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Aurora Camacho coloca los adornos a la base de una piñata en forma de estrella. Los círculos de papel de china se convierten, tras pasar por la manos de la mujer, en pétalos que adornarán el tradicional artículo navideño.
Parte de un negocio familiar, Aurora confía que este año sea mejor que pasado, cuando las ventas fueron bajas.
Este año, con nuevo escenario y con más personas en las calles planeando sus posadas y fiestas, las ventas presentan una notable mejoría. Los clientes no paran de llegar. Los empleados de la tienda de piñatas se multiplican para poder atenderlos.
Apenas se va un comprador llega otro para preguntar precio de las piñatas, que varían de acuerdo a los modelos. Las hay desde pequeñas piñatas, útiles para decorar una habitación, hasta de grandes dimensiones.
“La más tradicional es la estrella de siete picos, de ahí también están el reno, Santa Claus, El Grinch. Hay infinidad de figuras, pero la que más se vende es la estrella de siete picos.
“Hay muchas personas de empresas que vienen antes [por piñatas] para adornar su negocio, su empresa y luego la rompen, pero sí hay gente que la quiere para exhibir.
“Realmente los artesanos con los que trabajamos son muy buenos. Son trabajos para tener en exposición”, comenta.
Precisa que el año pasado una figura de piñata que tuvo mucha demanda fue la de un coronavirus. “Fue una figura muy popular, pues no querían al virus y decían que le iban a pegar. Este año ha sido rara la persona que pregunta por el coronavirus. La gente se enfocó en su posada, su convivio y ya quieren la piñata tradicional”, agrega.
También hay piñatas con los personajes que le gustan a los niños, de personajes de cómics o de películas de moda. Incluso de manga japonés.
Aurora señala que tiene 15 años vendiendo y elaborando piñatas a un costado de Los Arcos, uno de los lugares donde los queretanos saben que encontrarán esas piñatas tradicionales de estas fechas y para cualquier ocasión a lo largo del año.
Señala que su llegada a este lugar fue fortuita. Antes trabajaba en el mercado de Abastos, pero después de dio la oportunidad de trabajar en las piñatas, donde aprendió a elaborarlas.
Con el tiempo le tomó cariño al trabajo, al que califica de muy desestresante, “es algo maravilloso, me encanta”, dice.
“Es un negocio familiar. Somos aquí seis personas de la familia y un número mayor de empleados. De aquí dependen muchas familias, es una cadenita”, señala.
Los clientes no paran de llegar al lugar. Bajan de sus automóviles, observan las piñatas por unos segundos, preguntan los precios y se deciden por una o varias piezas.
Aurora explica que desde septiembre comienzan los preparativos para las fechas decembrinas. “Desde ese mes se empieza a ver qué es lo que se va a fabricar para la temporada navideña, que es lo que todo negocio espera. Esta temporada es para todos la más grande, la más fuerte y la que esperamos con ansia. Este año ha estado un poquito mejor que el anterior”.
Suspira cuando recuerda el año pasado, el año del confinamiento, de la cancelación de eventos, de fiestas. Fue terrible, dice, pues “no había eventos”.
Fueron muy pocas las personas que en 2020 acudieron a comprar piñatas para romper en la intimidad de las familias que se quedaron en casa.
Ahora, en 2021, con menos restricciones de movilidad, las cosas cambian, la gente, aunque sea en casa, comienza a planear su posada, la fiesta de Navidad y la cena familiar.