La crisis económica provocada por la pandemia de Covid-19 representó para Andrés Chávez Luján la pérdida de su empleo, pero también otra oportunidad de hacer algo diferente para ganarse la vida y ayudar a otras personas que padecen los estragos de esta emergencia sanitaria, haciendo y repartiendo tortas entre quienes más lo necesitan en este momento.
Antes de la pandemia, Andrés, residente de San Juan del Río, Querétaro, se dedicaba al área de recursos humanos. Administrador de Empresas de profesión, desde que salió de la universidad se dedicó a ese rubro, ocupando incluso una posición senior. En esta posición trabajaba reportando a Estados Unidos y Brasil, dos de los países de América más afectados por el Covid-19, por lo que hubo un recorte en la empresa para la que trabajaba.
Al estar contratado por outsourcing su liquidación fue muy baja, incluso le hicieron firmar su renuncia. Por lo que de un día a otro quedó en el desempleo, con una hija que mantener.
Andrés recurrió al negocio de su padre, quien se dedica a elaborar tortas desde hace 21 años y a quien le pidió la receta. “La verdad es que no podía quedarme con los brazos cruzados, entonces pensé en lavar coches, pensé en muchísimas cosas, pero no hay trabajo, está bien complicado ahorita.
“Mi papá ha sido comerciante toda la vida, así nos ha sacado adelante. Vende tortas desde 1999 y ha sido un hit. La gente se las pide. Nosotros estamos en San Juan del Río y le piden tortas de Tequisquiapan y otros municipios aledaños, pero solamente en su local. Lo que hago es que le pido la receta, aprendo a hacer todo, y el segundo lunes de mayo, que fue el lunes 11, fue el primero que salí a vender puerta por puerta, con mi charola de tortas a todos los negocios, a las casas, para que la gente las probara”, menciona Andrés.
En una red social publicó su historia y se hizo viral con más de un millón de vistas, por lo que comenzó a recibir muchas muestras de apoyo, incluso de algunas empresas que le ofrecieron patrocinar su página y hacer su logotipo y dominio.
Otras personas, incluso de otros estados, le donaron dinero para hacer tortas, que entrega a casas hogar, enfermeros, doctores, personal de limpieza de las clínicas, personas que están en espera de información de sus pacientes. También brinda alimentos a las personas en situación de calle, principalmente durante las noches.
Andrés indica que cada vez que regala una torta toma una evidencia para quienes donan o aportan a su causa y sepan que se cumplió con la donación.
“Torta que dan, torta que dono. Mando fotos. Les digo: aquí está la evidencia. Quienes me lo permiten los etiqueto en una publicación. Hay gente que me pide que sea anónimo. Nada más le mando por WhatsApp sus fotos.
“Tengo tres semanas con este proyecto y verdad ha ido bien. Esperamos que se mantenga así, tanto en cuestión de donaciones como en cuestión de pedidos. Ya la gente nos empieza a conocer, nos comienza a escribir. Prácticamente es un 80/20, 20 tortas son para vender y 80 son para pedidos”, asevera.
Actualmente Andrés hace 40 tortas al día para venta al público. A estas se suman las tortas que se donan para la población. Incluso una persona donó tres mil pesos con la condición que la torta la acompañara con un refresco y algo más.
La voz de Andrés denota su entusiasmo en lo que hace. El trabajo de las tortas le exige que se levante a las cuatro de la madrugada para ir por el pan y comenzar a elaborar los ingredientes, para que a las nueve de la mañana salga a entregar las tortas y vender las que no son donadas. Puede llegar a preparar hasta 100 tortas al día, a pesar de que en algunas ocasiones no hayan muchas donaciones, pero él mismo decide donar tortas todos los días.
En esta labor, la mayor parte del trabajo lo realiza él. Su mamá le ayuda en la elaboración de las tortas, pero toda la labor de gestión, de relaciones públicas, administración de redes sociales, entre otras actividades, además de salir a vender y repartir la hace él.
Es mucho trabajo, aunque en este momento no sabe aún si debe o no de buscar a alguien que lo apoye para las labores diarias. Además, debe de tener tiempo para ver a su hija, pues está separado de su pareja. Son tres días a la semana, tres horas por día, las que está con su pequeña, tiempo en el que trata de olvidarse del trabajo y pasar tiempo de calidad con ella.
Sin embargo, dice que a pesar del trabajo y el esfuerzo, lo motiva la satisfacción de poder ayudar a quienes en este momento lo necesitan más.
“Es una sensación bien padre. A pesar de que si es bien cansado, que estás caminando, que estás en el sol, que te levantas bien temprano y te duermes bien noche. El hecho de ir y entregar esa torta a la gente, ver sus caras, su felicidad, sus bendiciones. Cuando es a una casa hogar, o es a la calle, o instituciones, a las enfermeras y doctores sí lo dejo bien en claro que la donación viene de otro estado y no es mi donación, sólo somos un canal”, precisa.
Andrés agrega que en el futuro, cuando las cosas vuelvan a la normalidad o a la nueva normalidad, seguirá haciendo este trabajo, pues además de que le permite ganarse la vida por él y su hija, le permite ayudar a quienes lo pasan mal o necesitan de una mano que les devuelva la fe en la humanidad.