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Desde que era niña, Fabiola Saavedra Ramírez sintió gusto por la pastelería, pasión que la llevó a aprenderla de manera profesional y ahora enseñarla a sus alumnas y alumnos, creando obras de arte que se disfrutan con la vista y con el paladar.
Instructora del Instituto De Artes y Oficios del taller de Repostería y Pastelería, Fabiola narra que el pastel que más recuerda es el que hizo durante la infancia, a los cinco o seis años, a los Reyes Magos, un día antes de que llegaran, y que acompañó de un vaso de leche.
Apunta que el postre era muy empalagoso, por lo que “los Reyes necesitaron más de un vaso de leche para comerlo”, agrega al tiempo que ríe.
Dice que los pasteles más complejos son los de boda, pues deben ser pulcros en lo estético porque son blancos y no se tiene mucho margen de error, además de llevar flores de azúcar que se hacen pétalo por pétalo.
Maestra desde hace seis años en el instituto, explica que ella es exalumna del mismo, pues estudió hace una década.
“Siempre me gustó la repostería. Desde chiquitita hacía esto. La vida me ha llevado a ser docente en varias áreas. De profesión soy diseñadora industrial, he dado clases en la UAQ [Universidad Autónoma de Querétaro]. He estado en cursos para niños especiales. Y bueno, luego ya me enfoqué en la repostería y me invitaron, la escuela me habló para hacerme la invitación si quería venir a formar parte de los instructores y yo feliz”, indica.
Actualmente, Fabiola imparte tres clases a la semana con diferentes alumnos, siendo alrededor de 50 estudiantes de repostería los que tiene, siendo más mujeres que hombres, aunque aclara que cuando los varones acuden a clases, cuando se animan, son dedicados.
Pasteles con motivos de princesas, personajes de caricaturas, cajas de regalos, son algunos de los trabajos de las alumnas de Fabiola, quienes reciben en el salón a los visitantes que pasan y pueden degustar sus dulces creaciones.
“Se necesita mucha dedicación. No necesitan, para venir, tener experiencia. Poco a poco los vamos llevando de la mano para que logren hacer estas maravillas, pero sí, obviamente, requieren tiempo, dedicación, esfuerzo.
Yo les hago hincapié que sean muy autocríticos, que piensen que a lo mejor en algún momento compraron un pastel y les gustaba que les entregaran un buen trabajo, entonces ahora ellos deben entregar un buen trabajo”, abunda.
Agrega que muchas de las creaciones de sus alumnas representan muchas horas de trabajo, en el mejor de los casos 20 o 30 horas en cuanto a los pasteles grandes.
Hay varios pasteles en los que, incluso, se pueden demorar más horas por los adornos que incluyen. Los pétalos de las flores se tienen que hacer uno por uno, los muñecos no se crean con un molde, se realizan a mano, lo que lleva tiempo, dice.
“Son artistas generales, con mucha sensibilidad, como mucha estética. Si no se tiene poco a poco se va desarrollando, la combinación de colores, obviamente texturas, sabores, combinación de qué sabor va con qué sabor, para que no sólo esté bonito, tiene que estar, por supuesto, rico”.
Precisa que su mayor satisfacción como maestra es ver el trabajo de sus alumnas y alumnos, por ejemplo en una exposición cuando las personas le preguntan si estudiando con ella podrán hacer el mismo trabajo a pesar de no saber nada, y luego ver que esas personas después de estudiar pueden hacer trabajos artísticos y que se sientan felices y motivados, además de estar vendiendo pasteles y planean montar un negocio, la llena de orgullo y satisfacción.
Fabiola explica que entre sus estudiantes hay personas que apenas terminaron la preparatoria y quieren saber si la repostería les gusta, para sumergirse en el curso y estudiar una carrera de chef, hasta mujeres madres de familia que toman las lecciones para generar unos ingresos extras para la casa.
“También tengo [de alumnas] a varias señoras de la tercera edad que son jubiladas y vienen un poco como hobby, como terapia, pero que aquí encuentran una pasión, y lograr en un pastel arte en una persona que ya estuvo toda la vida en un trabajo y ahora hace otras obras de arte. Tengo un poquito de todo”, subraya.
Señala que a sus pupilas siempre les dice que el centro de atención de cualquier fiesta será el pastel, que por muy buena que sea la música y esté amenizada, siempre todo se detendrá cuando llega el momento de soplar las velas.
“Que recuerden que el pastel será el centro de atención de cualquier evento. Cualquier fiesta, por muy buena que esté la música, se detiene para que los novios, la quinceañera, quien sea, parte el pastel. Siempre va a ser con una foto y todo mundo va a estar al pendiente de ese pastel. Por eso es la exigencia de que sean pasteles bonitos, ricos, que se luzcan siempre”, enfatiza.
Fabiola expresa que, en lo personal, prefiere el pastel de chocolate, al tiempo que confiesa que es muy pastelera, cualquier creación con chocolate siempre será su favorita.
La maestra se reúne con sus alumnas que la acompañan en la exposición por el fin de cursos. Las mujeres reposteras lucen felices y sonríen cuando los visitantes disfrutan de sus pasteles, tanto con los ojos como con el paladar.