que le han llegado a ofrecer son huesos humanos, como cráneos antiguos, que no tenía la certeza que fueron antiguos o “más nuevos”, pero sí, una persona se los llegó a ofrecer.
Explica que datarlos no le compete, tampoco hacer los estudios referentes a la antigüedad de los huesos que le llegaron a ofrecer. Esa labor corresponde, asegura, al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) quien puede determinar la antigüedad y si se pueden o no comercializar.
Artículos menos exóticos se encuentran en el bazar. Siempre hay alguien que quiere vender o comprar algo antiguo.
El vendededor de antigüedades señala que lo primero que se hace cuando llega un objeto es hacerle un estudio de originalidad, para saber cuál es su fecha y saber su valor aproximado. Además de que en muchas ocasiones depende de qué tipo de productos son, para qué se usaban originalmente.
Menciona que algo muy común que llegan a vender son colecciones de latas de refresco de cola, pero que fueron coleccionando, y no saben su valor real.
Detalla que muchas veces les han llamado de otras partes, en alguna ocasión les hablaron de Colombia, aunque se centran en las compras dentro del estado de Querétaro, por la inseguridad que se vive en otras entidades del país.
Carlos Rodríguez precisa que durante los meses de confinamiento sus ventas subieron. Fueron mejores que ahora que ya les permitieron abrir.
“Al momento de que la gente no tenía cómo gastar, les acercamos los productos por internet y ya tenían en qué gastar, dice.
Señala que la mayoría de las cosas que vendieron eran artículos chicos, un recuerdo, o un regalo que le pedían que llevara a un domicilio distinto al del comprador. Le pedían entregarlo en la casa de un familiar, una amistad.
“Incluso, nos pedían que no se los llevaran a sus domicilios. Pedían que la entrega fuera en otras casas. Eran regalos”, recuerda.
El olor a humedad y cosas antiguas llenan el ambiente del lugar, donde los objetos acomodados, muchos de los cuales eran de personas que los atesoraron durante muchos años o que pasaron de generación en generación, en familias, esperan nuevo dueño.
La necesidad hace que la gente se deshaga de sus cosas, que decide que es momento de vender sus objetos valiosos, las piezas que los acompañaron desde la niñez, que formaron parte de la historia de una familia, piezas con valor emocional.
“Hay gente que nos ha tocado por necesidad y unos cuantos por desconocimiento de las cosas. Fallecen los papás o los familiares y son cosas a las cuales no les encuentran el agrado y se quieren deshacer de ellas. Muchas veces nos han hecho donaciones de artículos antiguos de los que no quieren saber nada de ellos. Piensan en las malas vibras que hay. Malas vibras no hay en los artículos. Es pensar nada más que son buenas cosas, no tener pensamientos negativos”, agrega.
Luis Carlos añade que la gente seguirá vendiendo sus antigüedades, pues las personas que se quedan con esas piezas es porque les tienen realmente gusto. Lamentablemente, precisa, “las generaciones que siguen no sabemos si tendrán ese gusto por las cosas antiguas y se deshagan de sus piezas”.
Para eso están ellos, para comprarlas a quienes ya nos las quieren y venderlas a quienes tienen ese gusto por éstas piezas.
Libros, vajillas, ropa, relojes, monedas, billetes, objetos que son antiguos o viejos. Un objeto antiguo es aquel que tiene más de 50 años; mientras que un artículo viejo es menor a cinco décadas; sin embargo, muchas piezas, aunque no cumplan los 50 años pueden tener un gran valor coleccionable para muchas personas. Aunque para otras más una colección representa dos semanas de comida en la nueva realidad que ha dejado el Covid-19.