Tuvieron que pasar dos años para que los queretanos volvieran a disfrutar de manera presencial el tradicional desfile militar conmemorativo del inicio de la lucha por la Independencia de México.
Las familias no faltaron a la cita para aplaudir a las fuerzas armadas, policías, bomberos, cuerpos de rescate y escuelas que participaron en la parada cívico militar.
Desde temprana hora, las familias esperaron en avenida Zaragoza el inicio del desfile. Se colocaron a los costados y en el camellón de la vía donde, como en otros años, en tiempos prepandémicos, tenía verificativo la parada militar.
Los contingentes se formaron en espera del arranque del desfile a la altura de la calle Nicolás Campa. Primero, los motociclistas de la Policía Estatal, seguidos de un grupo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que esperaban el arranque del desfile, programado para las 11:00 horas.
Llegó la hora, pero el desfile no iniciaba. Los asistentes comenzaron a solicitar el arranque con una tímida música de viento. Un policía miraba discretamente su reloj. Eran casi las 11:10 horas cuando se dio la orden de avanzar. Los costados de Zaragoza ya estaban llenos de personas, de familias completas que se levantaron temprano para tener un buen lugar y ver mejor a los participantes. Algunos corrían para no perder detalle alguno, o buscando un mejor sitio para apreciar el desfile.
Los niños fueron quienes más disfrutaron. Ver de cerca los vehículos blindados ligeros del Ejército mexicano, a los militares portando sus armas, marchando de manera marcial o ver a unos metros a los elementos de la Guardia Nacional y los bomberos fue una experiencia única para ellos.
Dos niños no mayores de cinco años que observaban con sus padres el desfile gritaban “adiós” a los militares cuando pasaban frente a ellos, al tiempo que movían sus pequeñas manos.
Los elementos de la Sedena pasaban inmutables, con gesto adusto, ceño fruncido y mirada en el horizonte, pero muchos no se resistían a las vocecitas de los niños. Por unos segundos, la “cara de malo” se borraba y esbozaban una sonrisa para los pequeños, mientras movían de manera discreta una mano para responder el saludo.
Lo mismo hacían los elementos de la Guardia Nacional, quienes respondían a los saludos de los niños, quienes, emocionados, los veían pasar.
Los integrantes de la Policía Estatal también fueron ovacionados por los queretanos, quienes reconocieron su trabajo diario. Tampoco ellos se resistieron a las vocecitas que les gritaban. Volteaban, buscaban con la mirada a los niños y los saludaban, al tiempo que sonreían a los pequeños que quizá un día lleguen a portar un uniforme.
Los bomberos también fueron ovacionados. Ellos, más relajados a su paso, aunque no menos disciplinados, saludaban y sonreían a los cientos de queretanos que los observaban.
Las escuelas que participaron en la parada militar recibieron aplausos a su paso. La banda de guerra del Cobaq tocó con singular energía. Sus alumnos marcharon de manera marcial. Se ganaron los aplausos de la multitud que disfrutó el evento, bajo un cielo nublado y una mañana fresca en la capital.
Los presentes no dejaron pasar la ocasión para tomar fotografías, grabar videos para sus redes sociales o hacer transmisiones en vivo para sus diferentes plataformas.
Junto con la gente, llegaron los comerciantes, quienes ven en estos eventos un lugar ideal para vender. Desde el que pregonaba sus cacahuates japoneses, hasta la marchanta que ofrecía tostadas con nopales, “de 30 pesitos, joven”, decía la mujer, que no tardó en estar rodeada de clientes que sucumbieron al antojo mañanero.
Las tiendas que abrieron también se beneficiaron con la presencia de los queretanos que acudieron al desfile. Botellas de agua y otras bebidas fueron las más buscadas. Aunque el calor no era sofocante, caminar hasta el punto de encuentro secaba la garganta. Los cierres viales abarcaron varias calles a la redonda de Zaragoza.