Desde hace 20 años, Esteban aprendió el oficio de esculpir en cantera, esto como herencia de su padre. Él es originario de la comunidad de Escolásticas, perteneciente al municipio de Pedro Escobedo, lugar en la entidad reconocido porque la mayoría de sus habitantes se dedica a este tradicional y decorativo oficio.
“Fue hereditario [este conocimiento], me enseñó mi papá, pero él aprendió viendo a otras personas hacer el trabajo; además, una persona de Guanajuato fue la primera que enseñó a los habitantes de aquí a trabajar la piedra”, comparte.
A pesar de que su padre es adulto mayor, todavía realiza, de forma muy esporádica, algunas piezas pequeñas y lo hace desde su casa, a diferencia de Esteban, quien cuenta con su propio taller, donde trabaja.
Su hijo, Juan Esteban, nombre que lleva el taller, también está aprendiendo de poco a poco este oficio artesanal.
“Lo estamos empezando a meter al oficio para que se vaya enseñando, tiene casi 14 años, ya es tiempo que se empiece enseñar; él siempre me ha visto hacerlo... anda como que sí, como que no, pero no está que quiera mucho trabajar”, comenta.
Explica que en dar forma a una pieza como la que se puede apreciar en las fotos se tarda alrededor de dos meses y medio, ya que empieza desde cero, es decir, con un bloque de piedra, el cual, con paciencia, ingenio y las herramientas necesarias, va dando la forma que desea.
“Desde cero empiezo y le dedico aproximadamente de seis a ocho horas, cinco días a la semana, es como un trabajo de tiempo completo”, indica.
Y el costo por piezas como esta oscila en 30 mil pesos; aunque algunas son de exhibición y como parte de concursos en los que hay diferentes categorías como: escultura, decoración, construcción, arte y diseño.
“Me gusta la escultura, que [es] tallar rostros humanos, santos, ángeles, animales, todas esas cosas que tienen más detalles”, refiere.
Esteban ha participado en varios concursos donde ha ganado tanto el primer lugar, con premios que van por arriba de los 20 mil pesos, además de quedarse con la pieza, la cual puede ofertar después.
Además, ha enviado piezas a Estados Unidos, así como al interior del país, a estados como Oaxaca, Monterrey, Guadalajara, Ciudad de México, entre otros destinos.
“Ellos vienen aquí a comprarlo [algún trabajo] y después se los enviamos, eso es a consideración de la distancia; lo más lejos que ha ido una pieza fue a Ciudad Juárez, por flete, que ahorita ha de andar en 18 mil pesos, en una camioneta de tres toneladas y media”, detalla el maestro artesano.
La materia prima que se utiliza proviene de lugares como Yucatán, Jalisco e Hidalgo, aunque también hay minas de cantera en el municipio de Pedro Escobedo, que es usada para la elaboración de las esculturas.
Muchos de los clientes van durante los fines de semana, cuando tienen más tiempo para apreciar el arte labrado en piedra, y muchos de ellos se llevan aunque sea una pieza pequeña; en cambio, las personas que ya conocen el lugar, acuden entre semana para adquirir obras específicas de este taller.
Esteban trabaja diseños bajo pedido, aunque también muchos otros son generados por él, con lo que ve en internet, o logra esculpir cualquier idea que se le venga a la mente. Reconoce que el trabajo es cansado, pero es algo que disfruta.
El cuidado que deben de tener es usar mascarilla y, en ocasiones, lentes protectores, porque el polvo que desprende la piedra al ser cincelada o pulida es muy fino y les puede afectar el sistema respiratorio.
Seguirá dedicándose a eso hasta que la vida se lo permita y espera que su hijo sí se anime en continuar con esta tradición, que adopta cada uno de los habitantes de este lugar.
En Escolásticas también hay unas cabezas gigantes que fueron talladas en 2014, esto con la intención de darle una visión turística a la zona y no que sólo sean reconocidos por la exportación de cantera.
De acuerdo con los lugareños, personas provenientes de otros países, además de comprar diversas esculturas, han llegado a la demarcación para aprender el oficio y poderlo replicar en sus países de origen.
Las cabezas gigantes son un hombre indígena y una mujer que aparentemente es la representación de la virgen María.
Se presume que desde 1954 se trabaja este material, por lo que ha pasado de generación en generación, y el ingreso a la comunidad es imponente, ya que cuenta con un arco tallado de cantera dando la bienvenida.
La mayoría de los habitantes ven en este oficio una forma de vida, ya que es lo que aprendieron hacer desde temprana edad y ahora, a quienes les va mejor, pueden incluso generar fuentes de trabajo.