José Alberto Mejía y Yolanda Aguilar son un matrimonio originario de la localidad Corea, en la delegación Santa Rosa Jáuregui, en la capital de Querétaro; ellos y su familia han vivido de la pesca desde hace casi tres décadas.
Desde hace 27 años, se dedican a la venta de mojarras que pescan en la presa Santa Catarina, ubicada en esta delegación. Él estima que actualmente la presa está a la mitad de su capacidad de almacenamiento, además, refiere que no ha llovido y el líquido acumulado podría acabarse.
Jose Alberto reconoce que la peor parte la han llevado los campesinos de la región, quienes incluso no han podido sembrar sus milpas, pues dependen de que haya constancia en la temporada de lluvias.
“Bastante [les ha afectado], más al campesino, ahorita ni han sembrado las milpas por lo mismo de que no llueve. Ahorita sí [han podido pescar], porque todavía tenemos poquita agua, pero va que vuela para abajo, rápido se va a acabar [el agua de la presa], si no llueve”.
José es parte de la cooperativa Enrique Burgos García, conformada -desde hace 27 años- por 11 pescadores, quienes dependen de que haya suficiente líquido en la presa para poder cultivar y pescar.
Al riesgo de que se acabe el agua de la presa, se suman las ventas que “están bajonas también”, señala José.
“Nada de agua, ¿quién sabe qué estará pasando? [Los campesinos están] hasta peor que nosotros, a los campesinos no les ha llovido ni para sembrar su maíz, yo le echo la culpa a las esas avionetas que nos mandan para que nos tumben las nubes. Me ha tocado verlas y lo que tiran es algo rosita, (...) y las nubes desaparecen de volada”, relata.
José recuerda que hace un año la presa quedó vacía, al verse impactada por la sequía, sin embargo, con las lluvias que se presentaron durante ese mismo año, refiere, se volvió a llenar.
“Pues el otro año se acabó [el agua de la presa), apenas llenamos el otro año la presa, porque se acabó el agua, sobró muy poquita, unos 20 centímetros de agua”, relata.
Cada vez que esto ocurre, cuando la presa llega a niveles ínfimos que impiden la pesca, José y sus compañeros pescadores tienen que optar por buscar otra ocupación, en su caso se decide por trabajar en la construcción, con la finalidad de suplir su sustento económico.
“Pues nada, ¿qué haríamos?, más que trabajar en la construcción. Eso pasa [cambiamos de trabajo], cuando se nos acaba de un lado, le cambiamos de chamba al otro, pa’ la comida, si no, ¿de dónde ‘jijos’?, hay que buscarle para la comida”, dice.
La jornada de José inicia entre las 08:00 y 08:30 de la mañana, al salir a pescar, para después llevar la materia a su puesto ubicado en la calle Presa Santa Catarina, al ser una arteria paralela a la presa. En su negocio cuenta con un refrigerador en donde coloca la mercancía.
Mientras quita las escamas a las mojaras, José destaca que la lluvia es elemental para seguir con su actividad: “Que haya agua más que nada, para que se reproduzca el pescadito”.
Tanto Yolanda como José apresuran el paso para limpiar y lavar el pescado de un pedido que les ha hecho uno de sus clientes.
La frescura del pescado que venden, comparte José, es uno de los principales motivos por los que sus clientes los prefieren, saben que con Yolanda y José encontrarán un producto fresco y perfectamente limpio.
Actualmente, cada día pescan en promedio diez kilogramos de mojarra, mismos que logran colocar entre su clientela, entre ellos pobladores de Corea, clientes que vienen de otras partes de la capital del estado, de El Marqués, por ejemplo, entre otras regiones.
“Ahorita van a venir por ellos [por los pescados], ahorita los voy a alistar ya nada más para que vengan por ellos, me hablan por teléfono y vienen por el pedido. Vienen de muchos lados, de San José, de Querétaro, de El Marqués, como está muy fresco el pescado, la gente viene por lo fresquecito”.
Con una agilidad que han forjado en casi tres décadas, toman pieza por pieza para quitarles las escamas. De pronto salen algunos pescados que todavía brincan sobre la mesa en la que se están procesando para vender.
El precio del kilo de mojarra, comparte José, ronda en cerca de 70 pesos, al mismo tiempo que invitan a la población a acudir a esta localidad de Santa Rosa Jáuregui y hacer sus pedidos de pescado.
“Hay unas [mojarras] vivas aquí abajo. Un señor se llevó pura vivita, es que les gusta cómo llegan allá todavía brincando”, señala José mientras saca de un tambo unas mojarras.
Aunque la temporada de lluvias inició desde hace semanas, la Secretaría de Desarrollo Agropecuario (Sedea) ha reconocido que en el estado se han desplazado los periodos de lluvía, debido a que años atrás iniciaba desde mediados de mayo y actualmente ha sido bajo el nivel de precipitación pluvial.