La visita se hace en familia, como todos los años. Los más entusiasmados con las fiestas decembrinas son los más chicos, los niños, aunque este año el escenario cambia un poco, pues en lugar de estar a un costado del mercado de La Cruz, ahora se ubica en el estacionamiento de Plaza de las Américas, lo que no está libre de controversias.

Ya instalado en la zona, la gente, los clientes fieles, acuden a los puestos instalados en el estacionamiento de Plaza de las Américas. Compran árboles de Navidad, figuras para nacimientos, esferas, series de luces y demás adornos clásicos de la temporada.

Una familia llega hasta el puesto de Guadalupe Saldaña Íñiguez, quien vende nacimientos y figuras para los mismos. Los hijos de la joven pareja se emocionan cuando ven las figuras. “Quiero la tortillera”, dice uno de los menores. El padre responde que en Judea, hace dos mil años no había tortilleras, a lo que recibe como respuesta que alguien debía de darles de comer a todos, por lo que tortilleras sí había. Todos ríen.

Los niños son los más emocionados, dice Guadalupe, vendedora de segunda generación en el tianguis navideño y de juguetes de La Cruz, pero que este año, con la construcción del nuevo estacionamiento del mercado, debieron cambiar de sede.

La comerciante señala que apenas se instalaron el 1 de diciembre, que se tardaron en darles la autorización, pero que finalmente pudieron instalarse y ofrecer sus productos.

“Ahorita vamos a estar hasta el 26 y después del 26 sigue el de juguetes hasta el 6 de enero. Vamos a estar a diario. Desde las nueve (de la mañana) hasta las 11 (de la noche) cuando cierran la plaza”, explica.

El flujo de clientes poco después del mediodía es constante. El pasillo que se tiene para que los compradores vayan de un punto a otro luce lleno y en ocasiones se tiene que pedir permiso para pasar, por la cantidad de personas que se detienen frente a los puestos. “Sí, ha habido movimiento de personas”, dice Guadalupe.

Diferente movimiento

Agrega que en La Cruz, en años anteriores, había más movimiento los fines de semana que entre semana. Comenta que hasta las cinco de la tarde había mucho movimiento, bajando el flujo de compradores a esa hora y regresando los compradores a las ocho de la noche, movimiento que atribuye al mercado de comida de Garibaldi, pues la gente aprovechaba para ir a cenar y pasar por sus adornos. Ahora no saben cuál será la respuesta en esta nueva ubicación.

También el clima influye, principalmente cuando llueve, pues nadie sale de sus casas con las precipitaciones se complican las salidas. El frío no afecta tanto a las ventas, indica.

Sobre los precios de los productos, dice que en su caso la variación ha sido mínima, en comparación con el año pasado. Comenta que, por ejemplo, hay piezas que actualmente valen 200 pesos y el año pasado costaban 180 pesos.

“No es porque la pieza suba en sí, pero la pintura es lo que sube. La mano de obra siempre cobran lo mismo los pobres artesanos, pero las pinturas sí suben”, añade.

Guadalupe confía en que tendrán buenas ventas, pese a que los dejaron instalarse tarde, “pero ya nos dejaron trabajar. Esperamos que nos vaya bien a todos, a los 102 que estamos aquí”.

El movimiento que da la presencia de los tianguistas se nota en el estacionamiento de la veterana plaza. Los lugares para aparcar escasean, al menos del lado de Constituyentes, donde se ubican los puestos.

Quienes van ya sea al tianguis o a los locales establecidos de la plaza deben de lidiar por unos minutos extras para estacionar sus automóviles. En ocasiones la búsqueda de un lugar se vuelve ríspida entre conductores.

Dentro de la plaza el movimiento es menor, pero también es constante de clientes que visitan los diferentes negocios. Muy cerca del mismo tianguis un local ofrece árboles de Navidad y series de luces. El negocio está lleno de clientes que llegan a preguntar por los productos y a comprar. Prefieren comprar al comercio establecido. Son clientes de la plaza de toda la vida y no van a cambiar sus hábitos de consumo.

Pese a la controversia inicial sobre la instalación del tianguis durante toda la semana y las posibles afectaciones a los comercios de la plaza, de inicio parece existir una especie de simbiosis entre locatarios y tianguistas, cada quien con sus clientes fieles, o con “nicho de mercado”, dicen los expertos en mercadotecnia.

El tianguis apenas tiene unos días. En las siguientes semanas se verá el impacto que tenga en los negocios establecidos y en las ventas del mismo mercado de La Cruz que desde el inicio de las obras del estacionamiento ha experimentado bajas ventas en sus negocios.

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